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sábado, 25 de marzo de 2017

IX Congreso ESpañol de Lactancia Materna: Temas frontera en Lactancia Materna

Foto tomada del perfil de twitter de
@IhanEspana
Ascensión Marcos Sánchez - Lactancia materna e inmunonutrición. La importancia del amamantamiento para la maduraciónd el sistema inmune.

Ascensión Marcos comenzó explicando que nuestro sistema inmune es como un paraguas que nos protege frente al ataque de cualquier elemento extraño: microorganismos, parásitos, células malignas, alérgenos, toxinas, etc. Si no hay tolerancia frente a un elemento extraño, lo que se produce es un proceso de inflamación. La toleracia está modulada por el sistema inmune y debe mantenerse durante toda la vida, aunque es un proceso que comienza en la gestación y el nacimiento.

Para la maduración del sistema inmune del recién nacido hay una serie de sucesos claves y uno de los primeros es la exposición a bacterias que sucede en el nacimiento. Hoy en día se sabe que la colonización bacteriana del recién nacido es muy diferente si nace mediante cesárea o en un parto vaginal. La lactancia materna también es importante par ala colonización bacteriana intestinal. Ambos sucesos van a influir en la maduración del intestino del neonato.

La lactancia materna aporta nucleóticos, pufas, microbiota, componentes antimicrobianos, citoquinas, hormonas y péptidos bioactivos. Todo ellos son factores antiinflamatorias. También aporta células inmunocompetentes: neutróficos y macrófagos. Todos estos componentes son un apoyo fundamental para el sistema inmune inespecífico del neonato.

Cambios en la composición de la microbiota intestinal que suceden a lo largo de la vida:
- Feto: se ha hablado históricamente de que el útero y el feto son estériles. Pero hoy en día se está ahondando en la posibilidad de que en la placenta haya bacterias y que este órgano sea una especia de vía de paso desde las bacterias para migrar del intestino materno al intestino del niño. Las bacterias pasarían a través de la placenta y el líquido amniótico, además de durante el parto y la lactancia materna.

Bebé: Despues del nacimiento, hay una modulación nutricional de la microbiota intestinal materna que influye en el desarrollo de la microbiota infantil. A través de sangre y sistema linfático las bacterias van a la glándula mamaria y de ahí al intestino del neonato. Lo que se está viendo es que efectivamente, las bacterias de la mucosa intestinal materna son absorbidas por las células dendríticas y migran por distintos nódulos y mucosas hasta la leche materna. En la microbiota del bebé si toma lactancia materna hay más bifidobacterias y si toma leche de fórmula hay predominancia de bacteroidetes.

- Niño: diversidad de bacterias mucho mayor.

- Adulto: Fimicutes, bacteroidetes, actinobacterias

- Anciano: más cantidad de bacteroidetes y proteobacterias

La nutrición del neonato es muy importante porque promueve la exposición a antígenos (procedentes de los nuevos alimentos) e influye en la formación de la microbiota. Los nutrientes y antígenos modulan, maduran y articulan las respuestas del sistema inmune, explicó la ponente. Todo ello influye, a su vez, en la microbiota y, en función de la composición de la microbiota, el sistema inmune se comporta de una manera u otra.

“La colonización bacteriana sucede en paralelo a la maduración del sistema inmune y ambos procesos se influyen mutuamente”, subrayó. La nutrición del recién nacido, por tanto, es la base de la inmunonutrición del futuro y sienta bases que son para toda la vida, modulando una respuesta inmune apropiada contra infecciones, alergias a los propios tejidos, al medio ambiente, puesta en marcha de respuesta ante alteraciones inflamatorias.

La ponente finalizó recordando que hoy en día se teoriza también sobre el eje de comunicación entre la microbiota intestinal y los procesos cerebrales. “Cualquier alteración a nivel gastrointestinal se comunica con el cerebro con percepción de un evento visceral (nausea, saciedad, dolor)”, explicó, añadiendo que los mecanismos neuronales, inmunológicos y endocrinos están interconectados. Es una vía de investigación muy actual, con estudios que están intentando descubrir si los probióticos y prebióticos pueden ser de ayuda para niños con déficit de atención e hiperactividad.

Josep Neu: Microbios en la leche humana: ¿son patógenos, comensales o espectadores inertes?
Josep Neu presentó una de las ponencias más interesantes, desde mi punto de vista, del congreso, exponiendo de manera sencilla y muy clara conceptos sobre el papel, formación e implicaciones de la microbiota humana.

“No todas las bacterias se pueden cultivar en una placa de petri”, comenzó, señalando que el 90% de las bacterias no son cultivables. Eso supone que en el cuerpo humano hay muchas más bacterias de lo que se suponía. En el proyecto del microbionma humano se han encontrado 400 especies cultivables en el intestino, pero cuando se han usado otros métodos, como la secuenciación de ADN, se han econtrado hasta 2000 especies. Esto permitió descubrir muchas bacterias antes desconocidas y abrir la posibilidad de relacionarlas con la salud y la enfermedad.

En el estómago hay pocas bacterias. Pero, a medida que bajamos hacia el intestino, va aumentando el porcentaje… Y en el Colon hay todavía más. Los tipos de bacterias difieren en función de la localización del intestino. Podemos pensar que estas bacterias no tienen ningún papel en la fisiología humana y que son meramente oportunistas, pero la ciencia nos demuestra lo contrario. Cuando miramos las termitas, por ejemplo, vemos que cuentan con bacterias en su intestino que les ayudan a digerir, y a alimentarse, de la madera. También se ha visto que la presencia de determinado perfil de bacterias intestinales puede contribuir a la obesidad (si cogemos bacterias de una persona obesa y los ponemos en un ratón, también se volverá obeso).

Por eso, Josep Neu, introdujo el concepto del Holobionte, como un organismo huésped (planta o animal) en interacción con todos los microoganismos asociados como una entidad para la selección en la evolución. El ser humano es un holobionte, pero también entra dentro de esta definición un arrecife de coral.

La diada madre-hijo, dijo Neu, es en realidad una triada: madre-hijo-microbiota. No solo transmitimos a nuestros descendientes los genomas nuclear y mitrocondrial, sino también los genes microbianos que componen lo que se podría denominar como un segundo genoma. Alrededor del 35% de los metabolitos en la sangre de los mamíferos tienen un origen bacteriano. Un mamífero gestante es en si mismo una comunidad simbiótica, un holobionte.

Los estudios que mostró Neu demostraban que los bebés nacidos vía vaginal adquirieron floras bacterianas que se asemejaban a la microbiota vaginal de su madre y los nacidos por cesárea albergaron comunidades bacterianas similares a las encontradas en la superficie de la piel. Así que la manera de nacer SÍ importa y tiene implicaciones para la salud pública.

Por eso, un grupo de científicos realizó una investigación tratando de restaurar la microbiota en los bebés nacidos por cesárea. Para ello se colocaba un tejido en la vagina de la madre durante una hora y luego se frotó en la boca del bebé, cara y pecho con el objetivo de exponerle a la microbiota con la que tendría que haber tenido contacto durante el nacimiento. “ Con esta técnica se produjo una recuperación casi completa de algunas bacterias estudiadas”, explicó. Se trata de un proceso sencillo y muy beneficioso, aunque el colegio americano de ginecólogos y obstetras se ha posicionado en contra de ello porque afirman que expone al neonato a riesgo de infección.

Neu mostró después los resultados de otro estudio norteamericano de 2011 que estudiaba la composición y evolución de la microbiota en la leche materna durante las primeras semanas de lactancia. Los resultados de este estudio pusieron de manifiesto que las bacterias de cada madre se adaptan para las necesidades de cada bebé.  Actualmente, afirmó Neu, no sabemos si la microbiota de la leche materna tiene una función, pero tiene lógica que pueda tenerla.

Otro estudio en Canadá ábordó las deposiciones de los bebés, estudiando las diferencias en la microbiota de los amamantados y los alimentados con fórmula. Las conclusiones del estudio demostraron que los bebés que habían nacido por cesárea recuperaban una microbiota fisiológica si eran alimentados con leche materna.

El ponente también resaltó la importancia del contacto piel con piel para sembrar una microbiota beneficiosa en el bebé. El contacto piel con piel aumenta el número de bacterias maternas en la saliva y el intestino del bebé.

Otro aspecto muy interesante de la ponencia versó sobre los experimentos de “refaunación” de leche materna donada y pasteurizada en bancos de leche. Lo que se hizo fue extraer pequeñas cantidades de leche materna y mezclarla con leche donada, dejándola un tiempo a temperatura ambiente. Lo que se observó en estos estudios fue que pequeñas cantidades de leche materna eran capaces de repoblar la leche donada con la microbiota materna

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