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martes, 23 de febrero de 2016

BLW: 10 trucos para que tu hijo coma fruta

Después de mi entrada del otro día sobre qué comen realmente los bebés, me he dado cuenta de que muchas familias tienen una gran preocupación por el consumo de frutas de sus bebés y niños pequeños. Y rascando un poquito en las estadísticas y datos al respecto, es como para estarlo, ya que todo parece indicar que el consumo de frutas y verduras en los niños y adolescentes españoles es demasiado bajo. Los menores españoles toman 90,4 gramos diarios de verduras, según este estudio 0_0. Sin embargo, el consumo diario de zumos y bebidas refrescantes en preescolares es preocupantemente alto: 388 ml/ día (740 en adolescentes). Mientras tanto, otros estudios alertan del elevado consumo de alimentos con azúcares y golosinas detectados en estudiantes. Así pues, parece que los niños españoles apenas consumen 100 gr de fruta y verdura al día, ingesta que se ve superada por el consumo de zumos y refrescos azucarados y de otras golosinas.

Así que os dejo aquí una pequeña guía de consejos que os pueden resultar útiles sin intentáis que vuestros hijos coman fruta. No son infalibles, ni son los únicos que hay, ni garantizan un resultado 100%, pero visto el panorama anterior, cualquier intento de mejora es bueno.

1. Predica con el ejemplo. Nunca me canso de decir esto en los talleres de BLW. La herramienta más poderosa de aprendizaje en el bebé es la imitación. Si sus padres comen fruta, ellos comerán fruta. Además, en una familia en la que el consumo diario de fruta es un hábito, el bebé se habrá familiarizado con estos sabores en el útero (en el último trimestre tragan cerca de 500 ml de líquido amniótico al día) y a través de la leche materna.  De nada sirve decirle a tu hijo que se coma una fruta si tú nunca la tomas de postre ni en ninguna otra comida del día. De nada sirve intentar explicarle que es muy saludable si tú te hinchas a postres lácteos azucarados en la hora del postre.

2. Haz que la fruta esté visible en tu hogar. Si la fruta está guardada en la nevera o en armarios fuera de la vista, será más difícil recurrir a ella cuando buscas un postre o un tentempié rápido. Hazte con un buen frutero y almacena la fruta en la cocina, a la vista. De esta manera, multiplicarás los momentos y oportunidades de consumir frutas. Mantenlo bien surtido, claro.

3. Mantener al alcance de los niños. No solo hay que tener fruta a la vista, si no también al alcance de los niños. Un carrito con cestas, es una buena alternativa. También colocar el frutero en una mesa accesible para los peques o tener un plato con algunas frutas en un lugar más a su alcance. Igual que con el apartado anterior, cuanto más a mano esté la fruta, más fácil y accesible será su consumo para todos los miembros de la familia.

4. Elige bien donde comprar la fruta. No hay nada más frustrante que gastar dinero en fruta y llegar a casa y encontrarnos con que o está medio pocha o dura como una piedra. Si la fruta está sosa y dura, comerla dejará de ser un placer y se convertirá en una obligación. Si está pasada, la podrás aprovechar para algún batido casero, pero poco más. Es importante tener localizado un lugar cercano donde tengas acceso a fruta a un precio asequible y de calidad. Tener una "relación cordial" con tu frutero de confianza también es importante, ya que nadie mejor para aconsejarte las frutas que están en su mejor momento y las que es mejor no comprar.

5. Fruta de temporada. Siempre es mejor elegir frutas y verduras de temporada. Así nos aseguramos de que están en su momento justo de maduración y de que no llevan semanas metidas en una cámara. De este modo, será más jugosa y apetecible.

6. Variedad. Aunque sea importante consumir frutas y verduras de temporada, hoy en día disponemos de una amplia variedad de frutas de importación o de invernadero durante todo el año. No hay nada más aburrido que pasarse un invierno comiendo solo naranjas, manzanas y peras. Aprovecha y date un capricho con un mango jugoso, unos arándanos en febrero o un melón de importación.

7. Fácil de llevar. Cuando salgas de casa con tus peques, intenta llevar siempre alguna fruta como tentempié, mejor que zumos industriales o bollería. Una manzana, una pera o un plátano no necesitan nada más que lavarlas en casa y meterlas en alguna bolsita de plástico dentro del bolso. También puedes recurrir a estas frutas como almuerzo para el cole. Mis hijos además de las básicas fáciles de llevar también suelen recurrir a un tuper con fresas o con un persimón pelado y cortado en cuartos como almuerzo.

8. Hazlo atractivo. Hay muchas maneras de presentar la fruta de manera atractiva sin necesidad de invertir horas y horas en dibujar paisajes con uvas y plátanos. Un plato de fruta variada cortada de maneras diferntes y colocada en círculos concéntricos es atractivo para cualquier peque. Las brochetas también son rápidas y sencillas y no requieren más inversión que la de los palitos. Un melón cortado a la mitad y usado como recipiente para poner bolitas de fruta es otro top hit entre el público infantil. Os contaré un secreto. En el pasado cumple de Erik (2 años), todos los invitados de entre 2 y 13 años de edad se quedaron extasiados con la "mesa dulce" de fresas bañadas en chocolate negro, brochetas de fresa y plátano con chocolate y vasitos de fresas con nata.

9. Batidos (smoothies) sí, zumos no. Los batidos de fruta (fruta triturada) o smoothies caseros tienen todas las ventajas de la fruta ya que tienen toda la fibra de la fruta. Obviamente, mejor si son caseros y recién hechos. Además, puedes aprovechar para introducir algo más que fruta. Zanahoria o pepino funcionan fenomenal en este tipo de batidos... Y qué te voy a contar de los famosos "batidos verdes", cuya base principal es la fruta. En cambio, los zumos (aunque sean naturales) es mejor evitarlos, porque contienen todo el azúcar de la fruta pero nada de su fibra, por lo que nuestro organismo los procesa de manera completamente diferente a la fruta. Obviamente, si estamos un día fuera de casa, mejor un zumo de naranja natural que una fanta. Pero recordad ese consumo de más de 300 ml diarios de zumos y bebidas azucaradas en preescolares.

10. Manipulación. Deja que tus hijos manipulen la fruta. Que pelen las mandarinas, que te ayuden a trocear las fresas. Deja que muerdan la cascara (siempre que esté bien limpia) y que disfruten tocando, apretando, extrujando, chupeteando, aprendiendo texturas y experimentando libremente. Quizás sea un poco más sufrido al principio y tengas que andar detrás de ellos limpiando y cambiándolos tres veces al día de ropa, pero a la larga casi seguro que compensa.

Estos son los míos. ¿Y los tuyos? He de confesar que en casa la fruta la comen divinamente, sin embargo con las verduras hay más problemas. Intento ponerme zen y aplicar la filosofía Basulto (¡Qué grande eres Julio!) y me consuelo pensando que si mis hijos me ven comer y disfrutar con la verdura, más tarde o más temprano se darán cuenta por si mismos de que no está tan mal. En el fondo, yo de pequeña tampoco recuerdo comer tanta verdura. En fin, que si tienes consejos para mí, yo encantada de recibirlo.

miércoles, 3 de febrero de 2016

¿Qué comen los Bebés?

¿Tenéis hijos en casa? Si leéis este blog, me imagino que sí. En casa somos cinco, dos adultos y tres peques, y todas las semanas, si puedo, voy a comprar fruta al rastrillo para poder llevarme a casa productos de calidad y proximidad a un precio más que razonable. Todas las semanas vuelvo a casa con el carro lleno hasta los topes y hay días que ni al viernes llego con la fruta.

Hoy, por ejemplo, he comprado
  • 5 kg de mandarinas
  • 2 kg de manzanas
  • 3 kg de peras
  • 4 kg de fresas
  • 2 kg de plátanos
  • 2 kg de calabacines
  • 2 kg de brócoli
  • 2 puerros
  • 1/2 kg de champiñones
A eso le sumamos, normalmente, otros caprichitos que no encontramos en nuestro puesto habitual del rastrillo, como arándanos, mangos, algún melón de importación, aguacate, etc. Y otras cosas que compramos en menos cantidad en función de lo que vayamos a ir preparando (pimientos, tomates, patatas) o que directamente ya no nos caben en el carro.

Y en mis visitas semanales, acompañada siempre por Erik, la repetición de ciertas escenas me ha llevado a hacerme algunas cuestiones. Hoy, por ejemplo, pensaba que si con esta cantidad de fruta a veces no me da ni para cuatro días, no quiero pensar cuando en lugar de tener tres niños en casa, tenga tres adolescentes. 0_0 Creo que nos vamos a tener que pluriemplear para darles de comer, je, je, je.

Pero, pasando a cosas más serias, por un lado me encuentro con que siempre todo el mundo es muy agradable con Erik. La mujeres le dicen cosas, los tenderos le ofrecen alguna fruta o palabras cariñosas y a las abuelas se les cae la baba. Hoy caía en la cuenta, por ejemplo, de que Erik es uno de los pocos niños que veo en este entorno. Es un entorno amigable y agradable para ser una pequeña ciudad (no hay peligro inmediato de coches, por ejemplo, aunque sí riesgo de perderse) y un lugar donde los niños pueden aprender muchas cosas de la sociedad en la que viven. Para Erik el día del rastrillo es casi una fiesta. Siempre se pone contento, porque le encanta la fruta y el ambientillo; pero también esa libertad de poder tocar las cosas o de ir de acá para allá sin los agobios de una tienda o un supermercado.

Además, el día que vamos a comprar fruta Erik se convierte, casi, casi, en "frugívoro". Solo quiere comer fruta. No falta el día que no salga del rastrillo habiéndose comido dos o tres piezas de fruta... y esa pasión por la fruta suele seguir durante todo el día. Se come una o dos mandarinas (¡¡¡mindirinas!!! son su fruta favorita) que pela animadamente mientras esperamos la cola, puede que después un plátano y al llegar a casa me pide un kaki o unas fresas... Luego llega la hora de sentarse a la mesa con el resto a comer y ¡Claro! Solo quiere jugar a echar el agua sobre el plato de comida que le hemos puesto. Está ya hasta los topes de fruta.

Y eso me lleva a la segunda parte de la reflexión de hoy. ¿Qué comen los bebés hoy en día? ¿Qué comen en realidad y qué es lo que presencia su familia en cuanto a su alimentación? Porque la pasión con la que las abuelas que hay por allí le ven comer fruta ha pasado de ser "graciosa" a francamente sorprendente. No me puedo creer que les desate tal nivel de pasión ver comer a un niño pequeño fruta ¿Tan raro es en nuestra sociedad que un bebé coma fruta? ¿Y que además de comerla lo haga con alegría? ¿Que sea su alimento favorito? El otro día una señora hasta se extrañaba de que supiera pelar una mandarina ¡¡¡Pues claro!!! Solo necesita que le quites tu un trozo de piel y él ya hace lo demás con gran entrega y dedicación... Lo único que requiere toneladas de paciencia es recoger minitrozos de cáscara de mandarina por toda la casa y enseñarle a que los trocitos de piel se ponen siempre en un platito y se llevan a la basura cuando terminamos.

¿Qué pensamos que deben de comer los bebés hoy en día? El otro día, el frutero del supermercado me decía que cogiera peras conferencia en lugar de peras de agua porque son muy buenas para los niños, señalando a Erik, porque tienen más azúcar. Yo le contesté lo más educadamente que pude que las peras de agua nos van mejor porque la piel es menos basta y se la comen con piel y, además, esto también nos viene mejor para cuando salimos fuera y no la podemos pelar. Quizás le hubiera debido preguntar de dónde viene la extraña idea de que los niños necesitan fruta más azucarada. O hubiera debido decirle que los niños lo que realmente necesitan es aprender a comer fruta variada, con su piel (bien lavada), y con sabor a fruta y no a azúcar, y por el valor nutricional de toda la fibra y las vitaminas además de los hidratos de carbono simples. O quizás nos debemos preguntar cómo sociedad en qué momento nos hemos equivocado de camino y hemos empezado a pensar que los niños necesitan más azúcar. Porque de comprar peras conferencia porque tiene más azúcar a comprar galletas porque también tiene más azúcar, y llevan el sello de la Asociación Española de Pediatría, solo hay un paso.

Otra perlita del súper. Ya sabéis eso de que cuando tiene niños todo el mundo opina. Pues esta vez una cajera muy maja (y bienintencionada, que no digo yo que no) me recomienda llevarme unos panes envasados que tienen en promoción. Le respondo, educadamente, que ya llevo pan de sobra (de barra e integral). Me dice que va muy bien para los niños porque se lo comen muy bien. Y yo le respondo que mis hijos se comen muy bien los bocadillos (del pan que acabo de comprar en la panadería del súper, que conste). Y sigue... Cojo un paquete de los panes en cuestión y le respondo: "Lo que no me gusta de esto son los ingredientes, mira, además de trigo lleva azúcar, espesantes...". Y ahí parece que ya se convenció de que no me iba a convencer y seguimos a otra cosa.

Así que, si esto nos sirve de muestra, en nuestra sociedad la opinión generalizada es que los niños no comen fruta y que no les gusta, que hay que dársela pelada porque ellos no pueden disfrutar del proceso de hacerlo por si mismos, que es bueno que coman alimentos con mucho azúcar, y que es aconsejable que coman panes blanditos y envasados (y con muchos aditivos).

Luego nos extrañamos cuando solo quieren comer "guarrerías" o "chuches" o productos precocinados y procesados. Y vuestros hijos ¿Qué comen?

viernes, 9 de octubre de 2015

¿Existen las malas madres?

En el mundo de las maternidad y sobre todo de las redes sociales se habla mucho de las buenas y las malas madres y de las famosas “guerras de las madres”. Hay quienes leen e investigan y eligen una manera de crianza y piensan que quienes no toman las mismas decisiones es porque no quieren (ergo son “malas madres”) o porque están desinformadas. Hay quienes piensan que cualuqier opción es buena y que todas las madres son buenas madres, hagan lo que hagan.

Y yo venía pensando si realmente hay malas madres. Y creo que sí, que realmente hay malas madres
  • Las que maltratan a sus hijos (ya sea física o psicológicamente).
  • Las que les causan algún tipo de perjuicio a su integridad física derivado de sus actuaciones, hábitos o actividades (alcoholismo, no usar un dispositivo de retención infantil en el coche, etc.).
  • Las que ponen en riesgo su salud por acción o por omisión.
Hay cosas que no se pueden justificar, pienso. El maltrato, la violación de los derechos del niño, atentar contra su salud, etc. Pero luego también pienso que en esas mismas redes sociales hay quien “crucifica” a la madre que degolló a su hijo en un cementerio y quien “justifica” que esa madre sufrió una psicosis puerperal que nadie supo atender. Hay quien “culpabiliza” públicamente a una mujer por dejar que su pareja maltrate a su hijo y hay quien defiende que una víctima del abuso físico y psicológico de su pareja no está en la mejor de las posiciones para defender a su hijo.

Obviamente, no hay nada blanco ni negro y todo depende del cristal con que se mire. ¿Hay malas madre? No lo sé. Lo que sí sé es que hay familias (madres y padres también) que no pueden dar a sus hijos los cuidados básicos que necesitan (hogar, comida y salud) y en esos casos las autoridades encargadas son las que se tienen que encargar de proveerlo, aunque no puedan dar a los niños un nutriente básico para crecer como personas sanas e íntegras: el amor.

Y eso es lo que subyace en el debate sobre las buenas y las malas madres: el amor. El amor a nuestros hijos. No hay mayor pecado en las guerras de las madres que la presunta “falta de amor”. Y sin embargo no hay nada más inmutable que el amor de una madre por sus hijos y el de estos por su madre. Lo que enfrenta a unas facciones con otras son las opciones que cada una elige para plasmar ese amor:
  • la que “congela” su carrera laborar para cuidar a sus hijos en sus primeros años vs. la que renuncia a varias semanas de su baja para incorporarse antes a su carrera laboral.
  • la que nunca se iría de vacaciones sin sus hijos vs. la que necesita pasar al menos un par de noches al año alejada de sus pequeños.
  • la que cocina en casa vs. la que compra comida preparada.
  • la que da el pecho vs. la que elige el biberón,
  • etc.
Básicamente, cuando una facción entre en lucha con otra es porque alguien entiende que su “contrario” le está diciendo que él quiere más a su hijo y si otra cosa no tenemos clara las madres (además de la eterna culpa) es que el amor que sentimos por nuestros hijos es “lo más grande”.

Y ¿a qué viene todo esto? Pues al tristemente famoso anuncio de Meritene que los señores de Nestlé han lanzado y que tiene revolucionados a propios y ajenos. Os enlazo aquí el artículo de Juan Revenga sobre el tema, que a mi parecer resume bastante bien mi opinión. Pero aparte de la evidencia científica y de que, obviamente, no comparta nada, absolutamente nada, de lo que se dice en ese anuncio, lo que me indigna, lo que me enfada, lo que me enciende hasta el infinito y más allá es la osadía que tienen los señores de Nestlé para decirnos si somos buenas o malas madres. Porque, al final, lo que subyace en este anuncio es que
  • si obligas a tu hijo a comer es que eres buena madre,
  • que el fin justifica los medios,
  • que lo que opine tú hijo de ti o de su alimentación no importa,
  • que una marca de alimentación (con claros intereses económicos al respecto) puede decidir si eres buena o mala madre.
A mi este anuncio me recuerda al de Danone de hace años en el que un niño le decía a otro que su madre era la mejor porque le hacía arroz con leche en casa y otro le respondía que su madre era la mejor porque compraba el arroz con leche de Danone y se iba con él a hacer escalada. Otro claro ejemplo de cómo las marcas de alimentación intentan vendernos la moto de solucionar nuestras carencias emocionales a costa de atiborrarnos de sus productos azucarados.

En Meritene los señores de Nestlé, que ya nos han convencido de que su leche es mejor que la que produce nuestro pecho, que su leche de continuación es imprescindible, ahora dan un paso más para obtener un público esclavo a costa de apelar a nuestros miedos y a nuestros fantasmas.

Y si te preocupa la alimentación de tu hijo o sus carencias nutricionales, consulta con su pediatra y consulta con un nutricionista, pero nunca, nunca, dejes que nadie te diga que eres una mala madre y menos, menos, todavía dejes que te manipulen de mala manera por ganar cuatro duros. Señores de Nestlé, una vez más, han caído lo más bajo que podían caer. Sus acciones les retratan. Espero que el dinero que sacan a costa de este tipo de acciones innombrable e ignominiosas sea suficiente para lavar sus conciencias.

Y si tienes dudas sobre si eres una buena o una mala madre, no preguntes a Nestlé. Pregunta a José María Paricio, pediatra, que lo tiene claro: 

miércoles, 6 de mayo de 2015

10 cosas que aprendí gracias al BLW


1. Disfrutar diariamente de una buena conversación a la hora de comer. Cuando tienes claro que quieres que tu bebé comparta el tiempo de la comida, empieza a resultar fundamental enseñarle lo que hacen los adultos a la hora de la comida y empiezas a interesarte por hablar más con tu pareja o con tus otros hijos, sacar más temas de los que hablar y a convertir la comida en un acto de encuentro y reencuentro entre todos los miembros de la fmilia.

2. Redescubrir el gusto por los alimentos básicos. Ver como tu bebé disfruta chupando y rechupeteando un pepino te invita a ir a la nevera para coger uno para ti mismo. Te descubrirás comiendo tomate sin aliñar o relamiéndote ante la perspectiva de mordisquear una crujiente zanahoria cruda.

3. Volver a comer con las manos. En el mundo adulto parece que es muy cool y fashion comer en un cocktail con una servilletita en la mano y un canapé en la otra, pero a los niños les decimos que no se come con las manos. Gracias al BLW he redescubierto platos fáciles y sencillos para comer con las manos como crudités de verdura para mojar en una salsa, pan con hummus o brochetas de uva y queso. ¿Cuál es tu receta de finger food preferida?

4. Recuperar las recetas de siempre. Lo que más valora en el mundo tu hijo es que te sientes a comer con él y que disfrutéis juntos del momento. Pasar en la cocina largas horas para hacer platos superimaginativos solo te lleva a frustrarte cuando tu hijo no reacciona en consonancia con todo tu esfuerzo. Así que olvídate de las albóndigas de pescado con salsa de arándanos y crujiente de jamón y vuelve a las cosas sencillas y sanas que no requieren tiempo y con las que toda la familia se relame igualmente: unas alitas de pollo al horno, una crema de calabacín, arroz integral con un huevo frito y salsa de tomate, patatas guisadas...

5. Leer a fondo las recetas de los alimentos en el supermercado. Cuando tenemos hijos, queremos lo mejor para ellos y muchas veces pasa por leer a fondo las recetas de los productos cuando hacemos la compra. Después de quince minutos de investigación en el supermercado, ya conozco la marca de mayonesa que usa aceite de oliva en su composición o el yogur de fresa que tengo que evitar porque lleva más azúcar que fresas.

6. Desconfiar del márketing de los fabricantes de alimentos procesados. Te venden el Danonino como un producto muy saludable que lleva queso y frutas, pero cuando lees los ingredientes ves que lleva más azúcar que frutas. Cuando te informas sobre las bases de una alimentación saludable, enseguida ves que lo supuestos cereales de desayuno saludables son una bomba de azúcar, por muchas vitaminas añadidas y que lo mejor es limitar su uso al máximo posible. ¿Recuerdas el famoso eslogan "leche, cacao, avellanas y azúcar"? Sonaba genial ¿verdad? Pues imagínatelo ahora con los ingredientes reales de la Nutella en orden de importancia: azúcar, manteca de palma, avellanas y cacao desgrasado. No suena igual, ¿verdad? Por si te lo preguntas, ahí van el resto de los ingredientes: cacao desgrasado  leche desnatada en polvo (6,6%), suero lácteo en polvo, emulgentes: lecitinas (soja), vainillina.

7. Conocer las bases de una alimentación saludable y aplicarlas para toda la familia. Porque lo mejor que le podemos dar a nuestro bebé es un buen ejemplo, cuando empezamos a practicar el BLW nos empapamos de información sobre la pirámide alimenticia y alimentos saludables... Y lo ponemos en marcha para toda la familia para que nuestro pequeño aprenda por imitación. Le cuidamos y nos cuidamos.

8. Técnicas de negociación zen con abuelas y en fiestas de guardar. Cuando decides priorizar los alimentos saludables en la alimentación de tu pequeño, los eventos sociales se convierten en una carrera de obstáculo para evitar que familiares y amigos empapucen a tu peque de patatas fritas, gusanitos y chuches. Lo bueno es que desarrollas un sexto-sentido antichuches y técnias de negociación ninja para enfrentarte tanto a abuelas recalcitrantes como a niños con subidón de azúcar.

9. Improvisar una comida fuera de casa sin preocupaciones. Con mi primer hijo era casi imposible improvisar una comida fuera de casa a no ser que tuviera un puré preparado o un super/farmacia para comprar un potito de urgencias. Ahora puedo salir a comer a cualquier sitio sin preocuparme de llevar algo especial para que coma mi bebé porque siempre tengo opciones a mi alcance en cualquier restaurante.

10. La mejor hora del baño. Que extrañamente no es antes de la cena, sino más bien después de la comida o después de la cena.

martes, 28 de octubre de 2014

El Baby-Led Weaning en el cambio de paradigma de la crianza

Estamos en un momento de cambio de paradigma de la crianza... O al menos eso creemos muchas personas que nos relacionamos en las redes sociales y en la blogosfera, porque a veces salimos de nuestro pequeño mundo y nos damos de frente con la cruda realidad... Pero volviendo al optimismo, prosigo con un cambio de paradigma encaminado a reconocer y aceptar la crianza con apego, una tendencia que, con el respaldo de la neurobiología y otras ciencias, reconoce que las necesidades de los niños desde el inicio de la vida son reales y no caprichos que hay que negar para evitar que se conviertan en malcriados.

Cada día más madres amamantan durante más tiempo en el convencimiento de que hacen lo mejor para su bebé, le dan masajes, le llevan pegadito, le acompañan en sus noches... y a veces el sueño se rompe al llegar a la alimentación complementaria. El bebé rechaza los purés y aunque la madre le siga dando el pecho con alegría, no deja de preocuparse sobre si estará comiendo suficiente, estará bien alimentado, si lo está haciendo bien o mal y si debe obligarle o no.

La frontera de los seis meses
Los bebés no se despiertan el día que cumplen seis meses habiendo olvidado toda su capacidad de gestionar su alimentación. Siguen sabiendo comunicarse con su madre para pedirle su alimento principal y para demostrarle que ciertas cosas no les gustan. Intentan coger la cuchara de su madre o lo que está comiendo ¡¡¡Y luego cierran la boca cuando le sofrecen la cuchara de puré!!! Y claro, la pelota queda en el tejado de los padres, para lidiar con ella de la mejor manera posible conforme a sus conocimientos, cultura, consejos, presiones, etc.

El baby-led weaning o alimentación complementaria a demanda supone, en este sentido, un paso más en el reconocimiento de la sabiduría del bebé, de su capacidad de autoregulación. Cuando los padres abordan la alimentación complementaria como un diálogo entre iguales y no como una lucha de poder (o enseñanza) entre quien sabe más y quien tiene que aprender avanzan en el camino hacia el respeto hacia su pequeño. El bebé, además, se sentirá comprendido y apoyado, ya que esta nueva situación concuerda con todo lo vivido y aprendido anteriormente.

Aprendizaje en ambas direcciones
El mecanismo más poderoso de aprendizaje en la primera infancia es la imitación. Por eso, parece un contrasentido tratar de que un bebé haga algo que no tiene nada que ver con lo que hacemos los adultos. En el paradigma de la comida triturada el bebé se sienta solo en su trona y come a unos horarios que nada tienen que ver con los ritmos del resto de la familia (la mayoría de los bebés "comen" a las 12 y a esa hora mucho adultos acaban de terminar el almuerzo). En cambio, en el BLW el bebé comparte la comida con el resto de la familia, al mismo momento y disfrutando de la misma comida que aprende a comer por imitación. Mirará fijamente la boca del adulto e imitará el modo de coger los alimentos y de llevárselos a la boca y de masticarlos.

Un claro ejemplo de esto son los cubiertos. Los bebés que practican BLW piden los cubiertos ellos solos a una edad muy temprana (en torno a los 12 meses). Y no lo hacen por dejar mal a todos los que te critican por dejarle comer con las manos, sino que lo hace porque ve que es lo que hace el resto de la familia y él quiere participar de la experiencia completa.

El bebé que come triturados en un ambiente que no tiene nada que ver con la comida familiar no ve a sus padres siendo alimentados con una cuchara mientras alguien les hace fiestas. Y ese bebé querrá participar de la comida cuando vez a sus padres o hermanos mayores tan entretenidos y concentrados en algo que es TAN DIVERTIDO que lo repiten varias veces al día.

Los padres que practican el BLW aprenderán también de su bebé, porque la alegría y el gozo con el que comen los peques, con el que tocan las cosas, invita a los adultos a reflexionar sobre la comida, a elegir alimentos más saludables, a preparar comidas que también puedan comer con las manos junto con su peque, etc. Si nos dejamos llevar, los niños también tienen mucho que enseñarnos o redescubrirnos.

Doble destete
Carlos González afirma muchas veces que dar a los bebés papillas y triturados es como hacer un doble destete: el primero de la leche a los purés y el segundo de los purés a los sólidos. Es algo que no parece tener demasiado sentido. Además, y aunque no todo tiempo pasado siempre fue mejor, las batidoras no tienen tanto tiempo. ¿Cómo se organizaban las familias hace 100 años? ¿O hace 200?

Yo no dejo de pensar que la alimentación con triturados no deja de ser una extensión de un paradigma de puericultura altamente desconfiado en el bebé y altamente reglamentado. El paradigma en el que el bebé se alimenta con cantidades exactas de leche en intervalos regulares de tiempo controlados por un adulto tiene su consecuencia lógica en un sistema de introdución de los sólidos en el que también se desconfía de las capacidades del bebé (no sabe masticar / no comerá lo suficiente) y se miden milimétricamente las cantidades de purés y los alimentos que se van poniendo en ellos.

Así pues, cada día estoy más convencida de que el BLW supone un paso más en la instauración de un paradigma distinto de crianza. Es un sendero complicado que requiere quitarse prejuicios de encima pero también miedos e inseguridades y, además, hacer frente a los prejuicios ajenos de aquellos que todavía no los han superado. Es un camino duro que requiere informarse, pero también un camino sencillo si nos dejamos llevar y abandonamos el papel de guías infalibles. Puede resultar difícil, pero el disfrute es grande y duradero. ¿Nos acompañas?

miércoles, 13 de agosto de 2014

La comida antes de los 6 meses

Descubriendo la experiencia "manzana".
Hoy otro post sobre Baby-Led Weaning. Estoy en racha con el tema. La oportunidad "la pintan calva" y el hecho de tener a un pequeño descubridor en casa hace que el tema esté al orden del día. En este post quiero hablar sobre si se debe ofrecer o no comida a los bebés antes de los seis meses.

La recomiendación de la Asociación Española de Pediatría, la Academia Americana de Pediatría o la Organización Mundial de la Salud nos la sabemos todos: lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y como sustento principal hasta el año complementada con otros alimentos. Así pues, en principio, no se debería dar nada de comer a los bebés antes de los seis meses.

Parece que la idea no da para mucho... Pero sí que da. Y es que los bebés que son criados "en brazos" de sus padres, que comparten la hora de la comida con mamá o con papá, ya sea en sus rodillas o en la teta, que ven a sus hermanos disfrutar llevándose cosas a la boca, suelen demandar formar parte de esa experiencia mucho antes de los seis meses.

Equipamiento completo
En mi experiencia, y por lo que me cuentan otros papás, estos bebés que están a la altura de la mesa a la hora de la comida empiezan a "echar mano" a la comida en torno a los cinco meses. En esa etapa ya manejan las manos con más o menos precisión y las pueden usar para "manipular" su entorno, cogiendo cosas y llevándolas a su principal órgano táctil: la boca.

En la foto del post de ayer, podéis ver la instántanea del primer trozo de melón que me "robó" Erik en torno a los cinco meses de edad. Tenía todo lo necesario para hacerlo:
  • Estar en el sitio adecuado (mis rodillas).
  • En el momento adecuado (la hora de la comida).
  • El manejo apropiado de las manos.
  • La curiosidad por el mundo que le rodea y los objetos que manipulamos los demás.
  • La boca como órgano táctil más desarrollado.
Así que, ni corto ni perezoso, se hizo con un gran trozo de melón y lo estuvo baboseando y chupando durante un buen rato. Sus hermanos se tronchaban de risa y yo buscaba el teléfono para inmortalizar su primera incursión en el Baby-Led Weaning.

¿Se lo debemos permitir?
Muchas veces los padres me preguntan si le deben permitir al bebé comer antes de los seis meses o si le deben quitar la comida. Es una situación realmente angustiosa, sobre todo cuando vas pregonando por ahí eso de "lactancia hasta los seis meses" y llega tu bebé a llevarte la contraria delante de todo el mundo.

Yo nunca les digo que ni sí, ni no ni todo lo contrario. Les ofrezco opciones y las opciones que a mí se me ocurren cuando un bebé de cinco meses demanda participar en la hora de la comida son las siguientes:
  • Ofrecerle un juguete a la hora de la comida para que pueda manipular y tocar y chupar como el resto y que se sienta incluido con los demás.
  • Lo mismo que lo anterior pero en lugar de con un juguete con algo que estén usando los demás, como una cuchara o un vaso de plástico. Esto es especialmente adecuado para los bebés más perspicaces que no se dejan timar con el "sonajero" de siempre.
  • Lo mismo que lo anterior pero con algo de comida.
En el fondo, cuando dejamos al alcance de un bebé de cinco meses algo de comida no estamos esperando que la coma o que se "inicie" en la alimentación complementaria; estamos esperando que juegue con ella y que la use para seguir desarrollando sus habilidades psicomotrices y su socialización.

El primer juguete
"Con la comida no se juega". Es algo que tenemos muy arraigado en nuestra sociedad y que es difícil de superar porque nos lo han repetido hasta la saciedad. Sin embargo, cuando usamos el BLW como aproximación a la alimentación complementaria de nuestro bebé tenemos que pensar justo lo contrario: la comida no es comida, sino un juguete.

Cuando pensamos que una manzana es comida, reducimos todas sus dimensiones a solo una: comida. Y afrontamos la experiencia manzana simplemente pensando si la comeremos a mordiscos, la pelaremos o la lavaremos, si la partiremos o si nos haremos un zumo o si la guardamos para hacer tarta de manzana.

Sin embargo, esa misma manzana en las manos de un bebé supone toda una experiencia de aprendizaje:
  • Tiene que descubrir si necesita manejarla con dos manos o con una sola.
  • Se hace una idea aproximada de su peso y de cuanta fuerza necesita para levantarla en comparación con sus otros juguetes.
  • La aprieta para descubrir si es firme o cede a la presión.
  • Determina si es resbaladiza.
  • La explora con los labios para descubrir su textura y sabor.
  • La mueve por la mesa para descubrir si rueda o no.
  • La chupa por arriba y por abajo (los bebés son expertos en dar con el rabito -si se lo dejamos a la manzana- a la primera).
  • Investiga como suena al lanzarla sobre la mesa, trona o al suelo,
  • Etc.
¿Quién dijo que las manzanas eran aburridas? Yo después de todo esto tengo claro que el mejor regalo para la carta de Reyes Magos no es un costoso juego de esos de los  que la letra pequeña informa que valen más de 60 €... No, más bien una modesta manzana de a 20 céntimo la unidad puede ofrecer las mismas emociones, aprendizajes y descubrimientos que el juguete más caro diseñado por sesudos pedagogos.

Y tu peque ¿Cuándo empezó a interesarse por la comida?

martes, 12 de agosto de 2014

BLW: Alimentos que NO hay que retrasar

¡¡¡Al rico melón veraniego!!!
Una de las principales dudas de cualquier padre a la hora de iniciar la alimentación complementaria es el orden en el que dar los alimentos. Siempre que hago un taller de Baby-Led Weaning la mayoría de los asistentes se queda muy sorprendido cuando les digo que no hay manera mejor ni peor de empezar. No hay evidencia científica que respalde empezar por cereales, o por fruta, o por verdura, o mezclando alimentos de los diferentes grupos.

De hecho, en cada cultura se hace de manera diferentes y los "mandamientos" de un centro de salud difieren completamente de los de otro centro de salud de la misma localidad... ¡¡¡Incluso los pediatras de un mismo centro de salud dan indicaciones diferentes para comenzar!!!

Otra sorpresa que les aguarda a los padres que hablan conmigo sobre alimentación complementaria a demanda es cuando les digo que en realidad no es necesario retrasar la introducción de ningún alimento para evitar las alergias. Tal y como nos explica fenomenalmente el nutricionista Julio Basulto:
Si aplicamos la lógica, parece sensato retrasar la aparición de los alimentos potencialmente alergénicos en la dieta del bebé. Sin embargo, la lógica no siempre coincide con las pruebas científicas. En este caso, tal y como indican hoy las principales asociaciones de pediatría, y como confirmó en mayo de 2010 una revisión publicada en Current Opinion in Clinical Nutrition & Metabolic Care, es innecesario demorar la incorporación de alimentos potencialmente alergénicos en bebés. De hecho, incluso podría ser contraproducente. Lo verdaderamente relevante es la progresión, es decir, hacerlo poco a poco (siempre a partir de los 6 meses de edad) para comprobar la tolerancia del bebé. Si al día siguiente de incorporar una novedad en su dieta, el niño sigue bien, adelante con otra.
Fuente: El rincón de Julio Basulto en el blog La Sirena.
¿También el huevo?
Pero ¿Y el huevo? ¿las fresas? ¿el melocotón? Pues el hecho de retrasar su introducción en la dieta del bebé no implica que vayamos a evitar la alergia, sino más bien al contrario. La Academia Americana de Pediatría recomendó en el año 2000 retrasar la introducción de alimentos potencialmetne alergénicos en bebés con riesgo de padecer alergia. Este consejo estaba basado en la opinión de expertos, ya que no existía evidencia científica al respecto... Y la recomendación destinada a bebés de alto riesgo (antecedentes familiares, enfermedades, etc.) se generalizó para todos los bebés.

En cambio, desde esta recomenación, se han ido acumulando estudios e investigaciones que han ido demostrando que el restraso de la introducción de estos alimentos no solo no es beneficioso, sino que incluso podría llegar a ser perjudicial. Un buen ejemplo de ello es el gluten. Hace años se recomendaba retrasar su introducción hasta los 8 o 9 meses, pero después de la epidemia de celiaquía registrada en Suecia después de esta recomendación, se descubrió que era perjudicial y hoy en día se recomienda introducirlo a los seis meses y poco a poco.

Un artículo de la Sociedad Pediátrica Canadiense resume muy bien la evidencia al respecto y menciona estudios que demuestran que la alergia a los cacahuetes se triplico en el Reino Unido durante el periodo en el que se recomendaba retrasar la introducción de este fruto seco en la dieta de los bebés. Una investigación australiana concluyó que el retraso en la introducción del huevo aumenta las tasas de alergia frente a la introducción entre los 4 y los seis meses.

Con todos estos datos en la mano, la Academia Americana de Pediatría (que parece ser el espejo en el que se mirán el resto de "patronales" del sector) estableción en sus recomendaciones de 2008 que no había evidencia convincente de que retrasar la introducción de alimentos sólidos (incluyendo cacahuete, huevo y pescado) más allá del periodo de 4 a 6 meses no tiene ningún efecto protector frente a las alergias.

¿Y entonces qué?
Lo cierto es que, ante la falta de evidencia, son los padres los que deben decidir qué alimentos dar y cuáles no dar a los bebés, siguiendo las pautas alimentarias de una dieta saludable y las costumbres familiares. Conviene recordar que la introducción de la alimentación complementaria se hace a los seis meses para completar el aporte de hierro al lactante, ya que se estima que es en este periodo cuando se comienzan a agotar las reservas del nacimiento.

Entonces, parece conveniente elegir los alimentos más ricos en hierro para iniciar la alimentación complementaria del bebé, como la carne o el huevo. Tampoco parecería demasiado conveniente retrasar el pescado hasta el año, cuando es una de las pocas fuentes de ácidos grasos omega3 que son tan necesarios para el correcto desarrollo del bebé (dichas grasas también están presentes en la leche materna, pero si la alimentación complementaria va sustituyendo poco a poco un porcentaje de la ingesta de leche materna sería necesario que existiera también un aporte adecuado de omega3 también en la dieta sólida). 

En este artículo tenéis una guía de los alimentos que hay que evitar y una explicación de los porqués.


Reacciones adversas y formatos
Los alimentos, por tanto, deben introducirse paulatinamente y estando siempre atentos a una posible reacción adversa en el bebé. En cuanto a los sintomas de alerta, citamos de nuevo a Julio Basulto, que los explica a la perfección:
En la mayor parte de casos, los primeros síntomas de una alergia en la infancia aparecen o en la piel o en el tracto gastrointestinal, poco después de tomar determinados alimentos. En la piel se suele observar urticaria, bultos en la piel o enrojecimientos. En el sistema digestivo pueden aparecer edemas en labios, lengua, paladar o garganta (un edema es una hinchazón blanda, que cede a la presión), pero también vómitos, náuseas, dolor abdominal, diarrea e incluso, en ocasiones, heces con restos de sangre. (...) Ante la duda, acude a tu pediatra: es importante un buen diagnóstico.


Volviendo a mi experiencia personal hablando a otros padres de Baby-Led Weaning, la mayoría se quedan en un estado de shock prácticamente después de escuchar todo esto, ya que no tiene nada que ver con todo lo que han venido oyendo hasta entonces.

Yo aquí meto el razonamiento de mi propia cosecha, más allá de nutricionistas y de escuelas de pediatría. Cuando se "educa" a los padres para dar purés se les inculca la nula capacidad de decisión del bebé y es el experto (pediatra y/o enfermero) y los padres los que deciden los alimentos que deben comer, en qué orden y las cantidades. El padres al que se confía la importante misión de sentar los cimientos para una correcta alimentación de su retoño lo hace con dedicación, pasión y entrega y si tiene que hacer el avión, el tren o la bicicleta para que su hijo se tome la cucharada de puré lo hará.

Entonces ¿Crees que la reacción alérgica será de iguales proporciones si embutimos al bebé 250 ml de papilla salga el sol por donde salga y sin tener en cuenta sus signos de rechazo y saciedad que si dejamos que sea el bebé el que se autorregule y el que decida si quiere comer un alimento o no?

Las personas que tienen alergia suelen detectar que una comida contiene un alérgeno porque le pica en la boca. El bebé que aprende a detectar ese picor y lo acepta como lo que es (un síntoma de alarma)y normalmente, rechazará ese alimento espontáneamente. El padre que deja que su bebé tome la iniciativa verá que el pequeño ignora las fresas o el huevo en repetidas ocasiones y dejará de ofrecérselo. Así de simple es la diferencia entre un método u otro. Entre dejar que el bebé tome las riendas o dejar que otros decidan por él.

Y ¿Nosotros como aplicamos todo esto? Pues a la canadiense. El otro día Erik cumplió seis meses y lo celebramos ofreciéndole una rica tortilla francesa que cenamos en familia ¡¡¡Llamadme inconsciente!!! :P

lunes, 25 de febrero de 2013

6 errores básicos con el Baby-Led Weaning

Cada día más personas se acercan el Baby-Led Weaning como opción para dar continuidad a la capacidad para autorregular su alimentación de sus hijos. En el fondo, si la comida en purés y en cantidades medidas y variedades estrictas es una herencia de las décadas de lactancia artificial, antes de todo eso, antes de que se inventaran las batidoras, tenía que existir una manera diferente de hacer las cosas.

El Baby-Led Weaning es una opción fácil y natural pero a veces la falta de referencias a la hora de hacer las cosas o la falta de personas a las que acudir en caso de dudas puede llevarnos a dificultar el proceso o incluso a fracasar antes de empezar.

Durante los talleres y reuniones con madres, al hablar del tema de la alimentación complementaria autorregulada, he constatado que existen varios errores básicos en los que solemos caer muchas veces y que nos dificultan avanzar de una manera más fácil y fluida en todo el proceso.

Así que aquí os cuento uno de estos errores, por qué considero que no son la opción más apropiada y la alternativa que mejor ha funcionado en mi experiencia y que también les ha ido bien a otras mamás.

- Darle la comida en trozos pequeños para que no se atragante.
Pensamos que al ofrecer trozos pequeños los niños no se atragantarán pero
a) los niños de seis meses NO son capaces de coger trozos pequeños por si mismos, por lo que
b) se los tenemos que meter en la boca para que se los coman y
c) esto aumenta la posibilidad de atragantamiento al introducir en la boca del niño objetos pequeños cuando él no está preparado para gestionarlos ya que
d) hasta que los bebés no hacen la pinza no han adquirido las habilidades necesarias para gestionar (morder, masticar, mover por la boca y tragar) trozos pequeños.

- Preocuparse por las cantidades que come el niño.
Al igual que los bebés que toman lactancia materna son capaces de autorregularese, controlando las cantidades que comen y cuando las comen, los bebés son capaces de regular la ingesta de alimentación complementaria, adaptándola a sus deseos, necesidades, progresos y avances con los sólidos. No hay ninguna prisa ya que, hasta el año, la lactancia debería seguir siendo el alimento principal.

- Ofrecerle comidas que no tienen nada que ver con lo que comen los adultos.
El Baby-Led Weaning no consiste solo en que los bebés se autorregulen en la alimentación complementaria, sino que también es la base para asentar buenos hábitos alimentarios como comer en familia, compartir el momento de la comida como un punto de encuentro para contarnos cosas, hablar y ver qué tal nos ha ido el día.
Si nuestro hijo no se siente incluído porque lo ofrecemos alimentos diferentes, se dificulta la creación de este hábito.
Los bebés aprenden por imitación y si los hábitos de la familia en cuanto a alimentación no son los más adecuados, el bebé los aprenderá nos guste o no. Por eso no tiene sentido ofrecerle alimentos diferentes pensando en que son más saludables. En cambio, deberíamos aprovechar la ocasión para mejorar los hábitos alimenticios de toda la familia.

- Pensar en la comida solo como alimento.
Si la lactancia materna es un 10% alimentación y un 90% desarrollo cerebral, podemos decir, de manera análoga, que la alimentación complementaria -enfocada como Baby-Led Weaning- es un 10% alimentación y un 90% experimentación. Los bebés juegan con la comida, aprenden sobre colores, formas, pesos, texturas, olores y mucho más. ¿Por qué limitar esta amplia gama de oportunidades de aprendizaje solo a la comida?

- Preocuparse por la suciedad.
El Baby-Led Weaning es más sucio que otros tipos de alimentación, pero eso no significa que las madres que dan purésy alimentos triturados a sus hijos estén exentas de manchas y desorden. Mancha tanto un bebé que hace pedorretas con el puré o que lanza la cuchara como el niño que aparta varios alimentos para quedarse con uno solo.

- Asumir que los niños tienen que comer de todo.
Los adultos no comemos de todo. Nadie planifica sus comidas pensando en que hace dos semanas que no come berzas o que todavía no ha probado el pollo al curry. En cambio, solemos diseñar los menús eligiendo los alimentos que más nos gustan, nuestras técnicas de cocinado preferidas y buscando una alimentación variada y equilibrada.
Si nuestro hijo se niega a comer sistemáticamente un alimento no pasa nada. Si no come pimiento, da igual, siempre y cuando coma otras verduras y hortalizas. Si se niega a probar la pera, no pasará nada si come platano y manzana. Nuestra obligación como padres es poner a su disposición una oferta amplia, variada y saludable de alimentos. Si no come unos en favor de otros, siempre estará comiendo cosas sanas.

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