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miércoles, 4 de julio de 2012

El milagro de lo normal

Tengo muchas entradas pendientes por escribir de todo lo que aprendí durante el V Simposio Internacional de Lactancia Materna (VSILM) celebrado la semana pasada en San Sebastián por La Liga de la Leche Euskadi. Pero hoy me apetece hablaros de algo más normal, pero también más bonito, más bello, más enternecedor.

Ayer tuve reunión del grupo de lactancia (Multilacta Móstoles). Las reuniones de julio y agosto suelen ser pequeñitas y con poca asistencia y así se confirmó ayer, con la presencia de dos mamis habituales (aunque no por ello con menos dudas). Pero a última hora llegó otra familia. Una mamá, un papá y su pequeño retoño. Me habían llamado unos minutos antes porque habían estado en una reunión del grupo previamente.

La mamá había tenido una experiencia penosa en su lactancia anterior, pero había decidido que, con su segundo pequeño, quería luchar y estaba animada para intentarlo de nuevo. Y lo hacía con el mejor de los principios, acudiendo a un grupo de lactancia (Multilacta Alcorcón) durante su embarazo para resolver las dudas y las incógnitas que le habían surgido.

De este modo, se marchó a casa con al menos una cosa bien clara: si surgía algún problema en su lactancia, era de vital importancia que contactara con alguien cualificado cuanto antes para solucionarlo  de la manera más rápida posible y evitando que fuera a mayores.

Y así, me llamó ayer, con su peque de cuatro días, unas grietas terribles en el pezón y yo la invité a acercarse en el grupo, ya que en ese mismo momento estabe reunida con otras mamás. Y no cuento todo esto para tirarme el pisto o demostrar lo maja que soy o lo bien que se me da enseñar "cosas de tetas" a otras madres (ya veréis que, más bien al contrario, se lo han currado ellos solitos)... Lo cuento porque hoy me he sentido privilegiada al ver a ese pequeñín hacer un afianzamiento espontáneo en cuestión de segundos, presenciando uno de los momentos más mágicos que puede haber en cualquier lactancia materna.

No es la primera ni la segunda vez que veía a un pequeñín de apenas una horas de vida demostrar que, cuando se les deja en el lugar adecuado, son capaces de luchar con tanta fiereza como sus mamás por sacar adelante su lactancia. Una de las primeras veces que lo ví en vivo y en directo (que ya lo había visto antes en vídeo) fue gracias a Suu y a su Pequeñín, a los que me acerqué a ver y a confirmar lo bien que lo hacían al día siguiente de su feliz y risueño nacimiento.

Pero todas y cada una de las veces que he podido verlo, me he sentido igual de afortunada. En primer lugar porque las familias confíen en mi lo suficiente como para dejarme presenciar ese momento mágico de intimidad entre ellas. En segundo lugar, por constatar que los bebés no son unos seres desvalidos sino que son perfectamente capaces de luchar por su supervivencia siempre que estén en el lugar adecuado, en su habitat.

Mi felicidad (de asesora feliz, madre feliz y bloguera feliz) me ha durado unas horitas largas, hasta que me he puesto a rememorar y a pensar sobre el tema. La reflexión no me ha quitado la felicidad (que aquí sigue y me anima a escribir estas palabras), pero sí me ha servido para indagar por las razones de que algo que debería ser tan aparentemente normal -dejar que los bebés tomen las riendas de su propia lactancia- nos parezca tan mágico y sorprendente hoy en día... Y es que no he sido solo yo, sino que las otras mamis también estaban "embobadas" presenciando ese momento tan bonito.

Ni siquiera yo, en mi segunda maternidad, me atreví a confiar en los instintos de mi pequeña y la acerqué al pecho por iniciativa propia. Conocía el afianzamiento espontáneo y lo había visto, pero preferí tomar una postura más activa en el inicio de nuestra lactancia... (Aunque es cierto que el piel con piel sí que lo llevamos a rajatabla).

Hoy, casi tres años después del inicio de mi segunda lactancia, rememoro ese día gracias a esta familia y todas las que me han permitido colarme en momentos tan importantes como este de su vida. Hoy soy asesora de lactancia y me pregunto por qué yo misma lo califico como magia cuando es algo tan normal, que hoy me resulta tan evidente... Hoy me doy cuenta de la poca confianza que tenía en ese momento en la capacidad de mi hija para actuar por si misma, porque pienso que ese afianzamiento espontáneo es algo maravilloso cuando debería pasar todos los días y repetirse milllones de veces por todos los rincones del globo.

No debería ser maravilloso, deberíamos verlo como lo normal... con esa media sonrisa tonta que se me pone cuando veo a una madre mamar, o esa franca sonrisa y guiño que dedico a cada mamá que me encuentro amamantando orgullosa por la calle a sus bebés y niños mayorcitos... Porque si empezáramos a cambiar el paradigma de bebé indefenso que no sabe lo que quiere por el de bebé bien preparado que tiene muy claro lo que necesita para su supervivencia, quizás las madres tendríamos más confianza en nuestras maternidades, ya sean las primeras, las segundas o las terceras. Porque cuando transformamos el monólogo de la maternidad en un diálogo de tú a tú con nuestro bebé, tenemos mucho más claro lo que nos funciona como pareja, como duo o diada.

Hoy creo que he aportado un granito de arena a consolidar esa confianza entre esa madre (y ese padre) y su bebé. Y también, ¡cómo no! a confiar un poco más en mi capacidad para aplicar todos este aprendizaje en mis futuras lactancias.

lunes, 28 de marzo de 2011

No puede ser tan difícil

Diana, mamando, en su
segundo día de vida.
Las tasas de lactancia materna en España demuestran que todavía queda mucho camino por recorrer. Aunque van aumentando ligeramente, en las primeras semanas de vida del bebé un gran número de madres abandonan la lactancia materna o empiezan a complementar con biberones.

Pero la lactancia materna no puede ser tan difícil... Si lo fuera, los seres humanos lo habríamos pasado bastante mal como especie animal antes de la invención de las leches de fórmula. Entonces, ¿qué es lo que ha pasado? Ahí van varias causas que estan en la raíz del desecenso espectacular en las cifras de lactancia materna experimentadas durante la segunda mitad del siglo XX:
  • Presión publicitaria y económica de los fabricantes de sucedáneos de leche materna.
  • Pérdida de la cultura del amamantamiento.
  • Carencia de referentes culturales apropiados de lactancia.
  • Falta de formación y apoyo entre los profesionales sanitarios.
  • Escasos esfuerzos de las administraciones públicas para apoyar la lactancia.

La influencia del parto
También hay otros factores -sobre todo en lo concerniente al nacimiento- que no contribuyen precismente a un buen comienzo de la lactancia materna:
  • Uso excesivo de medicamentos durante el parto.
  • Separación entre la madre y el bebé.
  • Priorización de normas y protocolos frente a las necesidades de la madre y el bebé
Entonces, ¿qué podemos hacer para mejorar estas cifras y para dar un buen comienzo a esas madres que quieren amamantar a sus hijos y a esos bebés que esperan ser alimentados por el pecho de su madre? Sería importante entender la expectativas con las que nace un bebé, que están intimamente relacionadas con la lactancia ya que la naturaleza no deja nada al azar y sería absurdo que no "equipara" a los bebés con un buen número de instintos que aseguraran su supervivencia.

La expectativas del bebé
Y, ¿Qué espera un bebé? Según Diane Weissinger, IBCLC con varias décadas de experiencia en la consultoria de lactancia y coautora de la 8ª edición de El arte femenino de amamantar, los bebés buscan:
Foto tomada de la web de La Liga de la Leche (www.llli.org).
  • Estabilidad postural. Y la consiguen, básicamente, cuando están apoyados sobre su vientre, preferentemente, sobre el cuerpo de su madre.
  • Verticalidad. No implica que tengan que estar completamente verticales, pero amamantan de manera mucho más cómoda y natural cuando su postura sobre el cuerpo de la madre tiende a la verticalidad.
  • Un lugar para colocar la mandíbula inferior. Por lo que tienden a echar ligeramente la cabeza hacia atrás. Con este movimiento adelantan su mandíbula inferior, lo que les permite abarcar con ella una mayor porción del pecho. No hay que aprisionarles o esforzarnos por colocarles en una postura de libro, porque estaremos coartando sus movimientos naturales para buscar estas posturas óptimas.
  • Contacto con el pecho con su cara y mejillas. No hay mecanísmo que dispare con mayor celeridad el reflejo de búsqueda de un bebé que el contacto del pezón sobre su mejilla. 
  • Tener el control. Los bebés esperan que se les deje actuar en el pecho, tomar la iniciativa.
  • Seguir un cierto orden. Los bebés, como otros mamíferos, actúan según "secuencias de alimentación" que son pasos/estímulos que van disparando los reflejos y llevando a las siguientes fases de la secuencia, garantizando una alimentación adecuada. Así, por ejemplo, la postura ventral del bebé sobre el cuerpo de la madre lleva al comienzo de la búsqueda, cabeceo del bebé, que le lleva a inclinarse, alcanzar el pecho, estímulo del pezón en la mejilla, apertura de la boca y enganche correcto. Si interferimos, estamos interrumpiendo las secuencias de alimentación.
  • Un poco de ayuda por parte de su madre. Aunque los bebés sepan hacerlo casi todo solos, también buscan y necesitan un poco de colaboración de su madre a la hora de lograr un agarre adecuado. Sujección cuando reptan por el pecho, acercamiento o moldeado del pecho, estimulación, etc.
Y, en el fondo, ¿qué supone todo eso? Pues, como decía Weissinger "todo lo antiguo vuelve a ser nuevo" y es que los expertos y profesionales de la lactancia no dejan de descubrir día a día que lo más fácil para garantizar una lactancia exitosa y placentera es interferir lo menos posible en la diada madre-bebé y trabajar con las madres en temas como la confianza en sus habilidades y las de su bebé.
Fomentar la confianza
En lugar de insistir en agarres asimétricos o posturas tripa-con-tripa, todo apunta a que sería mucho más beneficioso insistir a las madres en aspectos como los siguientes:
Foto extraída de la web www.biologicalnurturing.com
  • La lactancia es un comportamiento del lado derecho del cerebro, como bailar o jugar al tenis. Nadie nace sabiendo y nadie lo hace bien a la primera, pero, finalmente, todos acabamos consiguiéndolo con la práctica.
  • Amamantamiento reclinado. Si el bebé busca la verticalidad y el apoyo sobre su vientre, habría que enseñar a las mamás posturas de amamantamiento reclinado ("biological nurturing") que contribuyen a la estabilidad y verticalidad del bebé y le permiten seguir sus secuencias de alimentación.
  • La lactancia es un placer con el que hay que ser indulgentes. No debemos privarnos de ese placer aunque el bebé haya mamado hace cinco minutos. Hay que disfrutarlo muy a menudo. 
  • La madre debe estar cómoda.
Y para terminar, la nota personal que me ha llevado a pensar y reflexionar sobre este tema ha sido la reflexión sobre el afianzamiento espontáneo o la técnica de la no técnica, que consiste en dejar que el bebé tome las riendas. Y es que hace unas semanas en el grupo de lactancia varias mamás fuimos testigos de como un bebé de poco más de diez días hacía el camino el solito hasta el pecho de su madre.

Hoy una amiga y conocida bloguera de algunas de vosotras ha solicitado mi ayuda como asesora de lactancia y creo que al final la más ayudada he sido yo, porque ver a su bebé de apenas un par de días hacer todo el camino solo hasta el pecho sin más ayuda que los brazos amorosos de su madre haciendo de protección y sostén, logrando un agarre espectacular y una secuencia de afianzamiento espontáneo de libro.

Y ¿por qué me ha ayudado? Porque ver estas cosas en vivo y en directo reafirma lo que he aprendido teóricamente y no he tenido oportunidad de experimentar con mis hijos. Porque me anima a seguir trabajando en fomentar la confianza de la madre en su capacidad para amamantar y en su deber de confiar en la capacidad de su bebé para guiarla por el camino.

Ha sido un momento bonito y muy emocionante. Gracias, Suu, por haberme permitido presenciar un momento tan íntimo y espectacular. ¡¡¡Disfruta de tu lactancia!!!

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