Mostrando entradas con la etiqueta lactancia materna exclusiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lactancia materna exclusiva. Mostrar todas las entradas

miércoles, 13 de agosto de 2014

La comida antes de los 6 meses

Descubriendo la experiencia "manzana".
Hoy otro post sobre Baby-Led Weaning. Estoy en racha con el tema. La oportunidad "la pintan calva" y el hecho de tener a un pequeño descubridor en casa hace que el tema esté al orden del día. En este post quiero hablar sobre si se debe ofrecer o no comida a los bebés antes de los seis meses.

La recomiendación de la Asociación Española de Pediatría, la Academia Americana de Pediatría o la Organización Mundial de la Salud nos la sabemos todos: lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y como sustento principal hasta el año complementada con otros alimentos. Así pues, en principio, no se debería dar nada de comer a los bebés antes de los seis meses.

Parece que la idea no da para mucho... Pero sí que da. Y es que los bebés que son criados "en brazos" de sus padres, que comparten la hora de la comida con mamá o con papá, ya sea en sus rodillas o en la teta, que ven a sus hermanos disfrutar llevándose cosas a la boca, suelen demandar formar parte de esa experiencia mucho antes de los seis meses.

Equipamiento completo
En mi experiencia, y por lo que me cuentan otros papás, estos bebés que están a la altura de la mesa a la hora de la comida empiezan a "echar mano" a la comida en torno a los cinco meses. En esa etapa ya manejan las manos con más o menos precisión y las pueden usar para "manipular" su entorno, cogiendo cosas y llevándolas a su principal órgano táctil: la boca.

En la foto del post de ayer, podéis ver la instántanea del primer trozo de melón que me "robó" Erik en torno a los cinco meses de edad. Tenía todo lo necesario para hacerlo:
  • Estar en el sitio adecuado (mis rodillas).
  • En el momento adecuado (la hora de la comida).
  • El manejo apropiado de las manos.
  • La curiosidad por el mundo que le rodea y los objetos que manipulamos los demás.
  • La boca como órgano táctil más desarrollado.
Así que, ni corto ni perezoso, se hizo con un gran trozo de melón y lo estuvo baboseando y chupando durante un buen rato. Sus hermanos se tronchaban de risa y yo buscaba el teléfono para inmortalizar su primera incursión en el Baby-Led Weaning.

¿Se lo debemos permitir?
Muchas veces los padres me preguntan si le deben permitir al bebé comer antes de los seis meses o si le deben quitar la comida. Es una situación realmente angustiosa, sobre todo cuando vas pregonando por ahí eso de "lactancia hasta los seis meses" y llega tu bebé a llevarte la contraria delante de todo el mundo.

Yo nunca les digo que ni sí, ni no ni todo lo contrario. Les ofrezco opciones y las opciones que a mí se me ocurren cuando un bebé de cinco meses demanda participar en la hora de la comida son las siguientes:
  • Ofrecerle un juguete a la hora de la comida para que pueda manipular y tocar y chupar como el resto y que se sienta incluido con los demás.
  • Lo mismo que lo anterior pero en lugar de con un juguete con algo que estén usando los demás, como una cuchara o un vaso de plástico. Esto es especialmente adecuado para los bebés más perspicaces que no se dejan timar con el "sonajero" de siempre.
  • Lo mismo que lo anterior pero con algo de comida.
En el fondo, cuando dejamos al alcance de un bebé de cinco meses algo de comida no estamos esperando que la coma o que se "inicie" en la alimentación complementaria; estamos esperando que juegue con ella y que la use para seguir desarrollando sus habilidades psicomotrices y su socialización.

El primer juguete
"Con la comida no se juega". Es algo que tenemos muy arraigado en nuestra sociedad y que es difícil de superar porque nos lo han repetido hasta la saciedad. Sin embargo, cuando usamos el BLW como aproximación a la alimentación complementaria de nuestro bebé tenemos que pensar justo lo contrario: la comida no es comida, sino un juguete.

Cuando pensamos que una manzana es comida, reducimos todas sus dimensiones a solo una: comida. Y afrontamos la experiencia manzana simplemente pensando si la comeremos a mordiscos, la pelaremos o la lavaremos, si la partiremos o si nos haremos un zumo o si la guardamos para hacer tarta de manzana.

Sin embargo, esa misma manzana en las manos de un bebé supone toda una experiencia de aprendizaje:
  • Tiene que descubrir si necesita manejarla con dos manos o con una sola.
  • Se hace una idea aproximada de su peso y de cuanta fuerza necesita para levantarla en comparación con sus otros juguetes.
  • La aprieta para descubrir si es firme o cede a la presión.
  • Determina si es resbaladiza.
  • La explora con los labios para descubrir su textura y sabor.
  • La mueve por la mesa para descubrir si rueda o no.
  • La chupa por arriba y por abajo (los bebés son expertos en dar con el rabito -si se lo dejamos a la manzana- a la primera).
  • Investiga como suena al lanzarla sobre la mesa, trona o al suelo,
  • Etc.
¿Quién dijo que las manzanas eran aburridas? Yo después de todo esto tengo claro que el mejor regalo para la carta de Reyes Magos no es un costoso juego de esos de los  que la letra pequeña informa que valen más de 60 €... No, más bien una modesta manzana de a 20 céntimo la unidad puede ofrecer las mismas emociones, aprendizajes y descubrimientos que el juguete más caro diseñado por sesudos pedagogos.

Y tu peque ¿Cuándo empezó a interesarse por la comida?

jueves, 22 de marzo de 2012

Culpabilidad improductiva

El tema de la culpabilidad parece que siempre va asociado a la condición de madre. Mujeres que caminamos orgullosas por la vida con el mentón bien alto y pisando fuerte, llegamos al momento de la maternidad y nos sentimos flanqueadas y asediadas por la culpa: por no dar el pecho, por no cocinar purés con verduras ecológicas, por tener que dejar a nuestros hijos en la escuela, por no tener la casa recogida o por cualquier otra razón justificada o absurda.

Quizá toda esa culpa sea un reflejo de lo poco superados que tenemos los "roles tradicionales" de la mujer en la sociedad. Y es que no deja de ser contradictorio que vivamos en una sociedad en la que por un lado algunas mujeres piensan que no darán el pecho porque así el padre puede "comprartir la labor de alimentar al bebé" y por otro lado se sientan culpables por no tener la casas recogida para las visitas en pleno puerperio mientras el papi aprovecha la baja paternal para leerse unos cuantos libros que tenía pendientes. Parece que por un lado hemos desechado todas las diferencias de género, renunciando a ciertas raíces de la femineidad, y por otro nos quedamos con todos los tópicos absurdos de los roles maternales.

Culpa maternal
En el ámbito de la maternidad siempre se habla de la culpa como algo negativo. Quizás por ese discurso en el que se reivindica que "no hay que hacerse sentir culpables a las madres" por sus elecciones. Pero hace poco leía en un manual de lactancia unas afirmaciones al respecto que me hicieron cambiar un poco de perspectiva respecto al tema de la culpa. En el texto, afirmaban que una madre que se siente culpable por su elección de no amamantar probablemente está convencida de que no está haciendo lo mejor para su bebé.
Pero algunos autores sugieren que la culpa puede tener un efecto positivo para las familias.
El tema no es la culpa. El tema principal es el bienestar del bebé. Si la verdad hace que la madre se sienta culpable y desarrolle cierta ansiedad, quizá esta incomodidad incline la balanza a favor de la lactancia. [...] Una culpa motivada puede ser una emoción positiva que lleve al crecimiento personal.
Counselin the Nursing Mother. A Lactation Consultant's Guide. Judith Lauwers y Anna Swisher.
El desarrollo de esta idea es que la culpa puede ser beneficiosa cuando lleva a un cambio a mejor en nuestras elecciones, actitudes o estilos de vida. Por eso, no deja de resultar llamativo que en el ámbito de la maternidad se pretenda evitar el sentimiento de culpa de las madres a base de esconder o suavizar la información, incluso cuando esta información es relevante en términos de salud pública y sus repercusiones en el bienestar de la madre y el bebé pueden ser importantes. 

Culpa y lactancia
Hoy leía este artículo de El Mundo sobre un estudio que afirma que muchas mujeres británicas se sienten culpables por no poder amamantar a sus bebés hasta los sesis meses, tal y como recomiendan tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como las principales asociaciones médicas y pediátricas nacionales e internacionales.
De sus encuentros, los investigadores concluyen que "el mensaje idealista choca a menudo con el crudo realismo", lo que lleva a muchas mujeres a sentirse culpables si no pueden mantener la lactancia en exclusiva durante ese tiempo. Y por eso creen que otro tipo de mensajes más pegados a la realidad resultarían más útiles desde el punto de vista de salud pública. "Por ejemplo, podríamos decir: 'mantenga usted el pecho todo lo que pueda, e introduzca los alimentos sólidos lo más cerca posible de los seis meses'".
Y la conclusión de los investigadores me resulta, cuanto menos, chocante. El paternalismo de la afirmación es asombroso: ¡¡¡Liberemos a las madres de la culpa!!! Eso sí, a base de manipular y esconder la información. Y es que, siguiendo con la reflexión de Lauwers y Swisher en el manual de asesoría de lactancia, a nadie se le ocurre pensar que la posible culpa que se pueda crear en los padres tienda a suavizar otras recomendaciones importantes.  Por ejemplo, a nadie se le ocurre decir a los padres que lo más apropiado es tratar de conseguir una silla infantil para el coche y tratar de usarla el máximo tiempo posible y de abrochar el cinturó que sujeta al bebé siempre que sea posible. No, el hecho de culpabilizar a los padres no priva a las autoridades y a los médicos de recordar a los padres que es necesario usar un dispositivo de reteneción infantil siempre que sus hijos viajen en coche.


Intereses contrapuestos
Pero en el ámbito de la lactancia parece que nos vemos obligados a librar a las madres de la culpa... quizás impidiendo ese crecimiento personal del que hablábamos al principio. Será que hoy estoy conspiranóica, pero toda esta reflexión sobre la culpa me ha hecho recordar las afirmaciones de Diane Wiessinger en un curso que impartió el año pasado en el que decía que sus investigaciones sobre la afirmación "no hay que las madres se sientan culpables por no amamantar" le habían llevado hasta el discurso/publicidad de una marca de sucedáneos de leche materna.

Desde luego la culpa paralizante es improductiva, la culpa axfisiante, la que no nos deja seguir adelante, nos ancla en el pasado y nos impide evolucionar es un sentimento que hay que superar. Pero al igual que el sentimiento de culpa del fumador hacia si mismo puede ser el primer paso para dejar un hábito tan nocivo (lo digo por propia experiencia), no deberíamos tratar de privar a las madres tan a la ligera de ese sentimiento de culpabilidad.

Volviendo al artículo que enlazaba, me llama tremendamente la atención que ante la imposibilidad de mantener la lactancia exclusiva durante seis meses la solución que se proponga sea "suavizar las recomendaciones al respecto" y me asombra todavía más cuando esto se publica en un medio destinado a los profesionales sanitarios, cuyo objetivo final debería ser el mayor bienestar de la población por la que han de velar.  

Culpa productiva
Quizá es que yo peco de inocente, pero al leer el resultado de esa encuesta lo que se me ocurre es que deberíamos seguir luchando por una baja materna de al menos seis meses que nos permita mantener una lactancia exclusiva durante todo ese periodo, siguiendo así las recomendaciones basadas en la evidencia científica que demuestra las ventajas de una dieta exclusiva de leche materna durante el primer medio año de vida, más allá de culpabilidades o sentimientos subjetivos.

Obviamente, si contemplamos toda la encuesta desde este punto de vista, la culpa deja de ser algo negativo y se puede convertir en algo positivo: la motivación de las familias para reclamar un cambio. Para luchar por lo que creen mejor para sus hijos y para hacerlo respaldados por el consenso científico que está detrás de las recomendaciones de la OMS y el resto de organismos internacionales.

Desde luego, si protegemos a las madres de la culpa, las libramos de ella y, por tanto, las privamos de razones para luchar; priorizando así un conformismo con un sistema laboral y social que es claramente insostenible desde el punto de vista familiar y en el que siempre salen perjudicados los más débiles, los pequeños, cuyas necesidades se siguen dejando de lado sistemáticamente en aras de la supuesta bondad de una falta de culpabilidad.

Y, desde luego, que este tema no se remite solo a la lactancia, sino también a las madres y los padres que se sienten culpables de no pasar más tiempo con sus hijos, por ejemplo. Si no, que se lo digan a los que llevan luchando por una mayor racionalización del sistema laboral desde la plataforma Conciliación Real YA.

Otros post interesantes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...