Mostrando entradas con la etiqueta malformacion fetal.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta malformacion fetal.. Mostrar todas las entradas

viernes, 18 de enero de 2013

Bienvenidas y despedidas

No estoy triste. Tampoco estoy feliz. Estoy bien, intento llevarlo. Hay días en que me encuentro cara a cara con gente de mi vida 2.0 y les sorprende "verme tan bien". Siempre les respondo que si no me hubiera sentido capaz de llevar una vida mínimamente normal mientras dure este embarazo, no habría tomado esta decisión.

Tengo clarísimo que Mi Pequeña Flor se merece lo mejor de mí y esto no pasa por vivir el tiempo que tenga que vivir en mi útero inundada de hormonas de estrés y de tristeza. Por eso trato de llevar mi vida y a mi familia adelante, poco a poco, pensando en el día a día.

Un día, dándole vueltas, encontré una buena analogía para explicar porque "estoy bien". Para mí, este proceso, es como si a cualquier persona le dijeran que su madre va a morir en seis meses. Obviamente, pasas tus estados de duelo, de negación, de ira, pero en un momento dado, te das cuenta de que lo mejor es aprovechar ese tiempo que tienes y luego ya te enfrentarás de nuevo a la pérdida y al dolor.

Yo llevo haciendo duelo por mi bebita casi dos meses. Desde luego que estoy triste, desde luego que hay días que me echo a llorar solo de pensarlo. Hay días en que tengo ganas de rendirme y dejar de luchar. Pero trato de que sean los menos. Trato de centrarme en el día a día, en superar las pequeñas crisis familiares, en pasarlo bien con mis hijos, en disfrutar de mi embarazo y en acariciar mi tripa con cariño como cualquier otra embarazada.

Lo malo de todo esto, claro está, es que hay muchos hitos normales de cualquier embarazo que a mí no hacen más que recordarme que el mío (el nuestro) no va a terminar del modo "convencional". De ahí, el título del post: bienvenidas y despedidas.

Hace unas semanas sentí la primera patadita de mi hija. Fue casi un susto ¡¡¡Uy!!! ¿Qué ha sido eso? "Vaya, ni que fuera primeriza", pensé enseguida. Era una patadita (patadón) de mi hija. Y me sentí feliz, porque con esa patadita me demostraba que sigue desafiando sin problemas a los médicos petardos que le llevan augurando una "muerte intraútero" durante los últimos dos meses. Me sentí feliz por esa nueva forma de comunicación con mi hija.

Pero también me sentí triste porque sabía que mi hija tiene "las patadas contadas". También porque ahora, cuando no la siento en días, me atenaza el miedo o la angustia de pensar que se haya ido. Que ya no esté.

Por eso, ya me he empezado a mentalizar de que este embarazo estará lleno de bienvenidas y de despedidas. De ilusiones y tristezas. En un rato nos vamos a la revisión ginecológica, con la breve  ecografía de rigor para ver si Mi Pequeña Flor sigue viva. Será un momento de bienvenida a mi bebé, de intentar disfrutar de su imagen y de lo poco que podamos ver de ella como si fuera cualquier control ecográfico en un embarazo normal. También será un momento de despedida, de decir hasta luego con la incertidumbre de si se volverá a repetir o no.

Estoy bien. Más que una constatación de la evidencia, es un mantra. Estoy bien, lo hago por mi hija. Se lo debo. Lo hago por mí, lo hago por mi familia. Estoy bien. Sigo adelante.

miércoles, 16 de enero de 2013

Decisiones difíciles

Como supongo que dedujisteis si leisteis el post titulado "Te doy mi cuerpo", he decidido no interrumpir mi embarazo. Es mi decisión, única e intrasferible, y creo que la principal razón para tomarla quedaba muy clara. Pero me gustaría explicar un poco más al respecto.

He decidido no interrumpir mi embarazo porque, a pesar de que los días y/o horas de vida de mi pequeña estén ya contados, no encuentro las fuerzas para ser yo la que ponga fin a esos días, horas o minutos.

Al principio, pensaba que no iba a tener fuerzas para afrontar un embarazo con un pronóstico tan triste y cierto a la vez. Pero, poco a poco, me he dado cuenta de que para lo que no tengo fuerzas es para "afrontar" una decisión que, en realidad, no quiero tomar. Por eso, cuando finalmente fuimos de nuevo al médico, pude verbalizar mi deseo con voz clara, firme y segura.

Mi marido tenía dudas, que ya habíamos discutido. Pero acordamos que aprovecharíamos la visita médica para solucionarla. Y el ginecólogo le ha explicado exactamente lo mismo que le dije yo, que no había más riesgos para mí por continuar este embarazo que los que van asociados a cualquier embarazo. El hecho de que haya malformaciones no aumenta los riesgos.

Mi regalo
Yo ya había resuelto en mi anterior visita una de mis principales dudas. La del bienestar del bebé. En ese caso, la ginecóloga que nos atendió no pareció entender demasiado bien la pregunta, pero me dejó claro que mi bebé en el útero está bien, aunque en cuanto nazca morirá si no lo hace antes.

Por eso yo he decidido "regalarle" mi cuerpo a mi bebé. No hay riesgos para mí, más allá de los emocionales. Pero interrumpir voluntariamente este embarazo no acabará con mi dolor. Mi Pequeña Flor está bien en mi útero. Para mi eso es suficiente. Y, por supuesto, tengo claro que esta decisión me acompañará toda mi vida.

Todas las opciones
Pero también me gustaría expresar lo que ya decía al principio, que mi decisión es única. Que en estos posts he recibido algunos comentarios de personas claramente posicionadas en contra del aborto, felicitándome por mi decisión. Mi decisión es para mí y no necesita palmadas en la ni felicitaciones.

Y aún así, entiendo perfectamente y con el corazón en la mano, a las madres y familias que optan por la opción contraria. Yo misma, hace unos años, me enfrenté a una decisión similar de manera radicalmente opuesta. En mi primer embarazo el triple screening me dio riesgo alto de Síndrome de Down y, aunque el pliegue nucal estaba bien, decidí hacer una amniocentésis.

Obviamente, fue una decisión informada, teniendo en cuenta que era una prueba invasiba y el riesgo de aborto que conllevaba. Y me la hice teniendo muy claro que si el resultado era positivo, interrumpiría el embarazo.

Otro día una madre me contaba que interrumpió su primer embarazo, a las 19 semanas, por unas cardiopatías confirmadas e incompatibles con la vida. Y yo no podía sino darle la razón ¿Qué madre se enfrentaría a una primera gestación con la presencia de ánimo que te da un diagnóstico tan nefasto?

La maternidad es un camino, diferente para cada madre. Tomar una elección u otra no nos hace ni mejores ni peores personas, simplemente diferentes. Como nuestras maternidades, cada una diferente.

Otros post interesantes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...