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domingo, 3 de mayo de 2015

La maternidad que merecemos en 20 pasos

Después de mi sequía bloguera, me reestrené escribiendo para el blog de Elena este post que en principio iba sobre lactancia, contacto y porteo en niños hospitalizados y terminó siendo algo diferente.

Quería seguir profundizando en el tema y me dí cuenta que los niños "hospitalizados" en el fondo son casi todos los niños, pues van a nacer en un hospital y en el mejor de los casos en dos días estarán fuera. Pero ese inicio de la vida en una institución sanitaria marca el principio del camino, para ellos y para nosotras.

Y, pensando, pensando, me dio por pensar que se podría hacer para que estos días sean más "amigables" con las madres y con los bebés y con el inicio de la vida que se mercen y aquí va mi lista de requisitos para una "maternidad ideal", la maternidad que mereces, la maternidad que merecemos, unos principios que estaría bien que leyeran los gestores de muchos hospitales para ponerse las pilas de verdad y ofrecer un comienzo digno de la vida a nuestros bebés y de nuestra maternidad a las madres y a las familias. Muchas de ellas no requieren grandes inversiones de dinero ni instalaciones complejas, sino, simplemente, cambiar el enfoque y la mentalidad en la atención a las familias que nacen en ese entorno.
  1. En la mejor maternidad del mundo, al entrar no tendrías que pasar un triaje de urgencias y podrías entrar directamente a la maternidad. Las embarazadas no somos enfermas ni accidentadas y tenemos muy claro a donde vamos.
  2. En la mejor maternidad del mundo, en la sala donde te atendieran para valorar el estadio del parto, habría sillas cómodas, espacio de sobra para una embarazada con tripa y su pareja. En lugar de una pared alicatada y llena de hojas con turnos y notas internas, habría paredes más cálidas, luces menos agresivas y cuadros con imágenes bellas sobre el parto y la maternidad, que inspiren tranquilidad y confianza en lo que está por llegar. En esa misma sala (y entiendo que es un lugar de trabajo), el instrumental, sueros y medicamentos, estarían guardados en mobiliario rápidamente accesible, contribuyendo así a que la futura madre mantenga la tranquilidad y la confianza.
  3. En la mejor maternidad del mundo, todos los carteles de pelotas de pilates y de monitorización sin cables se corresponderían escrupulosamente con la experiencia  real de la embarazda, sin dejar al libre albedrío del personal de turno si lo ofrecen o no.  Alardear de algo que no es real tiende a poner de mala leche a la parturienta,  que además se ve en la tesitura de tener que exigirlo sin la sonrisa de oreja a oreja que tiene la señora del dibujito.
  4. En la mejor maternidad del mundo, nada más llegar lo primero sería revisar rápidamente el plan de parto y, en caso de que la mujer no lo haya preparado, ofrecerle una guía rápida donde pueda elegir entre los distintos métodos de alivio del dolor, preferencias de posición para el expulsivo, acompañamiento, etc.
  5. En la mejor maternidad del mundo, todo el personal estaría formado en técnicas de comunicación y calidad en la atención al cliente, desde ginecólogos, pasando por matronas y anestesistas y terminando en el personal de limpieza. No quiero saber cuándo te toca librar mientras me pones el monitor, no quiero que me llames bonita. Todo el mundo trata a las mujeres como a adultas capaces de tomar sus propias decisiones y eso pasa porque te molestes en leer mi nombre y no me llames señora, parturienta o puerpera y que tampoco hables de mi como si no estuviera delante.
  6. No voy a hablar de verticalidad, tiempos,  ni nada de eso que para eso ya está la estrategia de atención al parto normal.
  7. En la mejor maternidad del mundo entienden que mi dignidad como persona y como paciente está muy ligada a la vestimenta. En la maternidad perfecta me animarían a llevar ropa con la que esté cómoda. Me orientarían sobre las necesidades del personal que me va a atender en cuanto a vestimenta para que las tenga en cuenta, pero con libertad de elección para elegir mi propia ropa. En la maternidad ideal tienen claro que los pijamas de estampado de puntos o de color verde que rascan y exfolian son horribles y odiosos.
  8. En la mejor maternidad del mundo, olvidarían el engendro del márketing que son las bragas desechables, que solo sirven para engordar la cuenta de beneficios de algunas marcas. Son incómodas, pican y aprietan. Estoy acostumbrada a sangrar por mi vagina y prefiero mil veces hacerlo con una compresa y unas bragas de algodón que con lo mismo y unas desechables.
  9. En la mejor maternidad del mundo, después de nacer en un entorno tranquilo y cálido, todo el personal se retiraría discretamente después del nacimiento del pequeño para dejar que la madre y el niño disfruten de sus diez primeros minutos de intimidad juntos. No tendrían prisas por coser desgarros ni por traccionar placentas. El test de Apgar se haría sin invadir el espacio vital. Todo lo demás puede esperar, pero estos minutos nunca volverán.
  10. En la mejor maternidad del mundo, la madre, el padre y el bebé van a una habitación especial durante las seis primeras horas de vida del pequeño, sin acceso a visitas ni a familiares. Pero con acceso directo a una consejera de lactancia que está a total disposición de esa mujer para acompañarla en el correcto establecimiento de la lactancia.
  11. En la mejor maternidad del mundo, también se atiende de manera exquisita las pérdias gestacionales o perinatales. Las madres que han perdido a su bebé, cuentan con un espacio especial donde se enfrentan al proceso y a la elaboración de su duelo sin escuchar los sonidos de los monitores fetales de otras madres o los llantos de los bebés. Las madres que han perdido a sus bebés disponen de la misma intimidad y los mismos espacios acogedores que las madres de bebés vivos y sanos. Las familias que se enfrentan a la muerte de un hijo cuentan con el apoyo de personal especializado y disponen de todo el tiempo que necesiten para despedir a su bebé. Su duelo se anima y se valida.
  12. En la mejor maternidad del mundo, las únicas "ayuditas" que se recetan al bebé son sesiones de media hora con consultoras especializadas en lactancia que trabajarán en empoderar a la madre para conseguir la lactancia que ella quiera.
  13. En la mejor maternidad del mundo, nadie da consejos anticuados ni equívocos sobre temas tan importantes como la lactancia materna a demanda o el cuidado del bebé. De hecho, en esta maternidad hay carteles informativos y al alta la madre se lleva folletos y guías que le habrán explicado previamente para resolver cualquier duda que pueda tener.
  14. En la mejor maternidad del mundo, las madres son animadas a sostener a sus hijos en piel con piel todo el tiempo posible, poniendo a su alcance todos los medios necesarios para facilitar este contacto. Además, se las informa sobre las ventajas del contacto cercano para el bebé durante su primera infancia.
  15. En la mejor maternidad del mundo, las enfermeras y el resto del personal advierten a los padres sobre la necesidad de intimidad de la madre y el bebé y les ofrecen estrategias para limitar las visitas de familiares y amigos y hacer que sean lo menos molestas posibles para la madre y el bebé.
  16. En la mejor maternidad del mundo, se organizan grupos de apoyo para que las madres cuenten su experiencia y compartan dudas y temores entre iguales y se anima a participar tanto a las mujeres como a los hombres.
  17. En la mejor maternidad del mundo, ningún miembro del personal se ríe de la madre cuando expresa sus dudas sobre temas tan mundanos como la forma de las uñas del pie de su hijo. Se valora su duda y su preocupación y se la informa sin paternalismos ni condescendencias.
  18. En la mejor maternidad del mundo, no existe sala nido ni ningún lugar similar. Todas las técnicas y revisiones se le realizan al bebé encima de su madre. El baño del bebé lo realiza la madre o el padre, con ayuda del personal si la familia lo solicita. Tampoco hay salas de lactancia, ya que todas las madres tienen a su disposición sacaleches que poder llevar a su habitación para poder realizar la extracción sin prisas, sin esperas y de la manera más confortable posible.
  19.  En la mejor maternidad del mundo, el personal colaboraría con los grupos de apoyo a la lactancia y, además de las consultoras de lactancia entre el personal sanitario, contarían con la figura de la asesora de lactancia para cuando la madre lo requiera. Además, al alta, se la animaría a ponerse en contacto con los grupos de apoyo a la lactancia de su zona.
  20. En la mejor maternidad del mundo, la familia se iría de alta habiendo cambiado temores por confianza, con una lactancia bien establecida y enfrentándose con optimismo al camino que les espera por delante.

miércoles, 9 de julio de 2014

Maternidad no competitiva

Parece inevitable que cada vez que vemos a un niño o bebés más o menos de la edad del nuestro comencemos las comparaciones: cuánto pesa, cuánto mide, ¡¡qué grande está!! ¿Come bien? ¿Y está así solo con teta? Y muchas otras frases a las que estamos acostumbradas.

"Cartilla del niño sano" en mano, nos metemos en una competición de percentiles, tallas de ropa y por tener al niño más gordo y lozano del vecindario. Y, llegados a cierto punto, las comparaciones pasan del peso y la talla a lo que hace el bebé ¿ya camina? ¿habla? ¿cuántas palabras dice? Da la sensación de que medimos nuestro éxito como progenitores por los logros (en la báscula o psicomotores) de nuestro bebé.

Aunque todas estas competiciones parecen ser de cara a la galería, es decir, por el aspecto. Nadie pregunta cuánto sonríe, cuántos besos le damos o si es el niño que más tiempo está en brazos.

Cuando alguna madre se decide por una opción de crianza no mayoritaria se produce un fenómeno similar en el que el resto de mujeres de su entorno se miden por esa decisión y parece que se ven obligadas a justificarse o a dar su opinión. El porteo es un buen ejemplo, ya que es un comportamiento visible desde el exterior. Así, cuando llevas a tu bebé en fular o en cualquier otro tipo de portabebé, muchas mujeres de tu entorno empiezan a transmitirte mensajes como "yo no pude portearle", "tengo la espalda mal", "no me resultaba cómodo", etc. Es el tipo de comentarios que recibo muchas veces, por ejemplo, cuando llevo a mi hijo mayor al colegio y voy con el pequeño encima.

El colegio es un ambiente en el que muchas madres nos miramos en el espejo del resto. En el que muchas tenemos más de un hijo y es constante ver a mujeres embarazadas o con varios peques de la mano. Y en un escenario en el que nos desenvolvemos entre pares, es más común escuchar este tipo de comentarios de maternidad "competitiva" o de justificaciones.

Sin embargo, al salir de este ambiente, por ejemplo en las últimas vacaciones que disfrutamos en un periodo poco al uso para escapadas con niños, me asombró recibir comentarios muy diferentes. Todas las mujeres con las que me iba encontrando tenían una sonrisa y unas palabras para mi peque y siempre iban en el sentido de "qué a gustito va ahí"... Y dándole vueltas al tema durante esos días, llegué a la conclusión de que los mensajes que recibía eran diferentes porque las mujeres que nos emitían no se ponían en una situación de pares o de igualdad. No competíamos por una mejor maternidad o crianza, por lo que primaba más la empatía y el reconocimiento de lo bien que iba el bebé (y lo guapo que es, ¡¡¡Por supuesto!!! ^_^ ).

No competíamos porque claramente yo era una visitante y porque, además, muchas de las mujeres con las que me encontraba se encontraban en un rango de edad muy diferente (más jóvenes o mayores). Y ahí las protagonistas dejábamos de ser nosotras, y una incierta escala social de puntos de "maternaje", y el foco de todo era el bebé. Y cuando el foco es el bebé, es inevitable ver lo a gusto que van al alcance de los besos de mamá.

Yo, por mi parte, aunque siempre me alegro de lo guapo y lozano que está mi bebé, he hecho y sigo haciendo firme propósito de no competir. Todas y cada una somos las "mejores madres del mundo" y queremos a nuestros hijos más que a nada en el mundo. Y eso es una verdad incuestionable e inmutable.

jueves, 22 de marzo de 2012

Culpabilidad improductiva

El tema de la culpabilidad parece que siempre va asociado a la condición de madre. Mujeres que caminamos orgullosas por la vida con el mentón bien alto y pisando fuerte, llegamos al momento de la maternidad y nos sentimos flanqueadas y asediadas por la culpa: por no dar el pecho, por no cocinar purés con verduras ecológicas, por tener que dejar a nuestros hijos en la escuela, por no tener la casa recogida o por cualquier otra razón justificada o absurda.

Quizá toda esa culpa sea un reflejo de lo poco superados que tenemos los "roles tradicionales" de la mujer en la sociedad. Y es que no deja de ser contradictorio que vivamos en una sociedad en la que por un lado algunas mujeres piensan que no darán el pecho porque así el padre puede "comprartir la labor de alimentar al bebé" y por otro lado se sientan culpables por no tener la casas recogida para las visitas en pleno puerperio mientras el papi aprovecha la baja paternal para leerse unos cuantos libros que tenía pendientes. Parece que por un lado hemos desechado todas las diferencias de género, renunciando a ciertas raíces de la femineidad, y por otro nos quedamos con todos los tópicos absurdos de los roles maternales.

Culpa maternal
En el ámbito de la maternidad siempre se habla de la culpa como algo negativo. Quizás por ese discurso en el que se reivindica que "no hay que hacerse sentir culpables a las madres" por sus elecciones. Pero hace poco leía en un manual de lactancia unas afirmaciones al respecto que me hicieron cambiar un poco de perspectiva respecto al tema de la culpa. En el texto, afirmaban que una madre que se siente culpable por su elección de no amamantar probablemente está convencida de que no está haciendo lo mejor para su bebé.
Pero algunos autores sugieren que la culpa puede tener un efecto positivo para las familias.
El tema no es la culpa. El tema principal es el bienestar del bebé. Si la verdad hace que la madre se sienta culpable y desarrolle cierta ansiedad, quizá esta incomodidad incline la balanza a favor de la lactancia. [...] Una culpa motivada puede ser una emoción positiva que lleve al crecimiento personal.
Counselin the Nursing Mother. A Lactation Consultant's Guide. Judith Lauwers y Anna Swisher.
El desarrollo de esta idea es que la culpa puede ser beneficiosa cuando lleva a un cambio a mejor en nuestras elecciones, actitudes o estilos de vida. Por eso, no deja de resultar llamativo que en el ámbito de la maternidad se pretenda evitar el sentimiento de culpa de las madres a base de esconder o suavizar la información, incluso cuando esta información es relevante en términos de salud pública y sus repercusiones en el bienestar de la madre y el bebé pueden ser importantes. 

Culpa y lactancia
Hoy leía este artículo de El Mundo sobre un estudio que afirma que muchas mujeres británicas se sienten culpables por no poder amamantar a sus bebés hasta los sesis meses, tal y como recomiendan tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como las principales asociaciones médicas y pediátricas nacionales e internacionales.
De sus encuentros, los investigadores concluyen que "el mensaje idealista choca a menudo con el crudo realismo", lo que lleva a muchas mujeres a sentirse culpables si no pueden mantener la lactancia en exclusiva durante ese tiempo. Y por eso creen que otro tipo de mensajes más pegados a la realidad resultarían más útiles desde el punto de vista de salud pública. "Por ejemplo, podríamos decir: 'mantenga usted el pecho todo lo que pueda, e introduzca los alimentos sólidos lo más cerca posible de los seis meses'".
Y la conclusión de los investigadores me resulta, cuanto menos, chocante. El paternalismo de la afirmación es asombroso: ¡¡¡Liberemos a las madres de la culpa!!! Eso sí, a base de manipular y esconder la información. Y es que, siguiendo con la reflexión de Lauwers y Swisher en el manual de asesoría de lactancia, a nadie se le ocurre pensar que la posible culpa que se pueda crear en los padres tienda a suavizar otras recomendaciones importantes.  Por ejemplo, a nadie se le ocurre decir a los padres que lo más apropiado es tratar de conseguir una silla infantil para el coche y tratar de usarla el máximo tiempo posible y de abrochar el cinturó que sujeta al bebé siempre que sea posible. No, el hecho de culpabilizar a los padres no priva a las autoridades y a los médicos de recordar a los padres que es necesario usar un dispositivo de reteneción infantil siempre que sus hijos viajen en coche.


Intereses contrapuestos
Pero en el ámbito de la lactancia parece que nos vemos obligados a librar a las madres de la culpa... quizás impidiendo ese crecimiento personal del que hablábamos al principio. Será que hoy estoy conspiranóica, pero toda esta reflexión sobre la culpa me ha hecho recordar las afirmaciones de Diane Wiessinger en un curso que impartió el año pasado en el que decía que sus investigaciones sobre la afirmación "no hay que las madres se sientan culpables por no amamantar" le habían llevado hasta el discurso/publicidad de una marca de sucedáneos de leche materna.

Desde luego la culpa paralizante es improductiva, la culpa axfisiante, la que no nos deja seguir adelante, nos ancla en el pasado y nos impide evolucionar es un sentimento que hay que superar. Pero al igual que el sentimiento de culpa del fumador hacia si mismo puede ser el primer paso para dejar un hábito tan nocivo (lo digo por propia experiencia), no deberíamos tratar de privar a las madres tan a la ligera de ese sentimiento de culpabilidad.

Volviendo al artículo que enlazaba, me llama tremendamente la atención que ante la imposibilidad de mantener la lactancia exclusiva durante seis meses la solución que se proponga sea "suavizar las recomendaciones al respecto" y me asombra todavía más cuando esto se publica en un medio destinado a los profesionales sanitarios, cuyo objetivo final debería ser el mayor bienestar de la población por la que han de velar.  

Culpa productiva
Quizá es que yo peco de inocente, pero al leer el resultado de esa encuesta lo que se me ocurre es que deberíamos seguir luchando por una baja materna de al menos seis meses que nos permita mantener una lactancia exclusiva durante todo ese periodo, siguiendo así las recomendaciones basadas en la evidencia científica que demuestra las ventajas de una dieta exclusiva de leche materna durante el primer medio año de vida, más allá de culpabilidades o sentimientos subjetivos.

Obviamente, si contemplamos toda la encuesta desde este punto de vista, la culpa deja de ser algo negativo y se puede convertir en algo positivo: la motivación de las familias para reclamar un cambio. Para luchar por lo que creen mejor para sus hijos y para hacerlo respaldados por el consenso científico que está detrás de las recomendaciones de la OMS y el resto de organismos internacionales.

Desde luego, si protegemos a las madres de la culpa, las libramos de ella y, por tanto, las privamos de razones para luchar; priorizando así un conformismo con un sistema laboral y social que es claramente insostenible desde el punto de vista familiar y en el que siempre salen perjudicados los más débiles, los pequeños, cuyas necesidades se siguen dejando de lado sistemáticamente en aras de la supuesta bondad de una falta de culpabilidad.

Y, desde luego, que este tema no se remite solo a la lactancia, sino también a las madres y los padres que se sienten culpables de no pasar más tiempo con sus hijos, por ejemplo. Si no, que se lo digan a los que llevan luchando por una mayor racionalización del sistema laboral desde la plataforma Conciliación Real YA.

lunes, 18 de julio de 2011

Buscando mi propio camino

Ahiṃsā, concepto religioso
que aboga por la no-violencia
y el respeto a la vida
(Wikipedia)
La maternidad me ha cambiado por completo. Ha vuelto mi mundo del revés. Hay días que miro hacia atrás y me asombro deteniéndome en lo que pensaba hace tan solo cinco o seis años sobre los niños, la educación, la maternidad y otros muchos temas; claro, eso era antes de ser madre de mis propios hijos. Y cuando reflexiono sobre esas ideas, no me reconozco. No me reconozco porque ahora me parece tan osado y atrevido hablar y opinar de familias y maternidad cuando no tienes hijos ni experiencia como opinar sobre maniobras de despegue y aterrizaje de aviones comerciales cuando ni siquiera te has leído un folleto de una escuela de vuelo. Tampoco me reconozco porque las ideas que tenía eran radicalmente opuestas a las que tengo ahora.

Analizando el tema, puedo llegar a algunas conclusiones. En primer lugar, tenía esas ideas (separación, dominación de los niños, exigencia de obediencia ciega, castigos, respeto hacia los mayores, cachetes a tiempo y demás) porque son los valores establecidos en nuestra sociedad. Las creencias mayoritarias. ¡¡¡Qué irónico hablar de creencias en pleno siglo XXI!!! Pero sí, son creencias, pues no hace falta más que bucear y encontrar documentación y "ciencia" para darse cuenta de que esas ideas no tienen ni pies ni cabeza, pero ¡¡¡Qué bien nos las han vendido que incluso sin tener hijos las defendemos a ultranza!!!

En segundo lugar, también aprecio el cambio que se ha operado en mi. Esas conexiones que durante el embarazo y el puerperio se establecen entre el neocortex y el sistema límbico para fomentar el comportamiento maternal y, por tanto, maximizar las posibilidades de supervivencia de nuestros retoños. Todos esos cambios, producidos por las hormonas del embarazo, del parto, de la lactancia, y ese remapeado del cerebro están ahí. Son una realidad insoslayable y creo que hoy en día la mayoría de las madres (y también de los padres) se nos platea una terrible disyuntiva a la hora de tomar decisiones sobre la crianza de nuestros hijos:
  • ¿Sigo los dictados de mi cuerpo y de mi corazón en cuanto a la crianza/cuidado/educación de mi hijo o confío en los consejos de sabios y gurús en libros de autoayuda? ¿Hago caso a mi instinto o realmente no existe ese instinto y esas cosas que siento no son más que imaginaciones mías? ¿Realmente en este periodo histórico de "luz y ciencia" pueden estar las ideas sobre crianza tan equivocadas?
Obviamente, hay dos caminos a seguir. Hacer caso a esa vocecita interior, instintiva, que se irá haciendo más fuerte y más segura a medida que pasa el tiempo, o ceder al miedo y la angustía y a los consejos del exterior que nos auguran grandes males si nuestro bebé no empieza a ser independiente nada más salir del útero. Si seguimos el segundo camino, esa vocecita irá desapareciendo y supongo que esas conexiones, ese remapeado, ya no tendrán tanta fuerza y poco a poco se irán desdibujando por falta de uso, como sucede por las sendas que ya no se transitan en mitad de un bosque.

Una vez perdido el "mapa maternal" supongo que tendemos a autojustificarnos, a gratificarnos leyendo libros, escuchando ideas y consejos que nos dicen que lo estamos haciendo bien, que puede ser una labor angustiosa oír llorar a tu hijo, pero que es un sacrificio que se hace en aras de un bien mayor.

Y ya lograda esa independencia artificial, y la distancia emocional que conlleva, podremos dar algún paso más allá, usando métodos de disciplina que parecen tener un resultado inmediato. Podemos tratar de enseñar a un bebé que no se pega censurando su acto con un azote (pensando que como lleva un pañal, no le duele), aunque a ése niño el poso que le queda es que los mayores SÍ pueden usar la violencia física, por lo que es solo cuestión de tiempo que esté socialmente aceptado que él pueda agredir a otros. También aprende que los adultos le castigarán SI le ven, con lo cual, podrá usar la agresión siempre que no sea a la vista de un "mayor"... Solo por poner un par de ejemplos rápidos entre otras muchas lecciones no intencionadas del famoso "cachete a tiempo".

Pasarán los años, muchos años. Quizás esa familia siga usando un azote, una torta, un cachete o unos cuantos para censurar, mostrar enfado, corregir actitudes, castigar, descargar la frustración de un padre o una madre... Quizás esa violencia cese en un momento dado cuando el niño alcance una cierta edad en la que ya no parezca aceptable usar la agresión física y se pase a otro tipo de agresiones... Quizás se grite, quizás no... Quizás se insulte, quizás no... Aunque, personalmente, tiendo a pensar que si el azote parece una herramienta válida para educar ¿por qué no van a serlo los gritos, los insultos, la agresión psicológica?

Pasarán mucho, muchos más años. Y ese niño o esa niña será adulto y se enfrentará a su propia maternidad. Y ahí llegará un dilema aún más terrible a la hora de elegir entre la pequeña vocecita y los gritos de la gran masa mayoritaria... Y es que si eliges la pequeña vocecita no solo tendrás que luchar contra corriente en la crianza de tus hijos, sino que además tendrás que justificarte ante tu propia familia y además tendrás que hacer un ejercicio de introspección para analizar qué fue lo que pasó en tu infancia y por qué no quieres repetir ese esquema con tus hijos.

Es un camino difícil, espinoso, ingrato y demoledor. Es un camino en el que hay que enfrentarse a todos los demonios que te acosan desde tu propio interior uno detrás de otro y en el que tropezarás más de una vez, dejando salir a la luz facetas de ti misma que creías haber desterrado para siempre. Es un camino en el que es fácil enfangarse, perderse, caer en las arenas movedizas de la justificación, de la complacencia. Pero es un sendero que, una vez iniciado, no se puede obviar... Y que, como esas sendas en los bosques de los que hablaba antes -a base de andar, caer y volver a empezar, andar desde el principio y un metro más allá, caer y volver a empezar, andar desde el principio y dos metros más allá, tropezar y volver a empezar- acaba convirtiéndose en una ancha avenida en sus orígenes, un camino trillado en las medianías y apenas un surco acosado por la maleza en los últimos pasos.

Supone no solo un aprendizaje en cuanto a nuestros hijos, sino también en cuanto a nosotros mismos. En como reaccionamos ante las cosas que nos suceden, pues cada uno de nuestros actos es una lección de humanidad para nuestros hijos. Es fundamental enseñarles que somos falibles, que nos equivocamos y que hemos de aprender a reconocer y aceptar nuestros errores y a pedir perdón por ellos.

Hoy me he enfrentado con temas de mi pasado de los que no me gusta hablar. Y he perdido los papeles. Me siento mal por ello, por no haber sido capaz de mantener las formas y defender de manera serena y pausada mi verdad, pero no me arrepiento del origen de mi rebelión, del mensaje que he intentado transmitir. Mi infancia no fue perfecta, hubo en ella muchas cosas que me marcaron como niña y que ahora, desde mi perspectiva de adulta, veo más condenables si cabe. Eso no implica que mi infancia fuera horrible día sí y día también, pero el hecho de que los golpes fueran esporádicos no implica que fueran menos golpes. El hecho de que el terror y la angustía se fueran desdibujando con el tiempo, no implica que no existieran. No pensar en ello, no hablar de ello, enterrarlo en el pasado, no logra borrarlo, sino posponerlo.

El hecho de mezclar amor y miedo hacia la misma persona no contribuye a forjar relaciones saludables, sinceras, respetuosas. El hecho de mezclar amor y dominación tampoco se caracteriza precisamente por sus consecuencias positivas en las relaciones interpersonales.

Es duro. Muy duro. Pero como los martillos de un herrero en el fuego de la forja, estas caídas, estos tropiezos no hacen más que "templar" al acero de mi convencimiento. Llámame intransigente. Lo admito, hay ciertos temas en los que ya no admito medias tintas, ni ligeros tonos de grises. O es blanco, o es negro. No hay más que hablar.

Lo mejor de todo esto es la recompensa. La sonrisa de tus hijos. El amor en su mirada. Sus abrazos cuando les pides perdón, su sinceridad cuando te lo piden ellos a ti, el convencimiento de que eso que tienes, eso que acaricias y que a veces se escapa, pero que con calma y paciencia vuelve otra vez, esa armonía familiar merece la pena. Es algo importante por lo que luchar, aunque a veces te tengas que revolver gruñendo como una loba.

Y volvemos a la segunda disyuntiva. A la que se enfrentaba esa hija "esporádicamente" educada con métodos "socialmente aceptados" en la década de los 80. A veces pienso... ¿Y si hubiera dicho que no a esa vocecilla? ¿Y si me hubiera rendido antes de empezar el camino? Sería más feliz con mi familia, pues no tendría que cuestionar nada de lo establecido y estaría en consonancia con la única "armonía" conocida hasta ese momento... Pero, ¿Y mis hijos? Y si pasaran otros veinte años y mis hijos eligieran una opción distinta a la mía, ¿Sería capaz de aceptarlo con dignidad? ¿De discutirlo calmadamente? ¿De aceptar las críticas? Con casi toda probabilidad, no.

Quizás esta reflexión me ayude mejor a entender lo que ha pasado hoy. Quizás no. Quizás dentro de 20 años nuestros hijos, convertidos en delicuentes juveniles, personas sin límites y sin disciplina, nos echen en cara nuestra falta de criterio para haberles dado un "cachete a tiempo" cuando fue necesario. Quizás dentro de 20 años nuestros hijos, con una mente modelada por el pensamiento dominante, renieguen de nuestros métodos y aboguen por seguir otras teorías. Quizás. Pero confío en que serán capaces de tomar sus propias decisiones con rigor y criterio, basándose en sus sentimientos genuinos y siendo fieles a sus principios. Y espero saber reaccionar antes sus decisiones y sus elecciones con el mismo respeto que trato de imprimir, hoy en día, en mi forma de maternar, criar y educar a mis hijos.

lunes, 7 de marzo de 2011

El habitat natural del bebé

El hábitat natural del bebé es el cuerpo de su madre.
En ecología, un hábitat es el ambiente o espacio que se encuentra ocupado por una determinada población biológica, la cual, reside, se reproduce y perpetúa su existencia allí porque el mismo le ofrece todas las condiciones necesarias para hacerlo, es decir, se siente cómoda en el porque cumple con todas sus expectativas.

He barajado varías definiciones de hábitat, pero me ha gustado esta especialmente porque en ella además de usarse los conceptos tradicionales de lugar de residencia y desarrollo de la vida de un organismo, habla de comodidad y cumplir con las expectativas.

Teniendo en cuenta esta definición, ¿Cuál sería el hábitat natural del bebé? Cierto es que la especie humana y gracias al desarrollo de la inteligencia y de la cultura se ha adaptado a todo tipo de entornos. Pero en el bebé recién nacido no hay cultura, no hay aprendizaje y el cerebro no está plenamente desarrollado. Un bebé es puro instinto y, como tal, nace con unas expectativas que debe cubrir su hábitat natural.

El hábitat del bebé occidental

Y, entonces, me vuelvo a preguntar ¿Cuál sería el hábitat natural del bebé? No, no voy a responder todavía, sino que voy a analizar los variados lugares donde "colocamos" a los bebés hoy en día, esperando que estén contentos y felices:
  • Una cuna.
  • Una cuna junto a la cama de sus padres.
  • Una cuna en otra habitación.
  • Un moisés. 
  • Una minicuna.
  • Un carrito.
  • Un cuco.
  • Una hamaquita.
  • Una trona.
  • Una incubadora (que no deja de ser una cuna con mucha tecnología).
Además, cuando se espera un nacimiento en la familia, comienza la letanía de los regalos "¿Qué necesitas?", "¿Qué necesita el bebé?" y comienza el desfile de trastos de los que la gran mayoría, inevitablemente, terminarán por ahí aparcados con poco uso y prácticamente nuevos: intercomunicadores, calientabiberones, muñequitos y peluches por toneladas, etc.

Volviendo a nuestra pregunta inicial, ¿Qué necesita el bebé? ¿Cuál es el hábitat adecuado en el que se cumplen todas sus expectativas y en el que tiene todo lo que necesita para sentirse a gusto, seguro y feliz (calor, comida, amor)? Pues, ni más ni menos que el cuerpo de su madre.

La opinión del doctor Nils Bergman

Hace ya varios años que el doctor Nils Bergman, sudafricano especialista en documentar las ventajas del método madre canguro, pronunció por primera vez esta popular frase: "el hábitat natural del bebé es el cuerpo de su madre".

Hoy en día, acostumbrados a las cunas y los carritos y a los típicos consejos de algunas visitas postparto ("no lo cojas que se va a malcriar"), cada día es más raro ver a un bebé en brazos de su madre. Pero no debemos perder de vista que esta realidad era así hace apenas tres o cuatro generaciones.

Desde que el ser humano se desarrolló como cazador/recolector hasta principios del siglo XIX, lo normal era que cuando un bebé nacía se mantuviera constantemente en contacto con su madre, en brazos, en un portabebé y durmiendo en la cama familiar por las noches. La evolución necesita cientos de generaciones para que los organismos se adapten a pequeños cambios en el medio ambiente, pero en tan solo tres generaciones en el mundo industrializado hemos pasado de "la teta al biberón" y del hábitat natural del bebé (el cuerpo de su madre) a un hábitat extraño (una cuna).

Estos cambios puede que sean "demasiado" para los límites de adaptabilidad del bebé y pueden crear problemas tanto a corto como a largo plazo. De hecho, cuando cualquier cría mamífera (incluída la del ser humano) es arrancada de su hábitat natural, se desencadena una reacción idéntica y preprogramada que se ha denominado "repuesta de protesta/desesperación".

 

Repuesta de protesta/desesperación

La respuesta de protesta es una actividad intensa cuyo objetivo es permitir al bebé recuperar su hábitat. En el caso del bebé humano, la respuesta de protesta consiste en llorar. Si no logra volver a su hábitat, pasa a la respuesta de desesperación, que trata de maximizar las probabilidades de supervivencia ante la situación de privación: la temperatura del cuerpo baja y el ritmo cardiaco se reduce, debido a un aumento masivo de las hormonas del estrés.

Así pues, los bebés en el cuerpo de su madre crecen y se desarrollan con normalidad, pero fuera de su hábitat natural simplemente sobreviven.

Los trabajos del Dr. Bergman se refieren al método madre canguro, pero yo los haría extensibles al punto de vista de cualquier recién nacido, ya sea prematuro o no: "Si lo pudiéramos simplificar al máximo posible, lo que nos diría un recién nacido sería:
  • Cógeme.
  • Aliméntame.
  • Ámame".

 

La aportación de Winnicott

Bergman es el autor de la frase más llamativa, aunque no lo es menos la argumentacion que propone Donald Winnicott, pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés, que afirma que “un bebé no puede existir solo, sino que esencialmente es parte de un vínculo”.
“El bebé existe siempre con alguien más; una mamá que lo corporaliza, lo construye, lo invita amorosamente a vivir, la que cumple la “función materna”, que debe ser lo suficientemente buena para garantizar su salud física y psíquica”.

     

    La alternativa ecológica

    Pero, ¿en algún sitio tendré que llevar a mi bebé cuando vaya a la compra? Porque hoy en día resulta prácticamente imposible ir a ningún sitio sosteniendo un bebé en brazos. Es una objección cierta, pero hay alternativas fáciles y sencillas al hecho de separar al bebé de nosotros para llevarlo en un carrito.

    Un portabebé es la solución ideal, económica, ecológica y mucho más barata que uno de los tecnológicos carritos que parecen necesarios hoy en día para convertirse en una buena madre. Una bandolera de anillas o aprovechar una tela para mantener a nuestro bebé pegadito como hacen en las culturas más tradicionales.

    Con un portabebé la madre puede mantener su ritmo de vida sin separarse de su bebé, atendiendo a las necesidades más básicas del recién nacido. Y aquí tenéis dos buenos ejemplos de ello:

    La eurodiputada Licia Ronzulli.
    Una mamá africana.



















    miércoles, 19 de enero de 2011

    Hermanos de leche


    Tanto hablar de que si bancos de leche o donación no regulada madre a madre, venta de leche materna (sí, en Estados Unidos los bancos de leche venden la leche humana como medida para financiar parte de sus costes) o solidaridad altruista entre madres... Nos vamos a lo divino, a los debates de altos vuelos, y perdemos de vista la tierra donde nosotras y nuestros hijos ponemos los pies cada día.

    Y ahí estaba yo documentándome sobre bancos de leche y otras iniciativas de intercambio cuando me puse a echar las cuentas de cuántos hermanos de leche tienen mis hijos:

    Darío es hermano de leche de Karim, el segundo hijo de mi hermana que nació cuando Darío tenía unos siete meses. Le amamenté sobre todo en los momentos en que mi hermana estaba ausente y el niño era todavía muy pequeño. A partir de los 6 meses ya no quiso  mamar conmigo. Darío no quiso tampoco mamar del pecho de mi hermana.

    Diana es hermana de leche de Karim, por partida doble. Porque yo he amamantado a Karim y porque ella ha sido amamantada por mi hermana. De nuevo, mi hermana ha suplido mis ausencias, solucionando así las necesidades de mi hija, sobre todo durante las primeras semanas.

    Diana es, además, hermana de leche de Omar (el primogénito de mi hermana), ya que al tomar la leche de su tía, se hermana también con Omar, que también se alimentó de leche materna.

    Darío y Diana son hermanos de leche de Adrián, el hijo de una amiga mía. Porque hemos compartido maternidad y porque las cosas han surgido así, con toda naturalidad, yo he amamantado a su hijo en  momentos puntuales y mi hija se ha alimentado de ella en algunas ocasiones.

    Darío y Diana son hermanos de leche de Álvaro, el hijo de otra amiga mía, un pequeño de siete meses que el otro día me recordó lo diferente que es la succión de un bebé de la de un niño más crecidito. Es una lástima que el hermanamiento de leche con Álvaro no se extienda a su hermano mayor, Alberto, que no pudo tomar una leche que, ahora se ha demostrado, su madre es perfectamente capaz de producir. Afortunadamente, los segundos hijos nos permiten volver sobre los errores del pasado y sobreponernos a ellos, enseñándonos lecciones impagables ¿verdad, Nuria?

    Diana y Adrián.
    Darío y Diana son también hermanos de leche de un número indeterminado de bebés y prematuros que hayan nacido en el Hospital 12 de octubre o que, habiendo nacido en otras maternidades, hayan recurrido al banco de leche madrileño ya que, durante 5 meses, doné entre 10 y 15 litros de leche materna al banco de leche del 12 de octubre.

    Karim, Adrián y Álvaro se llevan el kit completo de hermanamiento, ya que han compartido la calidez del pecho, la firmeza del abrazo, el ritmo acompasado del latir de mi corazón, las sonrisas y caricias que les he dedicado mientras los sostenía en mi regazo y la suavidad de la piel contra la piel, además del alimento primordial.

    Los niños que han recibido leche materna donada sólo comparten con mis hijos un alimento mediatizado y pasteurizado, acompañado de una ficha con la analítica de sangre correspondiente y una descripción de los hábitos de vida de la donante. En el mejor de los casos, lo habrán recibido mediante un relactador, pegaditos al pecho de su mami, mientras practicaban el método canguro. En el peor de los casos, los habrán alimentado con un biberón que puede haber obstaculizado su correcta alimentación en el futuro al pecho de su propia madre.

    Los niños que he amamantado han recibido leche, amor, comunicación y comprensión. Pero entre sus madres y yo también se ha establecido un flujo de confianza, de solidaridad, de la tranquilidad que da saber que hay alguien que te respalda en caso de necesidad, de entrega, de cariño,... todos ellos valores que consolidan los lazos previos que nos unían.

    Álvaro.
    Por eso, puede que mis hijos tengan muchos hermanos de leche desconocidos, además de los que tienen nombre y apellidos...

    pero yo, además, me siento madre de leche de esos tres niños y, en mayor o menor medida, los llevo en mi corazón como mis hijos de leche.

    Ahora que lo pienso, soy afortunada, pues tengo una maravillosa familia numerosa... ¡¡¡de leche!!!




    lunes, 17 de enero de 2011

    Sorteamos el nuevo libro de Carlos González

    En "Una maternidad diferente" se nos amontonan las buenas noticias y los temas para escribir, pero a esta hay que darle todo el bombo y platillo que se merece...

    [redoble de tambores]


    ¡¡¡Sorteamos cinco ejemplares del último libro de Carlos González!!!


    [fuegos artificiales]

    Sí, sí, como lo oyes. Nada más y nada menos que cinco ejemplares de "En defensa de las vacunas" la última novedad editorial de este mediático pediatra que muchas de nosotras tenemos en nuestro "santoral" particular.


    Las reglas del juego
    La mecánica para participar en el sorteo no podía ser más sencilla:
    1. Lee esta entrada y, si quieres, la que publiqué el viernes pasado sobre el libro.
    2. Deja un comentario en esta entrada, dejando tu nombre y un e-mail de contacto.
    3. Si no quieres dejar tu mail "en abierto" puedes mandarme un correo a unamaternidaddiferente[arroba]gmail.com, indicando cuál es tu nombre y tu comentario y yo lo guardo en mis archivos por si resultas premiado.
    4. Si te apetece, también puedes dejar en tu comentario detalles sobre lo que te gusta o lo que no de mi blog (se agradecerá que las críticas sean constructivas), algún tema interesante sobre el que te gustaría que escribiera, o lo que se te ocurra.
    5. Si, además, tienes un blog o cuenta de Facebook o correo electrónico, siéntete libre de compartir esta iniciativa con todos tus contactos.
    La participación en el sorteo estará abierta hasta el próximo 31 de enero.

    El sorteo se realizará el día 2 de febrero a través de la web de Sortea2.

    Los afortunados serán contactados por mail para concretar los detalles del envío. 

    Presentación del libro
    Y, si vives en Barcelona o alrededores, estás de enhorabuena porque aquí te dejamos una invitación para acudir al acto de presentación en sociedad de este esperado libro, que tendrá lugar el martes 8 de febrero en la Librería Bertrand de Rambla Catalunya 37 (Barcelona) a las 19:30.

    Si quieres imprimírtela, pulsa sobre la imagen para verla a tamaño completo y después mándala a la impresora.

    viernes, 14 de enero de 2011

    En defensa de las vacunas

    Gracias al blog Crianza y Confianza me he enterado esta mañana que está a punto de llegar a las librerías el último libro de Carlos González. ¡¡Qué gran noticia!! Ya echaba de menos su prosa afilada e irónica, pues parece que han pasado siglos desde que devoré con avidez su último libro (Entre tu pediatra y tú).

    Y no puede llegar en un mejor momento, porque justo ayer a través de Facebook conocía y colgaba en mi perfil un enlace muy interesante sobre el tema de las vacunas en el que se comentaba como un periodista británico desemascaraba los intereses que había detrás de la publicación del famoso (y controvertido) artículo que relacionaba las vacunas con el autismo.

    El primer vistazo
    De hecho, esta misma mañana, y navegando por la web, he tenido la oportunidad de leer un fragmento (las 21 primeras páginas) del libro y me ha gustado las sensaciones que me ha producido el reencuentro con el particular estilo de González y lo que promete de su libro.

    No solo cuenta que su intención es refutar las bases en las que se apoyan los principales sectores "antivacunales" sino que también va a ofrecer a los padres las herramientas para que puedan buscar información contrastada y basada en la evidencia por si mismos para poder cuestionar todo lo que lean por distintas fuentes, ya sean pro-vacunales o anti-vacunales.

    Es un poco la misma teoría que subyace cuando en su libro Un regalo para toda la vida habla de los medicamentos. Primero ofrece una larga lista de medicamentos "supuestamente" incompatibles con la lactancia que en realidad son perfectamente inocuos y tolerables por el bebé y luego ofrecer a los padres y madres "pistas" sobre cómo descubrir por ellos mismos si un medicamento/enfermedad interfiere o no con la lactancia: desde la famosísima web www.e-lactancia.org hasta unas pistas sobre como realizar consultas en índice online de publicaciones científicas PubMed y analizar los resultados.

    Declaración de principios
    El título del libro ya aclara bastante sobre lo que nos podemos encontrar en su interior y es que "En defensa de las vacunas" deja bastante clara la posición de Carlos González en el debate "a favor y en contra de las vacunas". Pero es que sus primeras palabras me han encantado:
    «Desde hace unos años, cada vez me encuentro con más padres que no vacunan a sus hijos porque creen que las vacunas son inútiles, o innecesarias, o peligrosas, o las tres cosas a la vez. Algunos incluso se sorprenden de que yo esté a favor de las vacunas. Como si hubiera una especie de paquete ideológico raro-progre-natural y si defiendes la lactancia materna o coger en brazos a los niños, también debes estar, “lógicamente”, en contra de las vacunas y creer en la medicina “alternativa” y en la era de Acuario.
    Y es que resumen a la perfección mi sentir con respecto a la corriente de la crianza corporal, con apego o crianza natural, como se la quiera llamar. Yo defiendo la lactancia materna, la crianza en brazos, el respeto a las necesidades de apego del niño... y lo hago porque estoy convencida y porque, además, he leído y descubierto un montón de "evidencias científicas" que secundan mi convencimiento personal. Pero eso no signfica que comparta, defienda o incluso entienda temas como la "homeopatía" o "la era de Acuario". Carlos, gracias por poner palabras a mi posicionamiento a este respecto. Yo misma no lo podría haber explicado mejor.

    Y sigue dedicando unas palabras a los padres que no vacunan. En el fondo, lo que viene a decir es que no está "en contra" de los padres que no vacunan sino de la gente que alienta este tipo de teorías con informaciones falsaso manipuladas.
    »Los padres que no vacunan a sus hijos suelen estar muy informados. Han leído libros, han visitado páginas y páginas de Internet. Están muy informados, pero muy mal informados. Porque esas páginas y esos libros que atacan las vacunas están llenos de errores, falacias, medias verdades, mentiras completas, argumentaciones vehementes y coloristas, datos y más datos (mal interpretados o falseados) y paranoicas denuncias sobre supuestas conjuras de la industria farmacéutica.»

    Resumen
    Os dejos también la sinopsis del contenido que publica la editorial en su web:

    "En este nuevo libro, el pediatra Carlos González desmonta con su habitual ironía, los argumentos de quienes están en contra de las vacunas, y anima a los padres a no dejarse engañar y a seguir protegiendo la salud de sus hijos. La vacunación, afirma, es una de las prácticas médicas que más sufrimiento, dolor y muerte han evitado. La historia de las vacunas es la historia de la lucha contra enfermedades que durante siglos se han cobrado un terrible tributo en vidas humanas. Algunas, como la viruela, han sido vencidas y ya no es necesario vacunar contra ellas. Pero otras todavía acechan, y varios países industrializados han sufrido brotes y epidemias de sarampión, difteria o tosferina cuando el número de niños no inmunizados aumentó, debido a la propaganda antivacunas".
    También en vídeo
    Para los que estén deseando echar un vistazo a la opinión de Carlos González sobre las vacunas, también les resultará interesante este vídeo en el que resume muy acertadamente lo que he podido leer en la introducción y primeros compases del libro.

    Es un vídeo del portal Criatures.cat. Está en catalán, pero cuenta con unos excelentes subtítulos en castellano y ofrece respuestas claras y, desde mi punto de vista, certeras, a algunas de las principales tesis en contra de la vacunación de los niños.

    Lanzamiento
    El libro estará a la venta a partir del próximo 25 de enero y en Barcelona se presentará en sociedad el día 8 de febrero, a las 19:30, en la librería Bertrand (Rambla de Catalunya 37). Mientras tanto, tanto en la web de la editorial (Temas de hoy) como en diferentes tiendas online ya se puede ir haciendo el pedido del libro, aunque supongo que si se lo pides a tu librero habitual también estará encantado de reservarte con especial esmero un ejemplar de esta publicación.

    jueves, 25 de noviembre de 2010

    Ambivalencia postferial

    Como ya os comenté, el sábado pasado ofrecí una charla sobre lactancia en la feria Bebés & Mamás de Madrid. El título era "¿Estás preparada para la lactancia materna?" y, con un tema tan sugerente, decidí desviarme un poco de los tradicionales apartados preparto (agarre, posiciones,...) para darle un enfoque diferente, más sugerente, provocador y que hiciera pensar a las futuras mamás y futuros papás que asistieran a la charla.

    Por eso, comencé diciendo que no sabía que habían oído previamente, pero que no era cierto que todas las mujeres pudieran dar el pecho y que había muchas causas para no amamantar a un bebé. Más de un@ seguro que se quedo "picuet@" con esta afirmación, lo cual era mi intención...

    Una vez echado el anzuelo, pues a pescar. Pasé a explicar las pocas causas que existen de hipogalactia (hipotiroidismo no tratado, déficit congénito de prolactina, hipoplasia mamaria o desnutrición severa, entre otras) y les felicité por no estar en ese grupo, porque entonces no les hacía falta nada más para confirmar que sí, que estaban perfectamente preparadas para la lactancia materna.


    Grandes mitos
    Insití especialmente en temas especialmente sangrantes, mitos que son difundidos incluso entre los profesionales sanitarios pero que deberían quedar desterrados de una vez por todas: la lactancia materna no duele, el 90% de los medicamentos son compatibles con la lactancia, no es necesario destetas cuando se acaba la baja maternal, no hay mujeres con mucha/poca o buena/mala leche o que los beneficios de la lactancia materna no se terminan mágicamente una vez alcanzado cierto periodo de tiempo.

    Creo que a la gente le gustó y fueron muchos los padres que se acercaron a las asesoras de Multilacta que allí estábamos para preguntar sus dudas o hacer sus comentarios sobre los temas tratados. De hecho, las Multilactas íbamos identificadas con una camiseta con el logo de nuestra asociación y la invitación escrita por detrás para que cualquiera nos preguntara sobre lactancia materna... Y, sorprendentemente, fueron muchas las mamás -y también los papás- que se acercaron a pedirnos información, asesoramiento o ayuda.

    Contrastes
    ¿Y a qué viene todo esto? Porque en el imperio de las grandes multinacionales de la alimentación infantil (Nestlé, Hero y Danone eran prácticamente omnipresentes), la lactancia materna sigue generando interés y tan solo hace falta un pequeño empujoncito (en forma de camiseta con una invitación) para que la gente se anime a preguntar, a compartir experiencias, a informarse...

    Y es sangrante que nadie se preocupara por promocionar la lactancia materna en la feria. Comenzando por una organización volcada en lo que da dinero, que no siempre es lo más saludable: taller de masaje infantil (para vender aceites y potingues varios), zona de cambio de pañales (patrocinada por la correspondiente marca), comedor infantil (omnipresente Nestlé), sala de lactancia (con un cartelón de mi primer Danone) o un foro de padres plagado de publicidad vestida de información.

    Reinterpretando a los clásicos
    www.breastfeeding-art.com
    Y siguiendo por las distintas empresas, entidades e instituciones allí presentes. Que no digo que las multinacionales de la alimentación infantil promocionen la lactancia materna, pero ¿qué menos que una presencia de la consejería de salud de la región o del ministerio de sanidad promocionando e informando sobre la lactancia materna? ¿Es que acaso todavía no son conscientes del gran capital que podría ahorrar a las arcas institucionales la generalización de la lactancia materna durante los seis primeros meses, tal y como recomienda la OMS?

    Y para terminar de arreglar el percal, botecitos de leche tipo 1 expuestos en algún stand (violando el código de comercialización de sucedáneos) y asociaciones informando de los jugosos descuentos que ofrecen en leches de fórmula y cereales (otra violación).

    En fin, que termino este repaso con un sabor agridulce. Agrio por todas estas pequeñas "puñalás" a la lactancia y dulce por constatar que el interés de la gente está ahí, que las familias cada vez se informan más y son más conscientes a la hora de tomar sus decisiones.

    viernes, 19 de noviembre de 2010

    El Ministerio de Sanidad recomienda el colecho

    Hasta hace poco tiempo, los papás que colechaban contaban con pocos argumentos a la hora de defender su opción de descanso frente a las incansables críticas tanto de personas ajenas (médicos, pediatras, vecinas, compañeros de trabajo, etc.) como de las cercanas (familia, amigos e, incluso, en algunos casos, el propio conyuge).

    Anécdota laboral
    Mi marido me contó hace tiempo una conversación muy divertida que tuvo con sus compañeros de trabajo. Creo que fue en una cena en la que el ambiente un poco más distendido dio lugar a conversaciones que no suelen ser las típicas de hombres serios con traje y corbata. La cuestión es que otro de los presentes tenía un hijo pequeño y hablaban de lo poco que dormían por las noches y de que, incluso, el papá se tenía que ir a dormir a otra habitación para poder "descansar" e ir al día siguiente a trabajar.

    Mi chico, ni corto ni perezoso (no sé si le preguntaron o lo contó por su cuenta), les comentó que el dormía toda la noche a pierna suelta porque en cuanto Diana se despertaba su mamá [servidora] la pescaba de la minicuna (después de la cuna en sidecar) y la metía en la cama, la arrimaba la teta y a dormir otra vez los tres tan contentos.

    Y, claro, ante ventajas tan evidentes (papá que no duermen en toda la noche frente a papá que duerme como un angelito), a nadie le dio por decir nada de lo típico de "se van a malacostumbrar" o "no lo vas a sacar nunca de la cama", porque deben ser máximas de abuelas y suegras que se manejan poco en ambientes masculinos.

    González y Jové
    Retomando el principio del post, los únicos argumentos con los que cuentan los papás que deciden colechar frente al acoso y derribo de sus "críticos" son los que aportan autores como Carlos González y Rosa Jové, en libros como "Bésame mucho", "Entre tu pediatra y tú", (ambos de González) o "Dormir sin lágrimas" y "La crianza feliz" (de Jové).

    También es una guía importante el librito de James McKenna "Dormir con tu bebé. Una guía para padres sobre el colecho", en el que se abordan aspectos científicos y culturales del colecho y, sobre todo, las recomendaciones para un colecho seguro.

    Nuevo aliado
    Pero ahora los colechadores contamos con un argumento más para apoyarnos y es que el Ministerio de Sanidad ha editado recientemente una guía denominada "Cuidados desde el nacimiento. Recomendaciones basadas en pruebas y buenas prácticas", que pinta bien desde el principio, porque está basada en pruebas (estudios científicos) y en las prácticas que dan los mejores resultados.

    Entre otros aspectos, destaca porque defiende el método madre canguro para el cuidado de prematuros y el libre acceso de los padres a las unidades de neonatos.

    Pero, además, tiene todo un capítulo dedicado al colecho y es que esta guía RECOMIENDA comenzar a practicar el colecho en la misma maternidad del hospital. "El colecho en el domicilio facilita la lactancia materna a demanda, al permitir a la madre percibir los primeros signos de hambre de su hijo. Esta práctica puede también realizarse en la maternidad para facilitar la instauración de la lactancia materna", señala el documento. 

    Portada del folleto "Compartiendo la cama con tu bebé.
    Una guía para madres que amamantan" de Unicef
    Fundamento científico
    A la hora de realizar esta recomendación, los autores de la guía han tenido en cuenta el único ensayo clínico que aborda este tema y que compara tres ubicaciones del recién nacido (en la misma habitación de la madre pero en cuna, en cuna adosada a la cama de la madre y en la cama de la madre), comparando tanto la frecuencia de las tomas como la seguridad del recién nacido (se midió mediante la filmación de cuatro horas durante la noche).

    El estudio reveló que los recién nacidos que dormían en la cama o en cuna en sidecar mamaban más veces que el que dormía en su cuna. Aunque no se observaron efectos adversos, sí se detectaron situaciones potencialmente peligrosas en los niños que dormían en la cama de la madre, pero no así en la cuna sidecar.

    Además, la guía aporta las recomendaciones de la ABM (Academy of Breastfeeding Medicine) sobre colecho seguro: posición supina del bebé, superficie plana y firme, no cubrir la cabeza del niño, no con madre fumadora ni que ingiera medicamentos que alteren el nivel de conciencia o alcohol, etc. En este protocolo, la ABM propone como alternativa a compartir la cama paterna el uso de la cuna sidecar, ya que provee proximidad y acceso al lactante, pero en una superficie independiente.

    Conclusiones
    El documento editado por el Ministerio de Sanidad y Política social concluye que "el colecho en la maternidad da lugar a un aumento de la frecuencia de las tomas al pecho" y que "el colecho en la maternidad, con cuna tipo sidecar no da lugar a situaciones de riesgo para el bebé", por lo que RECOMIENDA que las maternidades dispongan de cunas tipo sidecar y que ofrezcan a las madres este tipo de colecho con su hijo, con el objetivo de facilitar la instauración de la lactancia.


    Ejemplo de cuna de colecho en la maternidad del Hospital 12 de Octubre (Madrid)

    miércoles, 10 de noviembre de 2010

    Fotos de porteo

    Andaba yo buscando unas fotos para un artículo sobre lactancia y porteo, cuando recordé que en nuestro viaje de novios a Kenia habíamos tomado alguna instantánea de mamás porteando. Repasando el álbum, me he dado cuenta de que, inadvertidamente, había más bebés entre los miembros de la tribu Samburu de los que pudimos percibir a simple vista... 

    Estaban tan integrados en la vida de los adultos y tan tranquilos que sólo quién los buscara intencionadamente podría llegar a advertir la presencia de algunos de ellos.

    En esos momentos, no me podía imaginar que tan sólo cinco años más tarde yo recurriría a las mismas técnicas que ellas para transportar a mi bebé.

     




    jueves, 28 de octubre de 2010

    Cinco libros que han configurado mi maternidad diferente

    Siempre he sido una apasionada lectora. A día de hoy y después de una jornada maratoniana de trabajo, niños, cena, casa y últimos coletazos nocturnos al mundo blogueril, muchos días me acuesto agotada y solo quiero acurrucarme en la cama y cerrar los ojos. Pero, normalmente, siempre dedica aunque sea diez minutos todas las noches a leer antes de dormir. Es mi pequeño placer diario, que me ayuda a conciliar el sueño (excepto cuando la lectura es muy interesante y amanezco a la mañana siguiente con ojeras kilométricas).

    El primer libro que me aportó una visión diferente sobre la maternidad fue "Un regalo para toda la vida" de Carlos González. Me lo compró mi marido cuando nuestro pequeño apenas tenía un par de meses y dábamos una vuelta por un centro comercial.

    Su lectura me apasionó y me absobió. Me acompañó durante las interminables horas de lactancia de Darío, me ayudó a entender qué estaba haciendo bien y qué estaba haciendo mal y contribuyó a que fuera consciente del gran número de mitos y prejuicios que existen en el mundo de la lactancia y que, en cierto modo y de manera subrepticia, influyen en los modos de crianza actuales (te usa de chupete = el niño te toma el pelo, te manipula; hace muchas tomas = tu leche no es buena pero los de Nestlé si que saben cómo alimentar bien a un niño, etc.).


    Acto seguido llegaron "Mi niño no me come" y "Bésame mucho", de Carlos González también.

    Una vez me había picado el gusanillo de la prosa amena, fácil y alegre y de su visión cercana y sencilla de la maternidad, llena de sabiduría y sentido común, no podía dejar pasar la oportunidad de leer toda su obra.

    También hay perlas imprescindibles en "Entre tu pediatra y tú", que casi se podría subtitular "El GPS para no perderse en la alimentación, maternidad y crianza de tus hijos".


    Leíbles y releíbles hasta el infinito, sus páginas son las más manoseadas de mi biblioteca en los últimos años. Cuando una amiga mía se prepara para su maternidad, casi siempre puede estar segura de que un ejemplar de "Un regalo para toda la vida" llegará a sus manos a través de mi.


    "La crianza feliz", de Rosa Jové, supuso un pilar de sustento y de argumentos científicos a las decisiones tomadas en la crianza de nuestro segundo retoño: Diana. Sueño y colecho, sobre todo, pero también un recordatorio de otros principios de "crianza natural", como la lactancia, la relación cercana con el niño, cómo negociar o intentar evitar -y a la vez comprender- las rabietas.

    "Baby-led weaning" que todavía estoy terminando, me ha supuesto abrir la mente a un nuevo mundo de respeto por mis hijos, descubriendo cómo acompañarles en el camino hacia la incorporación de la comida normal en su dieta, sin pasar por los purés y por las luchas de poder que muchas veces se establecen a la hora de iniciar la alimentación complementaria.

    Finalmente, aunque ya me pasé del listado de cinco, mencionar "Cómo hablar para sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen", un libro ameno y divertido que ilustra una nueva manera de relacionarse con los hijos, dejándoles expresarse y realizando una escucha atenta que les haga sentirse entendidos y valorados.

    Lo he dejado para el final porque todavía no lo he terminado, porque creo que todavía hay muchos principios que no puedo aplicar con mis hijos y porque es el más complicado de interiorizar. Y es que en la vorágine del día a día es muy complicado pararse a pensar en el comentario adecuado que decir a tu hijo o intentar evitar calificar sus conductas, encasillarle o elogiarle constantemente.

    Como mínimo es útil porque invita a la autoreflexión y lo hace de una manera didáctica y amena.

    Finalmente, mencionar que muchas de mis lecturas complementarias han sido descubiertas por los consejos y apuntes bibliográficos del nunca lo suficientemente alabado Carlos González.

    domingo, 17 de octubre de 2010

    Vaca NO, mamífera SÍ... Y, por supuesto, MADRE

    Hace unos días daba una pequeña ponencia sobre la relación entre medios de comunicación y lactancia materna en el marco de la jornada con la que Multilacta y el Hospital del Henares (Coslada) celebraban la Semana Mundial de la Lactancia Materna.

    Era un discurso optimista en el que asumía que los medios informativos ofrecían noticias contrastadas y veraces sobre la lactancia materna (aunque acompañadas con publicidad de alimentación artificial, biberones, chupetes y resto de industria asociada: esterilizadores, botecitos para leche…) y que el principal problema se encontraba en la falta de referentes culturales de lactancia materna en series, películas, dibujos, programas de debate, etc.

    Subjetividad
    Pues bien, hoy me encuentro en Internet con la referencia a un artículo del el Magazine (suplemento dominical) de El Mundo, titulado “La era de las madres vaca”. Y aparte de estar plagado de prejuicios, mitos e incorrecciones sobre la lactancia, pues me llama poderosamente la atención la falta de rigor periodístico que desprende este artículo desde su mismísimo titular.
       
    Portada de Magazine, el suplemento dominical
    que destribuye el periódico El Mundo.
    Y es que adjetivar a una madre como vaca la reduce a un animal y su papel al de la mera alimentación por el simple hecho de ofrecer a su bebé la leche materna. 

    Leche, que, no lo olvidemos, es gratuita, adaptada siempre a las necesidades del bebé, a la temperatura perfecta y que no requiere de ningún accesorio o instrumento externo para su administración. 

    No se compra ni se vende, no se desperdicia, nunca sobra o falta, siempre hay la necesaria para el bebé y, además, le permite aprender a identificar si tiene sed o hambre, cuánto quiere comer, cuándo está satisfecho… 

    Más allá de los consumismos desaforados y de las tablas de alimentación para bebés cuadriculados a los que hay que medir por el mismo rasero y debe hacer tomas milimétricas, siempre con la misma cantidad y presionados para terminarse el biberón.


    Elecciones partidistas
    En fin, que para este articulista (y para el resto de periodistas que filtran, editan y revisan los contenidos) la madre que alimenta a su hijo prescindiendo del biberón es una vaca y la lactancia no es materna sino natural (ya que el antetítulo reza “lactancia natural”). La elección del adjetivo tampoco es inocua, ya que la palabra lactancia materna tiene connotaciones positivas, mientras que lactancia “natural” ya puede relacionarse con los “locos” de los “natural” frente a lo tecnológico o cultural.

    Ideas preconcebidas
    Leyendo el artículo de principio a fin me quedo con la sensación de que la autora, Carmen Machado, ya tenía una idea preconcebida a la hora de escribir el artículo y ha ido recurriendo a las fuentes que ha ido encontrando para apoyar estas ideas… 

    Vamos, que comienza con una experiencia negativa de lactancia materna y luego una positiva, pero con una mujer que trabaja en casa, dando ya de por sí la idea de que sólo se puede compaginar la lactancia materna con el trabajo si trabajas en casa… Y luego, claro, la pregunta a la entrevistada para que responda lo que tú quieres que diga: “Pero si hubiera trabajado fuera, me habría resultado imposible darle de mamar durante tanto tiempo”…

    Pero, vamos a ver, señoras, que esto no es todo o nada. Que cuando la mamá se incorpora al trabajo se puede dar alimentación complementaria, recurrir a la lactancia mixta (bibe cuando mamá no está y teta cuando está) o sacar leche para luego dársela. En el mejor de los casos, esto durará cuatro o cinco meses ya que en cuanto el bebé empiece a comer de todo tendrá de sobra con las tomas de leche que haga estando su madre en casa… Vamos, que me parece todo un insulto a las madres trabajadoras que han dado el pecho –y lo siguen haciendo- a sus hijos durante años.

     

    Tendencioso
    Desde luego, cualquiera que conozca un poco las fuentes manejadas por Carmen Machado sabe de qué pie cojea y es que, por ejemplo, al mencionar a Carlos Gonzáles ha cogido referencias de sus libros o artículos, pero no le ha preguntado a él directamente…

    Cuando un periodista cita un libro o artículo, debe reseñar la fuente, ya que si no parece que la autora se ha molestado y todo en hablar o contactar personalmente con Carlos González. Aunque, claro, tampoco lo ha hecho con Badinter o Rosin… Simplemente se ha limitado a apropiarse de sus argumentos y, eso sí hemos de reconocérselo, ha contactado con dos madres que han dado el pecho… Aunque las experiencias son tan radicalmente diferentes que también entra la duda de si ha habido sesgo o no en la elección… Y es que parece ser que para Machado no hay medias tintas.

    Luego están los apoyos gráficos, que inciden en el tema “Mama que da el pecho = vaca”, que son amarillistas y tendenciosos en sí mismos… Que, ahora que lo pienso, porque debe ser políticamente incorrecto sacar a una mujer gorda en un suplemento dominical, porque si no, lo único que les faltaba era haber puesto a una mujer gorda, pintada de vaca… y ya puestos, con los rulos y la cofia… que está claro que las mujeres que dan el pecho están anticuadas, son machistas, feas y gordas y viven en un mundo de servidumbre…

    Historias para no dormir
    Se habla sobre historias de terror de lactancia: grietas más grandes que el cañón del colorado o padres que duermen a pierna suelta mientras la madre se pasa la noche entera en vela y penando para darle el pecho a su hijo. Pero no se ahonda en las causas de estas historias de terror.

    Es más fácil echarle la culpa a las presiones para amamantar que a la falta de información o de referentes culturales o a los padres que asumen que como la madre da el pecho ellos no tienen nada que hacer, porque parece que si elijes que vas a dar a tu hijo el pecho, debes asumir en el mismo pack cambiarle el pañal, vestirle, bañarle, cantarle, acunarle, dormirle, ordenar sus cosas… Y sin embargo, cuando das biberón, misteriosamente, todas esas labores se disuelven en un arcoíris de felicidad y maternidad de revista.

    Pensamiento único
    En el videojuego Los Sims,
    ningún bebé es amamantado.
    Me hace mucha gracia también el párrafo final. Una perlita más:
     
    Las campañas pro lactancia son un fenómeno creciente, casi una corriente de pensamiento único”.
     
    Ahí queda eso…. ¡¡¡Toma ya!!! Y lo dice la periodista. No lo dice en boca de nadie. Y no lo prueba… ¡¡¡Leñe!!! Que como lectora me siento estafada… Si era un editorial o un artículo de opinión, que lo hubieran etiquetado como tal. Me siento engañada cuando me lo ofrecen como información, que se supone veraz y contrastada. Y, al final, si mido el resto del medio con el mismo rasero que este artículo, el único que sale perdiendo es El Mundo.

    En cuanto a la afirmación de la autora, simplemente decir que las campañas pro lactancia las emprenden grupos de madres que no tienen un duro… eso sí, con el apoyo de la OMS y UNICEF que dan mucho apoyo moral, pero no se gastan un duro en campañas de publicidad… Mientras que los fabricantes de leche de fórmula están a todas horas en televisión, radio, revistas y periódicos… y hasta en las consultas de los médicos y pediatras.

    Grandes héroes de la industria alimentaria
    Así pues, la lactancia materna se convierte en un pensamiento único en un mundo libre de Nestlés y Nutribenes… Ah, no espera, que según Machado, Nestlé es un héroe suizo que “comenzó la elaboración de un producto alimenticio para combatir la altísima mortalidad infantil”… Que sí, que no te digo yo que la leche de fórmula no haya salvado muchas vidas, pero este señor y sus herederos lo han hecho para llenarse los bolsillos, ya que si su único afán hubiera sido el bienestar de los niños otro gallo hubiera cantado.
     
    No olvidemos que en 1886, la fecha a la que hace referencia el artículo como comienzo de las leches de fórmula, estamos en plena revolución industrial, éxodo hacia las ciudades y comienzo de la incorporación de la mujer al mercado laboral. En esa época, aunque no haya estadísticas, muchas madres no daban el pecho a sus hijos… ¿cómo? Porque recurrían a nodrizas o a lo que se llama “lactancia mercenaria”, a cambio de dinero.

    Según José María Paricio Talayero, del Comité de Lactancia Materna. Asociación Española de Pediatría y Jefe de Servicio Pediatría, Hospital Marina Alta (Denia, Alicante), “en 1780 el 92% de los niños nacidos en Paris son amamantados por  una nodriza”. En Inglaterra, en 1700, el 50% de las madres no amamantaban a sus bebés.
      
    En esas mismas fechas, la tasa de mortalidad infantil era de 109 en amamantados por sus madres, 170 en amamantados por nodriza a domicilio, 381 si nodriza los lleva a su casa y 500 al 910 si eran alimentados por una nodriza en la inclusa. Así las cosas, la solución no pasaba por fabricar un alimento artificial para estos niños, sino por fomentar que fueran las propias madres las que amamantaran a sus hijos.
        
    Se crían igual de bien
    Y, además, volviendo al argumento del “pensamiento único”, ¿dónde quedan las madres, suegras, amigas, vecinas que constantemente recuerdan a las madres que amamantan que les den un biberón, “porque con el bibe se crían igual de bien”?
     
    Ahora otra perlita de la articulista, que esta vez no pone en boca de nadie: “Se sugiere, se asocia, se indica… Pero ¿se puede afirmar categóricamente que los niños criados con biberón tendrán un peor desarrollo físico, cognitivo o afectivo que los criados al pecho? Hasta ahora, no hay pruebas concluyentes”.

    Esto es mentira. Simple y llanamente. Hay estudios que demuestran que los bebés amamantados padecen menos obesidad o dermatitis atópica, por ejemplo. Es evidencia científica de tipo 1, es decir, incontestable,… Y esta evidencia está en la base de las políticas de fomento de la lactancia materna, por ejemplo, a través de la iniciativa IHAN.

    Sin desperdicio
    El cuadro de ventajas e inconvenientes de la lactancia materna no tiene desperdicio. No voy a entrar en el análisis porque necesitaría un post entero para analizarlo (aunque no lo descarto para el futuro)…
      
    Tampoco tienen desperdicio los ganchos en la portada para llamar la atención de los lectores: “La organización mundial de la salud quiere que las mujeres amamanten durante dos años”… ¿¿¿ein??? La OMS recomienda, no obliga ni quiere. La OMS dice lo que es lo mejor para la madre y para el bebé basado en evidencias científicas… Luego cada persona hace lo que quiere. Vamos que la OMS también dice que fumar es malo y no por eso la gente que fuma se ve obligada a dejar de fumar. Cada uno hacemos nuestras propias decisiones y tenemos que vivir con ellas.
     
    Y con ello mi reflexión final… Si una madre se ve obligada a amamantar es que algo falla. Se puede informar a una madre de que la lactancia materna es lo más beneficioso para el organismo de la madre y el del bebé, que dar el pecho no tiene que doler, que si hay grietas es que algo va mal y se puede solucionar, que la lactancia materna es compatible con el trabajo… Y si después de todo eso, decide dar el biberón por las causas que sea, habrá que respetarlo y dejar a esa madre estar y ser feliz con su hijo, ya le de teta o biberón.
       
    Si una madre que desea amamantar se enfrenta con problemas (grietas, mastitis, etc.) y los profesionales médicos son un muro en el que se estrella sin encontrar apoyo y soluciones, que solo le dicen que la lactancia materna es lo mejor para su bebé sin pararse a entender la causa de sus malestares y desvelos, sin ofrecerle ni tan siquiera empatía y comprensión, es normal que vea la lactancia como una esclavitud y no como una experiencia positiva y maravillosa.
      
    Son todavía muchos los prejuicios que hay que borrar para poder lograr que todas las madres que quieran puedan ofrecer a sus hijos lactancias felices y satisfactorias… y artículos y argumentos como estos solo ponen piedras en el camino y siembran de dudas los embarazos de muchas madres, que pueden desechar la lactancia por miedo al fracaso.

    Facebook: Me indigna que El Mundo haga este ataque a la Lactancia Materna

    Carta a El Mundo y recogida de firmas

    Alud imparable
    El susodicho artículo ha generado una reacción en cadena imparable. Aquí os dejo otras referencias blogueras de la red maternal. Si me dejo a alguien, no dejéis de mandarme un tirón de orejas virtual... y un enlace.

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