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lunes, 30 de septiembre de 2013

El auténtico piel con piel

Circula por Internet desde hace tiempo una foto titulada "¡¡El auténtico PECHO!! que (aunque no verse sobre la Planificación Estratégica del Calendario de Hostilidades Ocultas), a modo de panfleto publicitario y prospecto de un medicamento, destaca las ventajas y beneficios de lalactancia.

Recientemente, en el Congreso de Fedalma, Kerstin Uvnäs habló sobre el auténtico piel con piel y la influencia de esta práctica en el mecanismo de la oxitocina. Una de las cosas más importantes que dijo a este respecto es que el piel con piel requiere auténtico contacto entre la madre y el bebé, subrayando que algunas costumbres todavía presentes en algunas maternidades (como las de envolver o enmallotar al bebé) interfieren con este mecanismo, aislando al bebé del cuerpo de su madre.

Y la idea de este post no es hablar sobre los beneficios del piel con piel, ya que desde que en Colombia presentaron a finales de los 70 la "revolucionaria" idea de que los bebés prematuros en contacto con la piel de su madre (cuidados madre canguro) tienen un mejor pronóstico que los que se quedan en las "avanzadas y tecnológicas" incubadoras, mucho se ha investigado sobre este tema. Los beneficios del contacto piel con piel están más que demostrados, para prematuros, pero también para bebés sanos nacidos a término, y no solo en las primeras horas después del nacimiento, sino mucho más allá.

El problema es que a veces nos olvidamos de que el piel con piel es eso: la piel del bebé contra la piel de la madre, sin barreras, sin ropa, sin nada que mediatice el puro contacto del cuerpo de la madre y el del bebé. Y vemos a madres que dan a luz con camisones imposibles y a bebés envueltos en toallas y gasas para que no se enfríen... Cuando la zona del pecho de la madre está perfectamente capacitada para aumentar o reducir su temperatura y ayudar así al bebé a regular su temperatura. Cuando la oxitocina en su ciclo pulsátil actúa como un potente vasodilatador que genera mayor calor corporal en el pecho de la madre, ofreciendo al bebé-polluelo el calor perfecto en el que "incubarse" sin necesidad de incubadora.

Y de nada vale colocar al bebé en el pecho de la madre si se aisla al bebé de este calor con ropas, toallas, mallas y gasa. Por eso el bebé solo debe estar con su pañal y la madre sin nada de ropa de cintura para arriba... Y ambos, a la vez, se taparán con una toalla, una sábana o lo que sea necesario, pero ambos, juntos, como la unidad irrompible que son y sin bloquear esa conexión íntima con barreras inútiles e innecesarias.

La herramienta más potente
El piel con piel y la lactancia son comportamientos tan íntimamente ligados que no se pueden separar. Mi compi, Elena, siempre habla del contacto, la necesidad de sentirnos sostenidos y la importancia de las caricias desde las primeras etapas de la vida. No en vano es su ámbito de especialización (es monitora de porteo, pero también de masaje infantil). Yo le hablo de la lactancia, y de cómo la lactancia es el contacto más íntimo, y de cómo la lactancia es contacto y el contacto es lactancia. Y de cómo, cuando el bebé crece, sigue quedando esa parcelita del contacto de la cara del bebé contra el pecho de la madre, como fuente de bienestar y de goce y relajación más absolutos. Y juntas, llegamos a la conclusión, de que contacto y pecho, pecho y contacto, son inseparables. Los podemos estudiar por separado, analizando sus particularidades, propiedades y ventajas, pero no dejan de ser comportamiento innatos para los que el ser humano ha sido diseñado por millones de años de evolución. Nacemos para ser amamantados y nacemos para ser llevados, y todo ello sin mediatizar por capas de ropa innecesarias.

El contacto piel con piel pone en marcha los mecanismos más primitivos con los que venimos "equipados de serie" por la evolución y permite a los bebés saltarse hasta semanas de aprendizaje, para volver a lo básico, a los instintos que nos programan para reclamar el contacto con nuestra madre y para succionar el pecho.

Hace poco tuve la suerte de presenciar como una bebita de diez días, con problemas de lactancia, hacía una succión débil y confusa al pecho. Su mamá se quejaba de que la pequeña no vaciaba bien y no sacaba nada. Probamos varias cosas, pero no había demasiada mejora en la actidud de la peque. Y decidimos probar el afianzamiento espontáneo, en piel con piel, la bebita con solo el pañal ("quítale también el body" le recordé a la mamá) y la madre en top-less y sin la interferencia del sujetador.

Y la bebita no se enganchó espontáneamente por si misma, ni mágicamente ni al instante, pero al poco tiempo de estar así y de engancharse al pecho, empezó a hacer una succión vigorosa, efectiva, a abrir sus ojos oscuros para perderse en los de su mamá. Y los cambios no eran solo evidentes en la bebita, sino también en su madre, una mujer que de nuevo se sentía capaz, más empoderada, más consciente de que un mal comienzo se puede superar fácilmente con ganas, empeño y las herramientas apropiadas.

No se enganchó mágicamente, pero sí hubo magia. La propia del cuerpo humano, de la fisiología, y de cómo las cosas suelen funcionar cuando se ponen en marcha tal y como están diseñadas para funcionar. La magia del auténtico piel con piel.

Ahora que en España celebramos la Semana Mundial de la Lactancia (por eso de que en agosto aquí no queda nadie ni para celebrar), no está de más recordar no solo la importancia de la lactancia, sino también de todas las potentes herramientas que tenemos a nuestra disposición de la manera más sencilla para que todo vaya sobre ruedas.

Y como de celebrar la Semana Mundial de la Lactancia Materna se trata, hemos preparado varios eventos para regalar y regalarnos con el motivo de esta conmemoración:
¡¡¡Feliz Semana Mundial de la Lactancia Materna!!!

jueves, 19 de septiembre de 2013

Oxitocina, la hormona de las mil caras

La investigadora sueca Kerstin Uvnäs impartió la conferencia inaugural del X Congreso de Fedalma recordando que cuando ella empezó su investigación sobre la oxitocina se sabía poco o casi nada sobre el mecanismo de la oxitocina, más allá de su implicación durante el parto y la lactancia.

En cambio, hoy en día sabemos que los humanos contamos con una compleja red neuronal sensible a la oxitocina, por lo que esta hormona influye en gran cantidad de funciones fisiológicas. Por ejemplo, actualmente está demostrado que la oxitocina produce cambios psicológicos, promoviendo la calma y reduciendo el estrés.

Pero la oxitocina tiene efectos más allá del cerebro. Uvnäs señaló que esta hormona promueve el crecimiento de las células, por lo que se la puede considerar una hormona del crecimiento. Además, si la oxitocina llega a una célula cancerígena, inhibe su crecimiento, por lo que tiene un efecto preventivo en casos de cáncer de pecho, de colon, de ovario o de endometrio.

Comportamiento maternal y social
Kerstin Uvnäs también habló de experimentos en los que la administración de oxitocina a ratas (e incluso a mamíferos superiores) indujo un comportamiento maternal incluso en hembras que nunca habían dado a luz. Pero, además, los animales tratados con oxitocina se vuelven más sociables, son más cercanos y abiertos y menos propuestos a luchar por el territorio. La oxitocina tiene un efecto calmante, ansiolítico, en el área del cerebro conocida como amígdala. También reduce la sensación de dolor, tiene efecto anti-estrés, disminuye el cortisol y aumenta tránsito gastrointestinal. Por otro lado, si en lugar de administrarla puntualmente se repite la pauta y se administra durante un par de semanas, se observan efectos a largo plazo que duran incluso varias semanas:
  • Efecto similar a una ansiolítico.
  • Mayor umbral del dolor.
  • Menor inflamación.
  • Menor presión sanguínea.
  • Menor nivel cortisol.
  • Tono vagal aumentado.
  • Facilita el aprendizaje.
  • Aumenta la ganancia de peso.
  • Aumenta la tasa de curación de heridas
También en humanos
Aunque la investigación básica demuestra la gran capacidad de la oxitocina para modular el funcionamiento del organismo y el comportamiento en los animales, lo cierto es que estos efectos se han replicado también en estudios con humanos. Un efecto interesante de la oxitocina en las personas es su capacidad para aumentar la interacción social, mejorando la interpretación de los comportamientos sociales ajenos. Los individuos que reciben oxitocina se miran más los unos a los otros, sobre todo a los ojos, y entienden mejor cómo se sienten las otras personas.

Además, bajo la influencia de la oxitocina, las áreas del cortex relacionadas con el pensamiento crítico se inhiben y por eso se suele decir que el amor de madre es ciego. Al ser efectos relacionados con el área límbica, son completamente inconscientes. Kerstin Uvnäs añadió que, en ámbito de la maternidad, el papel de la oxitocina es fomentar y reforzar la confianza en la pareja y en el hijo.

Otros efectos de la oxitocina en seres humanos son:
  • Aumenta la capacidad de creer lo que la otra persona te está diciendo.
  • Reduce la ansiedad.
  • Disminuye los niveles de cortisol.
  • Menor tendencia a la la depresión.
  • Disminuye la sensibilidad al dolor.
  • Mejora la confianza.
  • Aumenta la probabilidad de ser hipnotizado.
También se están realizando ensayos clínicos sobre la influencia de la oxitocina en autismo, fobias sociales, esquizofrenia, depresión, ansiedad, enfermedades relacionadas con el estrés, abuso de sustancia, ayudante en psicoterapia, etc.


Cómo se segrega la oxitocinaLa oxitocina se segrega durante la lactancia y durante el parto, pero también se relaciona con muchas otras áreas del cuerpo y del cerebro. Por ejemplo, se puede segregar desde el estómago, cuando una comida nos complace, o con las caricias. En cuanto a la lactancia, en un estudio en el que se sacaron 25 muestras de sangre a mujeres durante una hora se constataron picos de oxitocina cada 90 segundos aproximadamente, en un patrón pulsátil muy diferente al del ciclo de la prolactina.

Kerstin Uvnäs destacó que las mujeres con mayores niveles de oxitocina fueron las que registraron también niveles más altos de prolactina, por lo que la oxitocina no solo influye en la eyección de la leche, sino que también tiene un efecto significativo sobre la producción.

Cuando la mujer amamanta, la oxitocina ayuda a activar el estómago y todas las hormonas necesarias para la digestión, por lo que la función del sistema gastrointestinal se adapta a la cantidad de leche que está dando. Se optimizan todas las funciones del estómago y el intestino, de tal manera que se mejora el aprovechamiento energético de todos los alimentos que ingiere la madre.

La oxitocina segregada durante la lactancia se relaciona también con una disminución de la hormona del estrés, el cortisol. Por eso, Kerstin Uvnäs  habló del efecto antiestrés de la lactancia materna, ya que cada vez que una mujer amamanta disminuye significativamente el cortisol.

La presión sanguínea también disminuye durante la lactancia con un efecto dosis-dependiente, de tal modo que la tensión de las madres suele ser mucho mejor tras cinco semanas de amamantamiento que en el posparto inmediato.

Oxitocina, lactancia y psique

Las mujeres que amamantan, debido a este patrón repetitivo y pulsatil de la oxitocina, también experimentan cambios en su personalidad. Según el estudio mencionado anteriormente, las mujeres con mayores niveles de oxitocina son las que se vuelven más sociales y registran menores niveles de ansiedad.

Además, en el estudio, las mujeres con mayores niveles de oxitocina fueron las que dieron el pecho durante más tiempo, por lo que Uvnäs relacionó esta hormona con un mejor vínculo entre la madre y el hijo. Por último, añadió que la oxitocina vuelve más protectoras a las madres.

Como resumen de todo esto, la investigadora sueca recalcó que el papel de la oxitocina va mucho más allá de la eyección de la leche, ya que mejora la respuesta fisiológica de las madres y promueve el comportamiento afectivo con el bebé.

La oxitocina y el bebéCuando se habla de la hormona oxitocina, se suele olvidar que el bebé también genera su propia oxitocina. Hasta los tres meses de edad se registra la mayor producción de oxitocina de toda la vida, aunque los mayores niveles de oxitocina en los humanos se registran justo después del nacimiento. En ese momento, los niveles del bebé son incluso mayores que los de la madre.

No solo el nacimiento estimula la secreción de oxitocina en el bebé, sino que, con la succión, el bebé segrega su propia oxitocina además de estimular el mismo efecto en el organismo de la madre. Esto se ha constatado, por ejemplo, estudiando a terneros que registraban mayores niveles de oxitocina al succionar del pecho de su madre que al beber de un cubo.

El contacto piel con piel también fomenta la secreción de oxitocina, tanto en la madre como en el bebé. Siguiendo ese patrón pulsátil al que nos referíamos anteriormente, el cuerpo de la madre varía su temperatura por el efecto vasodilatador de la oxitocina. Y este cambio se transmite al bebé.

¿Protegemos el mecanismo de la oxitocina?La oxitocina es una hormona tímida, no se segrega en la presencia de gente que no nos agrada o en situaciones percibidas como desconocidas o inseguras. Por eso es necesario cuidar tanto el momento del parto como la lactancia, para contribuir a que los mecanismos de la oxitocina funcionen tal y como están programados para hacerlo.

El problema es que hay prácticas, aparentemente inocuas, que dificultan estos procesos. Por ejemplo, en algunas maternidades se sigue envolviendo al bebé después del parto y se sabe que para los beneficios del contacto piel con piel no es suficiente la cercanía sino que tiene que haber contacto “real” de la piel del bebé con la piel de la madre.

Otro aspecto en el que se interfiere con el mecanismo de la oxitocina son las cesáreas. Cuando se realizan de urgencia sí que ha dado tiempo a que el bebé estimule el mecanismo de esta hormona, pero en las cesáreas electivas, al no desencadenarse el proceso del nacimiento, no se libera oxitocina. Y esto supone un problema a posteriori.

Uvnäs señaló, por ejemplo, que a los dos días posparto las mujeres que se habían sometido a cesáreas programadas no tenían estos picos de oxitocina que sí se registraban en las mujeres con un parto normal. Aunque se puede recuperar lo perdido después, lo cierto es que sin estos pulsos de oxitocina la prolactina tampoco sube y también se dificultan las adaptaciones psicológicas para el comportamiento maternal.

Epidural
Al aplicar la anestesia epidural, los nervios y los impulsos de toda esa zona se bloquean, por lo que el cerebro no registra lo que está sucediendo en la zona pélvica. De nuevo, esto dificulta la producción de oxitocina y, por tanto, influirá en los niveles de prolactina y en la adaptación maternal. En las madres que dieron a luz con anestesia epidural se constató que, dos días después del parto, los bebés amamantado no experimentaban aumento de la temperatura corporal con el contacto piel con piel. La teoría es que está fallando algo básico en la comunicación entre el cuerpo del bebé y el de la madre.

Finalmente, y en lo que se refiere al uso de oxitocina sintética durante el parto, Kerstin Uvnäs señaló que una de las principales diferencias entre ambas hormonas es que la natural fluctúa en picos mientras que la sintética se inyecta de una manera lineal. Al comprobar los niveles de oxitocina a los dos días posparto en las mujeres que recibieron oxitocina sintética se constató que producían menos oxitocina natural. “La producción endógena de oxitocina se regula a la baja de manera artificial”, concluyó la ponente.

Cuando se producen intervenciones, hay riesgos. Se interfiere en el proceso natural de la oxitocina, lo que induce cambios a nivel fisiológico que no se resuelven con intervenciones posteriores. La receta para evitarlo, dijo Uvnäs, es simple: continuar con el mecanismo fisiológico de parto, lactancia, contacto piel con piel, masaje, interacción social y apoyo familiar a la madre.

viernes, 8 de marzo de 2013

Oxitocina, Vínculo y Lactancia Materna

Ponencia de Ibone Olza en el VII Congreso Español de Lactancia Materna

Foto extraída de la web de Ibone Olza
www.iboneolza.com
Ibone Olza comenzó su ponencia resumiendo la teoría del apego expuesta por Bowlby y desarrollada por Mary Ainsworth, que definió el vínculo como lazo que se establece entre RN y madre y que cumple la función biológica de promover la protección, supervivencia y, en última instancia, replicación.

“Consideramos esencial para la salud mental que el bebé y el niño pequeño experimente una relación cálida, íntima y continuada con la madre (o sustituto materno permanente), en la que ambos hallen satisfacción y goce”, dijo Bowlby.

A nivel hormonal, en el apego intervienen oxitocina, vasopresina y neurohormonas como el cortisol o las catecolaminas. Además, las alteraciones en el inicio del apego, desde la relación y el contacto con el medio externo, generan alternaciones neuroanatómicas que predisponen a patologías mentales durante toda la vida.

Lo que sabemos hoy en día, explicó Olza, es que la oxitocina además de contracciones o eyección tienen efectos beneficiosos en el sistema nervioso central. Por ejemplo, induce en la madre serenidad, bienestar, amor y confianza, favorece el interés por crear vínculos. Pero, además, el lactante que recibe oxitocina a través de la leche materna también se beneficia de estos efectos y está más predispuesto a la interacción social. El efecto no es solo en el momento del parto o el puerperio, sino que la oxitocina influye en todas las conductas sociales y reproductivas de nuestra especie.

Primeros momentos de la vidaEn el puerperio inmediato la madre tiene los niveles de oxitocina muy altos, pero también estrógenos, endorfinas y otras hormonas. La actividad de los receptores de oxitocina también está elevada. En el recién nacido se registran los niveles altos de oxitocina y catecolaminas (estrés beneficioso del parto). Todo ello configura un periodo muy sensitivo, un escenario neuroendocrino con una habilidad única para crear recuerdos. Por eso, el encuentro entre la madre y el bebé debe ser y es una experiencia amorosa, placentera y tiene que quedar grabada en ambos. Además, este periodo sensible es la base de la sincronía puerperal, en la que las funciones de la madre regulan funciones del lactante y viceversa.

Durante este periodo de sincronía, distintas conductas del bebé activan distintas zonas cerebrales en la madre y en el padre, relacionadas con la actividad de hormonas específicas y orientadas a crear respuestas concretas. Por ejemplo, la succión del bebé disminuye la ansiedad y fomenta la relajación de la madre. O la sonrisa del bebé, que se asocia con un aumento  de la dopamina y los opioides en el cerebro de la madre. Otro efecto curioso es que los niveles de oxitocina se igualan en las parejas, en la madre y en el padre.

Ibone Olza mostró diapositivas en las que se veía como la activación diferente de las zonas del cerebro entre las madres que amamantan y las que no ante el llanto del bebé. Esto es importante porque a las madres que amamantan les resulta más fácil y placentero cuidar a sus bebés. De este modo, la psicóloga afirmó que la lactancia materna es la herramienta fisiológica del vínculo seguro con la que nos ha dotado la naturaleza

Oxitocina intraparto“Cuando empecé a investigar sobre la oxitocina se me pusieron los pelos de punta al encontrar los estudios sobre los efectos de la oxitocina en los mamíferos”, destacó Olza durante su exposición. “Parece evidente que alteraciones tempranas en la oxitocina pueden producir cambios de por vida en la respuesta a estímulos sociales o físicos”, subrayó, mencionando estudios que demuestran cómo puede llegar a alterar también la lactancia en pequeños mamíferos.

Leyendo esta documentación, Olza manejó las siguientes hipótesis sobre el uso de la oxitocina sintética en el parto:
-    Altera  la lactancia
-    Pero también la conducta infantil y materna

Por eso, en colaboración con otros colegas, diseñaron un estudio piloto en el que filmaban a un recién nacido en posición de crianza biológica (piel con piel sobre el regazo de la madre) durante 15 minutos, cuando había pasado al menos 1 hora desde la última toma al pecho. La única indicación que daban a las madres es que no pusieran al pecho al bebé y no le metieran el pecho en la boca.

ResultadosEstas grabaciones eran analizadas después por distintos observadores que desconocían el tipo de parto y la aplicación o no de oxitocina durante el mismo. Y encontraron un efecto dosis-dependiente; es decir, cuanta más oxitocina intraparto, menores reflejos y mayores dificultades en reflejos neonatales primitivos relacionados con la lactancia materna.

A los tres meses se contactaba de nuevo con las madres y se corroboró este efeto dosis-dependiente, ya que a más cantidad de oxitocina mayor el riesgo de no estar amamantando a los tres meses.

Estos resultados estaban en consonancia con los un estudio similar realizado en Chicago, confirmando la hipótesis de que la oxitocina intraparto puede estar llegando al cerebro del recién nacido e influyendo en inicio y duración de la lactancia.

Para finalizar su exposición, Olza recordó que un biberón se debería dar con la misma implicación, cariño y contacto que el pecho y pidió que lo único que pierda un bebé que toma sucedáneo sea la leche materna, “pero no toda la estimulación neuroafectiva que conlleva la lactancia”.

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