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viernes, 24 de mayo de 2013

TODOS los PARTOS deberían ser RESPETADOS

Foto de Bellypainting Madrid

Estamos en la Semana Mundial del Parto Respetado. No es que lo note mucho, total, la mayoría de mis contactos en las redes sociales, de mis fans, followers, followeados y mis gurús siempre estamos dándole caña a los mismos tema y el PARTO RESPETADO, así, con mayúsculas, es una de ellas.

Llevo dilatando mucho tiempo contar la experiencia del parto de Mi Pequeña Flor. Fue terrible, machacante, tanto para mí como para mi marido. Creo que ya lo he contado alguna vez, pero me repito:

Si los partos normales, con bebés a término, tienen que ser respetados, creo que los partos en caso de pérdida gestacional lo deberían ser más. Si el trato a la madre debería ser exquisito mientras pasa por la experiencia de dar a luz a su esperado bebé, más aún debe serlo cuando la mujer se enfrenta al terrible momento de despedirse para siempre de ese bebé cuyo corazón se ha parado antes de nacer. La mujer que vive una pérdida gestacional pasa por un momento terrible de pérdida y tristeza y, si la experiencia vivida en su parto es negativa, la huella, el surco de dolor y tristeza será más hondo aún.
La madre cuyo bebé nace muerto no experimenta "el mayor pico de oxitocina de toda su vida reproductiva", no tiene bebé al que abrazar, no tiene un cóctel hormonal que le permita "olvidar" las malas experiencias vivida y, además, en demasiadas ocasiones, se choca contra la indiferencia o la negación a su dolor por parte de amigos, familiares, profesionales y la sociedad en su conjunto.

Hace poco debatía con la jefa de servicio de ginecología del Hospital Universitario de Móstoles la experiencia de mi último parto. Ella me preguntaba qué tipo de "restitución" quería. La pregunta en si misma tiene tela, pero la respondía que lo que quería era que nadie volviera a pasar por lo mismo por lo que yo había pasado. Y ella, a su vez, me dijo que yo no podía convertirme en juez de lo que quieren las demás mujeres.

"Por eso mismo", le dije yo. "Por eso hay que escuchar a las mujeres y respetar sus deseos. Si una mujer, ante una pérdida perinatal, quiere un legrado, está en todo su derecho de exigirlo y que la decisión sea RESPETADA. Si una mujer, en el mismo caso, desea y pide en repetidas ocasiones que le permitan alumbrar la placenta por si misma y que le den tiempo, la decisión debe ser igualmente RESPETADA".

La clave, como en todo, es el RESPETO. Respeto que eché de menos en abundancia en muchos momentos de mi último parto. Porque si fue doloroso perder a mi hija, más aún fue hacerlo en un ambiente hostil, poco empático, en el que todo fueron trabas para despedirme de mi hija y no se respetó mi autonomía como paciente.

Os dejó una carta que "parí" con dolor pero precisamente por RESPETO a mi misma unos días después de mi experiencia. Y que por RESPETO a mi misma, remitiré hoy también por cuantos canales sea posibles a las instituciones sanitarias madrileñas.


Estimados señores:

El pasado viernes, 1 de febrero, me diagnosticaron en la consulta de ginecología de su hospital que la bebé de 21 semanas que estaba gestando ya no tenía latido. Era algo esperado, y estábamos preparados para la situación, dentro de lo que cabe. Les envío esta carta para expresar mi más profundo agradecimiento a algunos de los profesionales que me atendieron durante mi estancia de dos días en su hospital para la inducción del parto.

Javier, matrón de su servicio, por su actitud comprensiva y colaboradora. Nacho, el matrón que nos atendió en las urgencias de ginecología, por su extrema sensibilidad en un caso como el nuestro, su apoyo, su amabilidad constante y su trato humano y muy cercano. Solo tengo buenas palabras también para el resto del equipo con quien tuvimos contacto en la zona de urgencias de ginecología. Ginecólogos, residentes, matrones, auxiliares, nos informaron de todo el proceso, todas las pruebas y pasos a seguir, nos preguntaron por nuestras preferencias, escucharon nuestras indicaciones y fue un bálsamo sentirse tan bien atendido y arropado por los profesionales sanitarios de su hospital en una situación tan complicada desde el punto de vista emocional.

La pena es que esto duró solo unas pocas horas. En cuanto nos pasaron a planta, la situación fue bastante diferente. En primer lugar, nos pusieron en una habitación con una paciente de post-operatorio. Que no es el caso hablar de tener que compartir habitación o no, pero una mujer que se enfrenta al diagnóstico de un bebé sin latido y con un parto por delante, necesita un poco de intimidad para preparar su cuerpo y elaborar su duelo. Maxime cuando ahora, en su hospital, presumen de ofrecer habitaciones individuales para las madres recientes. Claro, las madres de bebés muertos, al parecer, no merecemos esa consideración.

Ya no era solo la falta de espacio para la deambulación en la propia habitación sino que, sin saber demasiado bien por qué, estuve todo el rato con suero puesto pero con un pie que no rodaba y que no me permitía moverme a ninguna parte… Literalmente me tenía que llevar el pie que sostenía el suero en vilo para ir al baño, así que simplemente pasear por el pasillo era impracticable. Las enfermeras me repitieron en varias ocasiones que no me podían traer otro porque "todos estaban igual". Si necesitan fondos para este apartado, asúmanlo y pídanlos ya que pequeñas cosas “insignificantes”, como la falta de movilidad debido a la ausencia del equipo adecuado, son las que convierten una experiencia negativa en algo peor y, obviamente, también disminuyen radicalmente los niveles de calidad asistencial percibidos por los pacientes.

Llegó el momento del nacimiento de nuestra hija. Fue en el baño, estaba sola y no me preocupaba. Cogí a mi pequeña de entre mis piernas y fuimos a la cama a esperar que llegara la ginecóloga. Pedí que me colocaran a mi pequeña encima y no voy a criticar las caras de disgusto que me pusieron, eso es personal de cada uno, pero sí que empezaran a decirme que “eso es mejor no verlo”.

Y eso es ya lo que me parece discutible. Porque el personal que atiende a las madres en situaciones como la nuestra debería tener, si no respeto, al menos un poco de formación en “atención al duelo” y en tratamiento a pacientes que se enfrentan a la muerte gestacional o perinatal de su bebé. No es que sean expertos, pero al menos deberían tener algunas nociones… Más teniendo en cuenta que hay asociaciones que ofrecen esta formación  manera gratuita.

Y porque no entiendo la diferencia entre esta actitud y la que nos encontramos entre el personal de urgencias, que aceptó y respetó nuestro derecho a despedirnos de nuestro bebé cuando naciera. O al menos así lo afirmaron cuando les comentamos nuestro deseo de hacerlo.

Solo la ginecóloga aceptó colocarme a mi bebé encima cuando llegó, después de cortar el cordón. No me querían dejar tocarlo, porque tenía que ir a “anatomía patológica”… Y perdónenme que no lo entienda, pero creo que la autonomía del paciente me cubre hasta el punto de decidir qué quiero hacer con los restos mortales de mi bebé. Nadie puede decidir por mí y menos todavía estar autorizado a llevarse los restos de mi hija sin mi consentimiento. Les recuerdo que, a día de hoy, vds. no tienen ningún papel firmado donde yo de mi consentimiento para tal hecho y en ningún momento se me informó de ello.

Pero, soslayando este extremo, me parece muy poco adecuado que después de parir sola y sin asistencia a mi bebé en un baño, de cogerlo con mis propias manos y llevarlo hasta la cama en una toalla… Que después de todo eso me digan que no puedo tocarlo. Desde luego, hay algo que no cuadra en este panorama.

Por otro lado, tampoco me parece adecuado que tuviera que “exigir” que dejaran pasar a mi marido para ver a nuestro bebé. Y tampoco me parece procedente que en una situación de fragilidad como la nuestra, teniendo en cuenta la situación que estábamos pasando, tuviera que “exigir” que nos dejaran a solas para despedirnos de nuestro bebé (acuérdense de que estábamos en una habitación compartida, así que lo de la intimidad era relativo).

Quizás lo peor de toda mi experiencia en su hospital fue lo que vino después. El hecho de que me hubieran hablado de la posibilidad de hacer un legrado si el útero no se vaciaba bien o quedaba algún resto, no indicaba que yo diera mi consentimiento a esta intervención. De hecho lo único que yo firmé fue un consentimiento informado para una inducción y un formulario para pedir el misoprostol al departamento de farmacia.

Sin embargo, cuando la ginecóloga llegó después del nacimiento del bebé me dijo que directa a quirófano para alumbrar la placenta y hacer un legrado. Le pregunté si no podíamos esperara a otra contracción para el alumbramiento, darme tiempo, pero todo fue no, no y no, sin darme ninguna explicación ni argumento médico… Y allí me vi yo, en un quirófano a las tantas de la madrugada, sin haber dado mi consentimiento para ello (y mi marido tampoco, me enteré después) y encima con anestesia general. Ahí ya ni me molesté en protestar o preguntar, ya que el ninguneamiento a  mis deseos como paciente había llegado al extremo. Claro, ¿para qué me van a preguntar a mí que soy el sujeto “paciente” y el objeto de la intervención si alguien puede tomar la decisión por mí?

Me preocupa el tema de los consentimientos informados. Me preocupa que en su hospital y en su servicio de ginecología y obstetricia se tomen este tipo de cosas tan a la ligera. Me gustaría que me aclararan si esto es lo normal o si en mi caso se cometió un grave error, ya que la clínica tampoco era, desde mi punto de vista, tan grave como para justificar este tipo de acciones sin mi consentimiento. Y me preocupa más todavía que se haga aprovechando una situación de fragilidad y de indefensión extrema.

De hecho, en la página web de su hospital tienen colgada la siguiente información con respecto al consentimiento informado:

CONCEPTO
Toda actuación en el ámbito de la salud de un paciente necesita su consentimiento libre y voluntario, una vez recibida la información y que haya valorado las opciones propias del caso.
El consentimiento será verbal por regla general. Sin embargo, se prestará por escrito en los casos de intervención quirúrgica, así como cualquier exploración que comporte riesgo o inconvenientes para su salud.
El paciente puede revocar libremente por escrito su consentimiento en cualquier momento.

LÍMITES
Rechazo explícito de toda información por el paciente.
1.    - Grave peligro para la salud pública.
2.    - Situación de urgencia real y grave que no permite demoras.
3.    - Imperativo legal.
4.    - Incompetencia / Incapacidad del paciente.

Como verán, la situación que les detallo no está incluida en ninguno de los límites mencionados y, tratándose de una intervención quirúrgica y contando con mi rechazo verbal a dicha intervención, no le veo el sentido por ningún lado.

También me ocasiona gran inquietud el hecho de que, una vez en reanimación, se informara a mi marido de que me subirían a la habitación a las tres de la madrugada y me dieran allí casi las cinco de la mañana porque no había ningún celador disponible para subir mi cama a la habitación. ¿De verdad funciona un hospital con un solo celador disponible en turno de noche? ¿Realmente si se solicita un traslado hay que esperar hora y media? A algunos esto les puede parecer un dato "banal", una exigencia vacía. Pero les puedo asegurar que después de pasar por una intervención quirúrgica no consentida, por una situación total de indefensión, pasar dos horas más de la cuenta a una cama atada con máquinas, sin que nadie te de una explicación y solo porque hay un único celador de servicio, pues no es algo que nadie se tome con paciencia o filosofía.

Y bueno, ya para rizar el rizo, está el tema de la lactancia. Estoy bastante informada y formada sobre lactancia materna. Soy asesora de lactancia y llevo como voluntaria varios grupos de apoyo para madres. De hecho, colaboro en el comité de lactancia materna de su hospital en calidad de representante de las madres, con el objetivo de contribuir a mejorar las tasas de lactancia y la experiencia de madres y bebés en el inicio de la alimentación en su hospital.

Expresé, y así se anotó en el historial, mi deseo de que no se me administrara Dostinex (cabergolina) para inhibir la lactancia ya que sigo amamantando a uno de mis hijos. Una de las enfermeras del turno de noche tuvo la ocurrencia de decirme que me pusiera un sujetador y que cuando llegara a casa me pusiera otro que me quedara muy apretado para que no me subiera la leche. Yo le dije que no se preocupara, que era perfectamente capaz de gestionar mi lactancia y me respondió de manera muy autosuficiente que era “su obligación” informarme… Y esto ya roza lo patético, porque esta señora da consejos que no están basados en evidencia científica (vamos, que solo le faltó decirme que me vendara los pechos), que no sirven para nada más que para provocar una obstrucción o una mastitis en el caso de que suba la leche y encima lo hace como si ella estuviera en posesión de una verdad absoluta cuando solo actúa en base a información basada en mitos y prejuicios que, hasta donde yo sé, no deberían ser el fundamento de la práctica sanitaria.

Desde luego que en el comité de lactancia de su hospital se ha abordado la necesidad de formación en lactancia materna para los profesionales que trabajan en el hospital, pero es que mi experiencia directa en este sentido no hace más que corroborar esta necesidad, pero también la de que se trabajen desde las bases conceptos tan básicos como el respeto, la autonomía del paciente y el empoderamiento…Temas que quedan muy bonitos  sobre el papel, pero que se quedan en agua pasada en la práctica diaria, por lo que se ve.

En fin, que después de esta experiencia, mi tercer parto en sus instalaciones, he constatado que se ha avanzado mucho en algunos aspectos y me llena de satisfacción que haya profesionales tan orientados hacia el cuidado y el sostenimiento de la madre embarazada y puérpera, como los que me encontré en la primer parte de mi experiencia hospitalaria. Sin embargo, me entristece encontrar que aún queda mucho camino por recorrer y que en muchos otros ámbitos en estos cinco años que han pasado desde mi primera experiencia con su servicio no se haya avanzado nada.

Así que esta vez y ahora para siempre me he propuesto que NUNCA MÁS. Soy una mujer joven. Tengo dos hijos vivos y una bebita de 20 semanas que nació muerta y a la que todavía lloro. No sé si me animaré de nuevo o no a ser madre, pero tengo muy claro que no volveré a su hospital. Que teniendo otras opciones donde elegir, a la tercera va la vencida.

Y me parece una lástima. Porque experiencias como estas en un momento en el que los profesionales luchan por una sanidad pública de calidad, no hacen mucho a su favor. Porque cuando en este mismo municipio cuentan con un hospital público de gestión privada en el que las embarazadas y puérperas no solo cuentan con una habitación individual sino con un protocolo de atención al parto mucho más cercano a las recomendaciones de la OMS y de la IHAN, no se pueden permitir el lujo de perder la partida de la “calidad asistencial”.

Con todos mis respetos para los grandes profesionales que hay en su hospital y para los que tienen “espacio para la mejora” y con la intención de seguir colaborando en el comité de lactancia para contribuir a la mejora de la experiencia de las madres que pasen por el servicio de ginecología de su hospital, al menos, en mi caso, buscaré una alternativa para mis futuros partos. Otro hospital público donde al menos no me defrauden por tercera vez consecutiva. Se acabaron las segundas oportunidades. No cuando mi salud reproductiva está en juego, no cuando lo que se pone en la balanza es mi autonomía como paciente, no cuando la salud de mis hijos entra en la ecuación.

Atentamente.

miércoles, 23 de enero de 2013

Shakira y la autonomía del paciente

La blogosfera y las redes sociales son en los últimos días un hervidero de indignación por la opción que ha elegido Shakira para el nacimiento de su bebé con un famoso futbolista español. La mayoría de los comentarios (al menos entre las personas que yo tengo en mis círculos) son muy negativos, descalificándola por haber elegido la cesárea para dar a luz a su bebé.

Yo no dejo de sentir cierto malestar ante tal linchamiento público. Obviamente, no comparto su elección, pero nosotras que enarbolamos la bandera del respeto por nuestras decisiones (lactancia materna, colecho, crianza con apego, educación libre, etc.), deberíamos ser las primeras en mostrar respeto por las decisiones de los demás.

En primer lugar, porque hablamos "de oídas", de lo que hemos leído en los medios esos que en muchos otros momentos esas mismas personas ponen "a parir" por la falsedad o lo sesgado de la información que ofrecen (y de esto soy muy consciente, ya que al ser periodista me resulta difícil pasar por alto algunas de esas críticas).

En segundo lugar, porque a nosotras mismas nos huele a cuerno quemado cada vez que alguien critica "sin conocimiento de causa" nuestras opciones de cada día, como el parto en casa o la lactancia materna más allá de los primeros seis meses.

Desde luego, polarizarnos y poner a caer de un guindo a la susodicha por su elección no nos retrata precisamente como un colectivo muy respetuoso. Por otro lado, y quizás para mi el argumento más importante, es que todas las que luchamos por un "parto respetado", porque se reconozca la opción del parto en casa como seguro, y que incluso la ampare la seguridad social, nos encomendamos de manera continuada a la tan cacareada AUTONOMÍA DEL PACIENTE.

Y, precisamente, la autonomía de paciente es el mismo derecho que ampara a una mujer que elige una cesárea aunque no haya indicación médica para ello.

Obviamente, el problema es que la sociedad asuma con normalidad la cesárea como un método para el nacimiento de los hijos "sin riesgos", cuando en realidad los riesgos para el bebé y para la madre son mayores que los del parto normal.

Obviamente, el problema sería que los estamentos médicos asuman esto con normalidad e incluso inviten a las madres a planificar sus partos a la carta (ya sea con cesárea o con inducciones) sin informar de los riesgos que ello conlleva, porque estarían negando a esa familia la posibilidad de hacer una decisión informada.

Si Shakira y Piqué han podido barajar toda la información y han tomado su decisión personal basándose en sus circunstancias, creencias y necesidades, pues será buena para ellos, aunque nosotros no la compartamos, comprendamos o entendamos.Y, además, estará amparada en su autonomía como pacientes.

Recorrer el camino
No comparto la decisión de Shakira, pero tampoco comparto el aluvión de críticas. Cuando inicié mi andadura como asesora de lactancia, me costaba un triunfo empatizar o entender a las madres que daban el biberón, que abandonaban a la primera o que incluso no lo intentaban. Sufría por esos pequeños a los que le era negado el mejor alimento y tenía una gran necesidad de "salvar todas las lactancias del mundo".

Hoy en día tengo ese sentimiento más que superado. El ser asesora de lactancia me ha proporcionado muchas enseñanzas y satisfacciones y una de ellas es poder compartir con muchas madres una verdadera "lucha de titanes" por mantener su lactancia. Madres que amamantan con grietas y con un dolor indecible, madres que sufren constantemente mastitis, madres que se pasan la vida pegada a un sacaleches y casi sin tiempo para disfrutar de sus bebés, mujeres que luchan contra los prejuicios de su familia, de sus médicos y pediatras y siguen amamantando contra viento y marea. Todo eso me ha enseñado "humildad" porque yo siempre digo que he tenido dos lactancias "asquerosamente normales", sin una grieta, una mastitis o un solo problema grave.

Humildad para entender a las madres. Orgullo por las madres que luchan y salen adelante. Pero también comprensión para las que tiran la toalla mucho antes y aquellas a las que sus decisiones les llevan por otros caminos. Paciencia y empatía para poder ofrecerles información de la mejor manera posible, sobre todo cuando se acercan a un grupo de apoyo a la lactancia para encarar el nacimiento de su segundo hijo.

La lactancia, como una atención mucho más consciente al parto, requiere un cambio social que, por desgracia y a día de hoy, todavía es necesario. Tenemos que seguir avanzando mucho. Si nos dedicamos a ponernos verdes las unas a las otras, no avanzamos sino que retrocedemos.

Hace unos días explicaba decisiones recientes, y a ojos de algunos tal vez "demasiado radicales" en mi vida. Y pedía respeto y comprensión por la postura contraria, al igual que yo lo tengo. Así que lo único que le diría a Shakira es que, sin conocer todos los detalles en los que se ha basado para elegir una cesárea, no comparto su opinión ni su decisión, pero la aplaudo por optar por la lactancia materna y la animo a obtener el apoyo y el asesoramiento de profesionales formados, así como de consultoras o asesoras de lactancia, grupos de apoyo a la lactancia materna y, por supuesto, que se acerque a sus familiares y amigas que puedan compartir con ella esta experiencia tan gratificante.

jueves, 24 de mayo de 2012

Me siento segura

Con la proyección de "El negocio del nacimiento", gracias a la organización de El Parto es Nuestro y mi comadre, amiga y grandísima persona Bei, celebrábamos esta misma tarde en Oh! la luna la Semana Mundial del Parto Respetado. Me gusta la idea de parto respetado, porque, tal y como explicaba Bei hoy, el hecho de hablar de parto natural muchas veces conduce a errores (hay quien llama parto natural a cualquier parto vaginal y quien cuando oye hablar de "natural" se imagina a locas jipis con pelos en las axilas y pariendo en los árboles), mientras que el término respetado es mucho más gráfico y sencillo de poner en perspectiva.

Después de ver en el documental algunas escenas emocionantes de partos en casa, mientras se desentraña el gran negocio de los partos hospitalarios que ha llevado a que en Estados Unidos uno de cada tres niños nazca por cesárea (y subiendo), surgió el debate sobre la seguridad en el parto y dónde son los nacimentos más seguros (hospital, casa de partos, hogar).

Las opiniones fueron diversas y de toda índole, pero lo que era cierto es que muchas opiniones "extremas" con respecto al parto en casa fueron vertidas por personas sin experiencia al respecto y utilizando argumentos periodísticos (la muerte de la activista australiana), y además equivocados (y amarillos), en lugar de médicos.

Desde luego, son posicionamientos basados en el miedo, supongo que justificado, a lo que pueda pasar... Pero a mi modo de ver dejan translucir un cierto tufillo cuando vienen del ámbito sanitario... Ese olorcillo a podrido de "eso es algo que no se puede permitir porque es peligroso", que deriva en tomar decisiones por las futuras madres en lugar de plantearles las distintas opciones a tener en cuenta para que ellas puedan realizar una decisión realmente informada.

Mi opinión, tal y como la planteé en el debate, es que cada mujer debe parir donde se sienta segura, ya sea en el hospital, en su casa o en una casa de partos. Sería absurdo obligar a a parir en casa a una madre que desea la asepsia, analgesia y disponibilidad de medios de un hospital puntero. Pero igual de delirante debería ser obligar a parir en un entorno hospitalario que llena de desconfianza a una mujer que desea dar a luz en la intimidad de su propia casa.

No olvidemos que en el parto la mujer necesita desactivar el cortex cerebral para sumergirse en el proceso físico y fisiológico que está viviendo. Y tampoco hay que desdeñar la influencia de la adrenalina (hormona segregada en momentos estrés físico y emocional y ante situaciones de incertidumbre o miedo) a la hora de detener el parto. Por eso, cada mujer necesita refugiarse en un lugar donde se sienta segura y bien atendida a la hora de iniciar el trabajo de parto. Y, como cada mujer es única, las opciones deberían ser múltiples y no estandarizadas.

Pero, después de escuchar algunas de las opiniones de hoy, también he llegado a la conclusión de que una matrona (o un ginecólog@ ¿por qué no?) también debería atender solo un parto donde se sienta seguro. Hoy en día la mayoría de las matronas se negarían a atender un alumbramiento domiciliario. No se sienten seguras, temen a lo que pueda pasar, sienten que no tienen a su disposición todos los medios necesarios... Y eso desembocaría en un fracaso anunciado de cualquier intento de acompañar un parto en casa.

De igual manera, muchas matronas que han vivido y acompañado a mujeres que han dado a luz en su hogar, se sienten violentas cuando tienen que trabajar en el ámbito hospitalario. Y aún más cuando lo hacen bajo las órdenes de supuestos profesionales que no sienten el más mínimo respeto por el parto y por las mujeres que lo protagonizan.

Por eso, creo que el equilibrio está en la posibilidad de elegir. En realizar decisiones realmente informadas entre el abanico de opciones disponibles en cada ocasión. Y esto debería ser así tanto para las mujeres embarazadas como para las matronas y otros perfiles sanitarios que atienden a las parturientas. Desde luego, la mujer embarazada debe buscar y exigir toda la información sobre las distintas opciones disponibles, pero también en obligación de los sanitarios formarse, actualizarse y basar su actuación profesional en la evidencia científica y no en miedos infundados, temores o mitos.

martes, 22 de mayo de 2012

Héroes o villanos

Perdónenme mis comadres, pero últimamente
estoy algo monotemática con el tema superhéroes...
¿Será por el estreno de Los Vengadores?
Hoy reflexionaba sobre la Semana Mundial del Parto Respetado, que comienza hoy, y me venían inevitablemente a la memoria escenas del nacimiento de mis dos hijos que, inexplicablemente, se han ido ligando a otras escenas vividas en hospitales o centros de salud y relacionadas con mi función de "paciente mujer" o "paciente madre"... Y he llegado a la conclusión de que, más allá de protocolos o estrategias de atención al parto normal, lo que determina nuestra vivencia y el grado de satisfacción con la asistencia recibida en estos casos es la actitud de las personas que nos han atendido.

Han pasado por mi mente las actuaciones de matronas que rompían la bolsa amniótica sin dar ninguna explicación, entendiendo, en parte, que el hecho de no decirte lo que van a hacer no es solo parte de una atención en la que la madre juega un papel secundario, sino que también es un modo de escudarse de posibles réplicas... Me explico. Yo reflexionaba sobre cómo podía ser que habiendo ido a mis partos tan "informada" y "leída", luego hubiera resultado que me hubiera dejado hacer de todo, incluso con reincidencia (en el caso de mi segundo parto). Y yo tenía muy claro que no quería que me rompieran la bolsa, pero es que a mi en ningún momento me dieron ni el más mínimo resquicio para explicarlo y cuando me di cuenta ya era cosa hecha. No pude protestar porque en ningún momento se me explicó el procedimiento que se iba a hacer.

Práctica cuestionables
Igual que cuando en urgencias un ¿médico? me dijo "Y ahora la mamá se va fuera" sin dignarse ni siquiera a mirarme o a darme ninguna explicación mientras le daban un par de puntos a mi hija. O igual que cuando las únicas indicaciones que me han dado en mis revisiones ginecológicas más recientes han sido "Súbete aquí y baja hasta el borde de la camilla", por parte de ginecólogas (sí, sí, mujeres en todos los casos), que ni se han dignado a avisarme con las sencillas frases de "ahora voy a introducir el espéculo" o "voy a comprobar la situación del cuello del útero" o "ahora vamos a hacerte una ecografía vaginal". No, en todos los casos han dispuesto de mi zona genital como si yo no estuviera allí, esperando una docilidad extrema por mi parte.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el título de mi post? Pues que al hilo de todas estar reflexiones inconexas me ha dado por concluír que muchos profesionales sanitarios se ponen la bata blanca igual que muchos superhéroes se ponen su traje para prestar servicio a la sociedad. Solo que en su caso, más allá de los juramentos hipocráticos, tienen que decidir si su actitud es la de superhéroes o de supervillanos.

Poder y responsabilidad
No olvidemos la mítica frase que oía Peter Parker de los labios de su tío Ben: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Y esto es lo que muchos de estos profesionales no entienden, la parte de la responsabilidad. Que no consiste solo en realizar pruebas o procedimientos quirúrgicos con mayor o menor grado de éxito, sino que también han de responsabilizarse de sus maneras, de sus modos y de cómo todo ello puede afectar a la vivencia de las personas que pasamos por sus manos, como "pacientes mujeres" o "pacientes madres".

Y es que recientemente me he cansado de oír a supuestos profesionales hablando entre sí, como si yo fuera un cuadro o un muñeco de prácticas que ni ve, ni oye, ni habla, prestándome solo atención y mirándome directamente al inicio de la visita y al final, como si una vez que me hubiera bajado las bragas y apoyado el culo correctamente en el borde de la camilla hubiera dejado de tener entidad de persona, para convertirse solo en un trozo de carne.

Esos son para mi los villanos o supervillanos de toda estar historia truculenta que nos toca vivir a muchas mujeres. Personas con un gran poder y una gran responsabilidad, pero que se parapetan tras su "supertraje", tras su bata blanca, para actuar de una manera fría, impersonal, orientada solo al resultado final, y sin pensar en los medios y en las consecuencias que su manera de actuar puede tener en las mujeres a las que atienden en momentos delicadísimos de su vida sexual, afectiva, reproductiva o psicológica.

Superhéroes de barrio
Lo bueno es que los supervillanos no tendrían sentido sin los superhéroes o héroes que hacen su oposición. Que se sitúan en el lado opuesto de la balanza en la dicotomía clásica entre el bien y el mal, el ying y el yang. Y esos son los profesionales que normalmente no necesitan una bata blanca tras la que esconderse, que te miran directamente a los ojos, que tienen una palabra dulce o de consuelo en el momento apropiado, que se pelean contra viento y marea por cambiar el sistema, por salir de la inercia que les rodea y actuar de manera diferente.

No sé si son héroes de tragedia o superhéroes de barrio, pero su mérito es doble ya que no solo hacen bien su labor, empoderando a las madres, sino que sus buenas prácticas ponen, además, de relieve los métodos nocivos y anticuados que otros intentan hacer pasar por "protocolos" o "necesidades del servicio". Son matronas que se certifican como IBCLC y se convierten en una auténtico nodo de redes locales de madres, son enfermeras que se paran el tiempo suficiente como para escuchar y empatizar con una madre, ginecólogos que confían en la capacidad del cuerpo femenino para gestar, parir y volver a empezar, auxiliares que sonríen a tu hijo cuando más lo necesita, pediatras que ponen en marcha webs de referencia internacional sobre la compatibilidad entre medicamentos y lactancia materna.

La responsabilidad de "calzarse" una bata blanca en el trabajo no consiste solo en conseguir un diagnóstico o realizar un tratamiento adecuado, sino que también hay que hacerlo respetando la integridad física y emocional de los pacientes/clientes y sus acompañantes, manteniendo una comunicación fluida, dejando que el paciente sea un participante activo de todo el proceso, colocándose en el mismo plano (el de las personas) y convirtiendo todo el proceso en un diálogo más que en un monólogo.

jueves, 19 de abril de 2012

Envidia cochina (II)

Imagen con la que ilustran el apartado
de Parto y Puerperio inmediato en la Guía
de Actuación en el Nacimiento y la Lactancia
Materna para profesionales sanitarios
elaborada
por el Comité de Lactancia Materna
del Hospital 12 de octubre
y C.S. Atención Primaria

La segunda mesa redonda de la jornada encuentro entre atención primaria y especializada del Hospital 12 de Octubre se ha centrado en la atención al parto y al puerperio inmediato y ha sido la más concurrida de las tres. Coordinada por Concha de Alba, neonatóloga del hospital e IBCLC, comenzó con la intervención de Olga Arroyo, matrona del 12 de octubre, sobre el parto de mínima intervención que se practica en el hospital. Una de sus primeras aportaciones sobre el tema fue la puntualización de que la matrona es el “profesional capacitada para atender este tipo de partos y para reconocer indicadores que supongan una desviación de la normalidad, por lo que debe trabajar con plena autonomía y responsabilidad sin necesidad de ser supervisada”.

Aunque en el parto de mínima intervención se coloca una vía periférica por seguridad (seguro que no conocen esta petición de actuable), aseguró que no se ponía oxitocina ya que entiende que esta hormona, cuando es artificial, interfiere en el comportamiento maternal.

Especialmente, destacaría la enumeración del gran número de medidas disponibles para aliviar el dolor en un parto de mínima intervención sin tener que recurrir a la epidural:
  • Atención psicológica
  • Apoyo
  • Acompañamiento
  • Darle lo que ella precisa
  • Música
  • Relajación
  • Respiración
  • Masajes (pareja)
  • Agua caliente
  • Pelotas
  • Infiltración en triángulo de Michaelis
  • AcupunturaAcupresión
  • Osteopatía
  • Cambios posturales

Finalmente, y en cuanto al expulsivo, Olga Arroyo aseguró que se sigue buscando el ambiente íntimo en esta fase del parto, evitando que haya demasiada gente en el paritorio y propiciando que los profesionales sanitarios hablen en voz baja y siempre respetando la intimidad de la madre. Los pujos son espontáneos y se propicia un clampaje tardío del cordón umbilical para facilitar la adaptación del bebé a la vida extrauterina. Todo ello seguido de contacto piel con piel y de apoyo al inicio de la lactancia.


Cesáreas bajo mínimos
Isabel Camaño, ginecóloga del hospital, habló de la idoneidad de fomentar el piel con piel en todos los casos posibles, incluyendo los partos por cesárea. En primer lugar, las intervenciones de la atención a la futura madre están orientadas a evitar la cesárea al máximo posible, ya que esta supone un obstáculo para la realización del piel con piel.

Una intervención con un buen resultado es la versión externa, que se lleva practicando un año y medio en este hospital. Es una técnica por la que un profesional trata de girar al bebé que se presenta de nalgas para que se gire hasta la posición cefálica, permitiendo así un parto vaginal, ya que en muchos hospitales todos los partos de nalgas se realizan mediante cesárea.

Camaño señaló que la versión externa es segura (ya que está avalada por todas las sociedades científicas), eficaz (ya que tiene éxito en el 50% de los casos) y bien tolerada por las madres. Otra aportación interesante se centró en la cesárea “a demanda” o electiva, que cada vez piden más madres. La gestión de estos casos, según Camaño, pasaba por ofrecer información contrastada a la madre para realizar una decisión informada y proponiéndole la obtención de segundas opiniones por otros profesionales. En última instancia, dijo, no se podía evitar ya que había que respetar la autonomía del paciente.


Con prescripción médica
La mesa continuó con la aportación de una enfermera de obstetricia del hospital, Sara Rodríguez, que comentó los pormenores de las distintas actividades de información individual y grupal, así como los protocolos de suplementación y alimentación con fórmula artificial.

De su intervención, me quedaría con varias cosas, como por ejemplo el hecho de que en el 12 de Octubre se enseñe a las madres a reconocer las señales precoces de hambre, identificando el llanto como una señal tardía. Y es que este es un tema que muchas madres que acuden a los grupos de lactancia desconocen, porque nadie se lo ha contado y cuando les indicas la secuencia de movimientos que realiza un recién nacido cuando tiene hambre (bostezar, abrir y cerrar la boca, mover la cabeza hacia los lados, chuparse los puños, bracear y patalear y, finalmente, llorar), la reconocen perfectamente. Saben que su hijo hace todo eso, pero nadie les ha dicho que eso significa que tiene hambre.

Importante también el protocolo para evitar los suplementos innecesarios, comenzando por informar a la madre de que el calostro es suficiente y del riesgo que supone la alimentación con sucedáneos cundo es innecesaria. Además, en el hospital los suplementos se administran únicamente con orden médica y con el consentimiento de los padres, debiéndose registrar en la historia clínica del bebé. Un método que, a mi modo de ver, es ideal para acabar con los biberones secretos en las maternidades.


Respeto por la lactancia
Por su parte, Patricia Magaz, auxiliar de enfermería de esta institución, presentó una comunicación sobre cómo se ayuda a las madres con necesidades de extracción, centrándose, principalmente, en los casos de niños ingresados en neonatos. Importante la política clara de lactancia en la que se permite a los bebés ingresados en esta unidad mamar a demanda y no se interrumpe ninguna toma para realizar exploraciones. Estas decisiones tan pequeñas y banales, a mi modo de ver, son las que dignifican realmente el papel de la madre y la importancia de la lactancia materna. Como lo fundamental es que el bebé coma, la enfermera, el pediatra o el cirujano son los que deben esperar, al contrario de lo que sucede en otras muchas instituciones en las que nadie duda en separar al bebé del pecho de su madre para realizar cualquier exploración o maniobra que bien pudiera haber podido esperar. Además, según explico Patricia Magaz, todas las actividades de enfermería se realizan con el niño al pecho.

Aparte de las particularidades sobre la información ofrecida a las madres sobre la extracción, también me alegró el hecho de que advirtieran a las madres de que el Método Madre Canguro (MMC) “incrementa la duración de la lactancia y la producción de leche”.


Ingreso conjunto
Esta interesante mesa redonda se cerró con la intervención de la pediatra del hospital, Silvia Belda, que habló de cómo se ayuda a la diada mamá-bebé en caso de separación durante un ingreso hospitalario del pequeño.

En este sentido es especialmente reseñable el hecho de promover la “cohabitación 24 horas al día” de madre y bebé, facilitando un espacio lo más confortable posible para ello y adaptando los recursos materiales y personales.

Con el objetivo de contribuir a mantener la lactancia materna incluso en caso de separación, todos los servicios en los que se atiende a niños en el hospital cuentan con extractores de leche para las madres y personal formado para la manipulación y administración de la leche materna.

Como véis, más razones para seguir teniendo envidia cochina de todo lo que oí y ví durante esas jornadas. Casi me entraron ganas de secuestrar a un gran número de esas mujeres maravillosas y traérmelas conmigo para sumarlas a un "dream team" encabezado por José Mª Paricio.

Continuará...

lunes, 16 de enero de 2012

Confundir respeto con ecologismo

El Mundo ataca de nuevo y lo hace con la afilada pluma de Carmen Machado, que nos deleitaba hace algo más de un año con su nefasto interrogante ¿Madre o vaca? Ahora la periodista se introduce en el apasionante mundo de las "Ecomadres" (página 26 y siguientes) a las que pretende poner bajo el microscopio y analizar desde un punto de vista "imparcial", aunque leyendo el artículo a mi me deja el regustillo de que lo que subyace es la siguiente idea: "segurían siendo las hippies naturistas con pelos en los sobacos que quieren parir en los árboles si no fuera porque ahora también lo hacen las famosas y solo por eso lo llamamos moda en lugar de locura".

Desde luego, como bien dice Ileana Medina, autora del blog Tenemos Tetas, lo importante es que se hable del tema, del parto natural, de la necesidad de la mujer de conectar con su propio cuerpo y sentirse poderosa, porque eso significa que cada día es un tema más candente y, por ende, más normal... Pero a mi es que me llama tremendamente la atención que se confunda el ecologismo con la reivindicación del respeto por el cuerpo femenino durante el parto, uno de los momentos de mayor indefensión de toda la vida sexual de la mujer.

Querer parir en un entorno en el que tus deseos son respetados, en el que se te informa de cada actuación, en el que no se actúa por protocolo sino que se analiza la situación en cada momento y se actúa en consecuencia, siempre con el consentimiento de la madre, en un ambiente de relajación y acompañamiento en lugar de prisas y tensión... Para mi todo eso no es ecología, sino respeto...Respeto por el cuerpo de la mujer, pero también por los ritmos que impone el bebé que está por nacer.

Desde luego, el afán del artículo por meter a las mujeres en un saco, por poner etiquetas es, cuanto menos, sorprendente.

Solo para algunos bolsillos
Con esta curiosa frase encabezan una de las secciones del reportaje, en un tono que viene a decir que bueno, que sí, que esto del parto natural y la ecología es un caprichito de las famosas que no está al alcance de cualquiera… Se olvidan de comparar gastos, por supuesto, y acuden a una opinión nada cualificada para corroborar tal afirmación, la de la dueña de una “tienda madrileña especializada en libros y productos relacionados con la salud natural”.

En este apartado, señalan que el parto en casa cuesta unos 2.000 euros, pero se olvidan de detallar lo que cuesta un parto hospitalario, con toda la movilización de infraestructura y de personal que supone. Un parto hospitalario que ya estamos pagando con nuestras cuotas de autónomos, con el dinero que las empresas pagan a la seguridad social y con el que nos descuentan de la nómina…. Las que paren por la privada lo están pagando igualmente (aunque a plazos)… El problema con el parto en casa es que tenemos que pagar por duplicado: por las infraestructuras hospitalarias que no vamos a utilizar y por el parto en casa, un derecho no reconocido por la seguridad social (ni por muchos seguros privados).

Pero si tuviéramos que poner en una balanza lo que cuesta un parto en casa y un parto hospitalario, ni que decir tiene que el parto en casa es mucho más barato.

Nivel cultural
En segundo lugar, se da a entender que los productos ecológicos son algo que solo se pueden permitir las familias de clara alta y con un nivel cultural elevado, cuando quizá la correlación debería ser al revés: quizás es que son las madres con un nivel cultural más elevado las que más se informan sobre el parto, sobre los alimentos, sobre los productos que consumen y por eso toman la decisión de asumir el control de su cuerpo, de lo que comen y de lo que consumen, en lugar de dejarlo en manos de terceras personas.

Desde luego, el ámbito que yo más domino es el de la lactancia y en este la correlación es clara: son las madres con un mayor nivel socio-cultural las que más amamantan y lo hacen durante más tiempo. Precisamente porque son conscientes de las ventajas y beneficios de la lactancia materna, porque saben que se puede trabajar y amamantar perfectamente y porque disfrutan con sus lactancias. No porque tengan mayor poder adquisitivo, porque no hay nada más barato y gratuito que la lactancia materna.

Por otro lado, la lista de precios que han buscado para hacer la comparación tampoco es de las más afortunadas… Vamos que me ponen la lista de la compra del Mercadona y me la comparan con la de la tienda pija de alimentos ecológicos… Y digo pija porque yo he comprado varios de los alimentos que ahí se describen bastante más baratos, como por ejemplo el aceite de oliva virgen extra ecológico por poco más de cuatro euros el litro o la leche de producción ecológica de la marca blanca de un hipermercado por menos de un euro el litro… Que digo yo que si van a hacer la comparación así, por lo menos que en lugar de elegir los precios del Mercadona pongan los de Hipercor o los supermercados Sánchez Romero, que entonces sí que estaría la cosa más igualada.

¿Madres o familias?
Y es que, por otro lado, el consumo ecológico no es solo una cosa de madres… que me da la sensación de que querían hablar del parto en casa, pero como el tema no le debía cuadrar al jefe de redacción lo plantearon como ecomadres, metieron cuatro tonterías más y salió adelante. Por lo menos, en mi entorno y en mi familia, la preocupación por cuidar cada día más lo que comemos en una cuestión de hombres y de mujeres, de personas, vaya, no de madres o padres.

Igual me vale con la educación. Igual porque no es solo una cosa de madres, sino de familias, e igual porque la comparación económica me parece de risa. Yo he llevado a mi hijo a una guardería privada y he tenido que acoquinar todos los meses 400 euros (con beca), más libros y uniforme a principio de curso, y todo eso por el privilegio de tener a mi hijo atendido por un adulto cuya atención compartía con otros 15 niños de su misma edad… ¡¿Y a Carmen Machado le parece caro pagar 500 euros por una madre de día?! Si por 400 euros pago 1/16 de atención de un adulto durante ocho horas más comidas recalentadas de cátering y por 500 euros pago 1/4 de atención de un adulto y comida ecológica ¿realmente podemos decir que es caro o algo que no nos podemos permitir? Porque a mí lo que me parece tremendamente barato es la madre de día.

¿Expertos reales?
Tampoco me ha gustado la selección de los expertos. Sobre todo las voces que hablan por la mujer, porque las únicas voces de madres son las de las “famosas” ecomadres (lo dicho, como si fuera un caprichito de excéntricas y no una reivindicación de mujeres reales) y la de Asunción Bernárdez, profesora de Teoría de la Información y coordinadora en el máster de Estudios Feministas de la Universidad Complutense de Madrid”. Sobre todo, en este último caso porque reitera la falsa percepción de la necesidad de dinero para asumir este tipo de actitudes (parto respetado, consumo responsable) y por otro porque afirma “esa fe de que con prácticas individuales cambiaremos el mundo es algo ingenua”… “Salvo el planeta en la medida en que tengo unos políticos que reivindican un entorno saludable”.

Y la verdad es que no sé por dónde coger este tipo de afirmaciones. En primer lugar, porque la política de atención al parto del Ministerio de Salud lleva años estando por delante de las prácticas reales de los hospitales. Es decir, los políticos defienden un parto respetado, pero la mayoría de los ginecólogos se lo pasan por el forro y siguen con su inercia porque ellos "saben más", dejando a las usuarias de la sanidad con la única opción de la rebeldía individual del parto en casa… Así que, ya me dirás, justo al revés.

Y lo segundo por el cinismo que supone su afirmación de que las prácticas individuales no pueden cambiar el mundo, porque es una defensa perversa del sistema establecido… Como no podemos hacer nada individualmente, es mejor dejarnos llevar por la masa e ir a votar cada cuatro años, pero a las opciones mayoritarias, que lo minoritario ya sabemos que no sirve para nada… Lo siento, pero yo, personalmente, me niego a asumir ese cinismo y la indefensión en la que deja a los individuos ese tipo de concepciones. Ghandi era una persona sola y logró cambiar todo un sistema con sus actitudes individuales, lo mismo pasó con el apartheid en Sudáfrica (una suma de rebeldías personales) o con la segregación de los negros en Estados Unidos. De hecho, soy una ferviente defensora de la idea que expresa Margaret Mead en la siguiente frase:
No dudéis jamás de la capacidad de tan sólo un grupo de ciudadanos conscientes y comprometidos para cambiar el mundo. De hecho, siempre ha sido así.

martes, 17 de mayo de 2011

Cóctel de celebraciones

Se nos presenta una semana intensa, muy intensa... Y es que, sin comerlo ni beberlo, nos hemos juntado con la celebración de tres "semanas internacionales" relacionadas con el mundo de la maternidad y la crianza. Del 16 al 22 de mayo de 2011 se celebran los siguiente eventos, que procuraré ordenar por importancia:

- Semana Mundial del Parto Respetado. Se celebra con el lema "Por el derecho a parir y nacer como quieras, donde quieras y con quien quieras", una frase que resume muy bien lo que debería ser un parto respetado que siguiera los principios básicos de intimidad y autonomía para la parturienta. Unos principios que garantizan un trabajo de parto más sencillo y una bienvenida más relajada que cuando se intentan seguir rutinas absurdas o protocolos desfasados. Os dejo el excelente ejemplo con el que Ileana, de Tenemos Tetas, ha ilustrado la diferencia entre un parto respetado y uno no respetado.

- Semana Mundial del Masaje Infantil. Ha sido la última de la que he tenido noticia, gracias a Nohemí del blog Mimos y Teta. En su post explica que este evento está organizado por la IAIM (International Association of Infant Massage) y que los actos organizados en España por la Asociación Española de Masaje Infantil (AEMI) están orientados a difundir el masaje infantil como medio para nutrir afectavemente, a través del tacto y la comunicación, de manera que las madres, los padres y los niños y niñas sean amados valorados y respetados.
En este archivo podréis consultar toda la agenda de actividades programada por AEMI para esta semana.


- Semana Internacional del Pañal de Tela. Es la que tengo en mente desde hace más tiempo debido a la temática de mi último proyecto personal (Culitos de Tela). En este sentido, os dejo el enlace a una entrada de mi otro blog en la que explico la mejor manera que he encontrado para celebrar este evento en mi zona: la organización de un taller gratuito sobre pañales de tela para difundir los pormenores de su uso y conservación, explicar sus ventajas económicas, ecológicas y dermatológicas y responder a cualquier duda que pueda surgir al respecto. Así que si os interesa el tema y estáis cerca, no lo dudéis.


Ya veis, mucho por celebrar y mucho por reivindicar. Y vosotras ¿haréis algo especial para celebrar alguno de estos acontecimientos? ¿Conocéis alguna semana mundial que me haya dejado en el tintero?

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