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martes, 4 de enero de 2011

Demasiado aluminio en las leches de fórmula

Lingote de aluminio
Para los que todavía dudan de si hay que hablar o no de los riesgos de la lactancia artificial, los estudios más recientes siguen añadiendo argumentos de peso insoslayables que demuestran esta teoría.

Y es que si ponemos en un lado de la balanza el famoso dicho popular/mito "con biberón se crían igual de bien" y en el otro lado situamos los estudios científicos sobre la lactancia materna, la lactancia artificial y los efectos de los nutrientes que ambas contienen en el desarrollo del bebé, resulta evidente que es este último platillo el que gana "por goleada".

Recientemente saltaba a la palestra un estudio británico que ponía de manifiesto que las leches de fórmula siguen teniendo un alto contenido en aluminio, que es potencialmente perjudicial para el recién nacido. Además, en España este estudio ha tenido una repercusión especial gracias a la valoración crítica del artículo original realizada por Enrique Llerena y JC Buñuel y publicada en la revista Evidencias en Pediatría.

La principal conclusión de esta revisión constata que "el contenido de aluminio de una serie de fómulas para lactantes sigue siendo elevado, particularmente en los preparados para prematuros y leches de soja, diseñados para niños con alergia o intolerancia a la leche de vaca".

"Está demostrado que los niños son muy vulnerables a la exposición temprana al aluminio, lo cual ha de servir para llamar la atención sobre la urgente necesidad de reducir el contenido de aluminio de estos preparados al mínimo posible", argumentan los autores del artículo (Llerena Santa Cruz E, Buñuel Álvarez JC. Algunas leches de fórmula tienen una concentración excesiva de aluminio. Evid Pediatr. 2010;6:87).


Indiferencia de la industria
Muestra de aluminio
Las conclusiones del estudio original van aún más allá y señalan que "aunque durante años se ha sabido que las leches de fórmula están contaminadas con cantidades significativas de aluminio, no hay ninguna evidencia de que los fabricantes de estos productos lo consideren un tema importante relacionado con la salud" (Burrell SA, Exley C. There is (still) too much aluminium in infant formulas. BMC Pediatr. 2010;10:63. D.O.I.: 10.1186/1471-2431-10-63).

"El aluminio no es esencial y ha sido relacionado con enfermedades. Hay evidencias tanto de toxicidad inmediata como retardada en bebés, especialmente en prematuros, expuestos al aluminio por lo que consideramos que todavía hay demasiado aluminio en las leches de fórmula infantiles", concluyen.


Reflexión
Hace unos días escribía un artículo sobre la suplementación de leches de fórmula con DHA. Una de mis conclusiones era que los fabricantes de polvitos incluyen estos "nutrientes" por el gran atractivo de marketing que tiene hoy en día poder incluir en el envase la frase "contiene DHA" o "enriquecido con DHA". Este nuevo estudio y, sobre todo, la despreocupación de los fabricantes por reducir el contenido de aluminio de las leches de fórmula durante años me lleva a preguntarme si esta despreocupación no estará originada por el hecho de que la frase "bajo contenido en aluminio" impresa en un bote de leche tenga poco tirón comercial.

También me parece escandaloso que tengan que ser los investigadores los que analicen e investiguen el contenido en aluminio (o de cualquier otro elemento) de la leche de fórmula. Los que mejor saben estos datos son los propios fabricantes y deberían estar obligados por ley a publicarlos en los botes. Así, por ejemplo, los consumidores informados sobre la potencial toxicidad del aluminio tendrían la posibilidad de elegir, por ejemplo, la leche con más bajo contenido en aluminio.

Otra opción, a falta de un etiquetado más exacto, es, como recomienda Carlos González ante una consulta en su último libro Entre tu pediatra y tú, sería no ofrecerle al bebé siempre la misma marca de leche de fórmula. Si le das hoy una y mañana otra te aseguras de estar así compensando cualquier posible carencia (o exceso de aluminio) con las diferencias de composición entre una marca y otra.

La leche materna siempre mejor
En 1999, Fernández-Lorenzo et al. constataron que la concentración de aluminio presente en las leches de fórmula es entre 10 y 40 veces superior a los niveles del mismo producto en la leche materna. Y, en todo este tiempo, nada parece haber avanzado. La industria de la leche en polvo ha avanzado por otros caminos, más comerciales, obviando los estudios que demostraban la excesiva cantidad de aluminio de la leche de fórmula.

"El aluminio carece de función biológica conocida en las personas", señala el artículo español. Su presencia en la leche en polvo se debe al uso de sales minerales en la producción de leches de fórmula. "No parece un compuesto inocuo, pues se ha asociado a un aumento de su deposición en el hueso y en el sistema nervioso central, especialmente en niños prematuros y/o con función renal comprometida. Se ha relacionado con posible osteopenia en niños prematuros o con retraso del crecimiento intrauterino, especialmente cuando son alimentados con fórmulas de soja. Por ello, es fundamental conocer la concentración de aluminio en las leches de fórmula existentes en el mercado", prosiguen.

Una recomendación adicional sería la de tomarse muy en serio las famosas "ayuditas" y no recomendarlas tan a la ligera. En primer lugar, porque la suplementación innecesaria no hace más que poner zancadillas a la lactancia materna y, en segundo lugar, porque los prejuicios de la alimentación con leche de fórmula hacen necesario que su uso sea recomendado sólo en aquellos casos "estrictamente" necesarios. Cruzar esta línea supone, en primer lugar, obviar el famoso "primum non nocere" y, en segundo lugar, exponer al babé a una serie de peligros fácilmente evitables con un asesoramiento adecuado sobre lactancia materna.

Fuentes:
Revisión del artículo de la revista Evidencias en Pediatría

Artículo original en inglés en la revista BMC Pediatrics

martes, 28 de diciembre de 2010

Los mejores artículos de la blogosfera maternal

Top 10 2010 es un carnaval de blogs cuyo propósito es reunir los mejores artículos de la blogosfera maternal publicados durante el año 2010 en castellano.

La temática del carnaval engloba el embarazo consciente, el parto natural, la lactancia materna, la crianza respetuosa, la psicología, el uso de portabebés ergo, la ecología y demás temas afines.

Yo he seleccionado los siguientes artículos:

  • El chupete a debate. Una reflexión sobre cuándo se debe usar el chupete para no interferir en la lactancia y la correcta interpretación de los estudios al respecto.
  • O duermes o mamas. La nana más antigua del mundo que, como no podía ser de otra manera, habla sobre el papel del pecho materno para dormir a los bebés.
  • Lactancia y porteo. Los beneficios de portear al bebé cerca de la madre para facilitar la lactancia materna.
  • Que la fuerza te acompañe. El mejor consejo que se le puede dar a los futuros papás es que sigan su instinto a la hora de cuidar de su cachorro, desoyendo consejos del tipo "se va a malacostumbrar", "todavía no puede tener hambre" o "te está tomando el pelo".
  • El Ministerio de Sanidad recomienda el colecho. Aunque todavía mucha gente siga creyendo en las bondades de la separación, el propio Ministerio recomienda el colecho desde las maternidades por sus beneficios para la lactancia materna.
  • ¿Riesgos de la donación de leche? ¿Cuáles son los riesgos de la donación de leche "entre amigas"? ¿Serían necesarios los bancos de leche si hubiera más solidaridad madre a madre para alimentar a los hijos? ¿De verdad hay que pedir un certificado sanitario antes de dejar que tu hermana amamante a tu hijo?
  • ¿Beneficios de la lactancia materna o riesgos de la lactancia artificial? Hay que acabar con la retórica de los beneficios de la lactancia materna. Si el pecho es lo normal, no se debería hablar de sus beneficios sino de los riesgos de la lactancia artificial. Este tipo de lenguaje se usa en muchos estudios científicos, pero aún queda camino para que se asiente en la sociedad.
  • La verdad sobre el DHA ¿Es necesario tomar alimentos enriquecidos con DHA? ¿De dónde proviene el DHA usado para enriquecer? ¿Tiene el mismo efecto que el DHA de la leche materna?

lunes, 27 de diciembre de 2010

Con bibe, con teta o con fabada, duermen igual

Uno de los mitos más extendidos sobre la lactancia materna es que los bebés amamantados se despiertan más por las noches, reclamando la atención/alimentación de sus madres.

Obviamente se despiertan más que alguien. Porque ya se sabe que en las comparaciones hay dos extremos. En este caso, obviamente, siempre se suele obviar una de las partes. Lo cierto es que habría que decir que los bebés amamantados se despiertan más que los que toman biberón o, al contrario, que los bebés de bibe se despiertan menos que los que toman teta.

No alcanzo a adivinar de dónde proviene ese mito. ¿Lo empezarían a difundir los fabricantes de polvitos para bebés? ¿Lo inventaría una madre con cierta culpabilidad por haber abandonado la lactancia materna? ¿Algún perverso bebé se encargaría de introducir telepáticamente esa idea en el cerebro de su madre?

Tampoco entiendo por qué se pone el énfasis en los bebés. El nene duerme más o duerme menos, cuando lo que en realidad nos suele importar a los padres es lo que dormimos nosotros. Las madres que decidan optar por el biberón teniendo en cuenta este mito, no lo hacen porque el bebé vaya a dormir más o menos sino por garantizarse ella el descanso nocturno. Si lo hiciéramos por el bebé, nos daría igual que durmiera por el día o por la noche, pero se trata de que las rutinas del bebé se adecúen a los ritmos que los adultos no deseamos o no podemos cambiar.

La falsedad del mito
Lo único cierto en todo esto es que es un mito. Así, en negrita y subrayado, para que quede bien clarito. Lo pondría en mayúsculas, pero ya se sabe que en internet es se interpreta como un "grito" y no es cuestión de ponerse a gritar con un tema tan serio como este.

Y digo que es un mito porque, aunque algunas madres ya fueran conscientes de ello, recientemente la revista Pediatrics, publicada por la Asociación Americana de Pediatría, ha publicado un artículo que relaciona los métodos de alimentación de los bebés con el sueño de la madre y su alerta/somnolencia durante el día (Infant Feeding Methods and Maternal Sleep and Daytime Functioning. Montgomery-Downs et al.  Pediatrics.2010; 0: 201012691-20101269), cuyo resumen y principales conclusiones se pueden consultar en el siguiente enlace: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21059713

Y la principal conclusión de dicho artículo es que no hay diferencia alguna en la cantidad y calidad del sueño materno en las madres, sea cual sea el método utilizado para la alimentación de su hijo: lactancia materna, mixta o artificial.

El estudio
Dispositivo usado para medir
"objetivamente" el sueño materno.
Estos datos se desprenden del estudio realizado, en el que se solicitó la participación de las madres, a las que se les entregaba un dispositivo encargado de medir objetivamente el tiempo de sueño y los despertares nocturnos, así como una PDA para anotar su valoración subjetiva del sueño y de su estado de alerta/somnolencia durante el día.

Posteriormente a la recogida de los datos, se llamaba a las madres para preguntarles por el método de alimentación utilizado y los posibles cambios en el mismo (normalmente de lactancia materna exclusiva a lactancia mixta y a lactancia artificial). 

Las mediciones se realizaron durante las 12 primeras semanas tras el parto y el estudio contó con la participación de 80 mujeres.

Evidencia
En el análisis de los datos recogidos no se aprecia ninguna diferencia en el sueño objetivo, apreciación subjetiva del sueño o la somnolencia/fatiga diurna entre las madres que estaban amamantando, las que alimentaban a sus hijos con leche de fórmula o las que combinaban ambos métodos.

Así pue, la principal conclusión del estudio es que actualmente no existe evidencia científica que apoye el mito de que la lactancia materna podría tener un impacto negativo en el sueño maternal. Por tanto, la información a las madres embarazadas sobre lactancia materna debería incluir datos científicos y contrastados sobre el sueño materno, para evitar que las madres tomen sus decisiones en torno a creencias erróneas que las pueden llevar a elecciones precipitadas. 

Los autores del estudio afirman que se debería insistir en que la elección de lactancia artificial no implica una mejora en el sueño. Los riesgos de no amamantar deben ser cuidadosamente valorados frente al creciente número de estudios que demuestran que la lactancia artificial no beneficia la cantidad o calidad del sueño materno.

Volviendo al principio
Así que, volviendo al principio, hay que recordar que el tipo de alimentación no influye ni en el sueño de los niños ni en el de sus madres. Si un niño se queda con hambre (ya sea con teta, con biberón o con fabada) no dormirá hasta que caiga de puro agotamiento, porque tendrá hambre. Si un niño está satisfecho, haya cenado teta, biberón o fabada, se dormirá y se volverá a despertar siguiendo patrones más o menos similares.

Tal vez sí se encontraran evidencias sobre diferencia en el sueño materno (y en el infantil) estudiando el lugar en el que duermen los bebés. Algo así como colecho, cohabitación y niño en habitación separada y su influencia en el patrón de sueño del bebé y de su madre (y ya puestos, del padre también).

lunes, 13 de diciembre de 2010

La verdad sobre el DHA

El otro día hablaba de los riesgos de la lactancia artificial en un post que incluía una larga lista de investigaciones que demostraban el peor desarrollo neurológico y cognitivo de los niños alimentados con leche de fórmula.

Hoy en día es ampliamente conocido el papel que algunos ácidos grasos, como los omega 3, tienen sobre el desarrollo de órganos tan importantes como el cerebro. Algunos de los más nombrados son el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido araquidónico (AA). Tanta es su fama ya que muchos fabricantes de alimentos se apuntan a la fórmula del éxito, pregonando a bombo y platillo que sus productos están enriquecidos con DHA... ¡¡¡Hasta la comida para perros se enriquece con este tipo de ácidos grasos!!! No hay más que hacer una búsqueda en Google para darse cuenta del tamaño del negocio.

Según he podido discernir de las lecturas en distintas fuentes de Internet, la principal fuente de DHA son ciertas algas marinas que, al incorporarse en la cadena alimenticia de los animales marinos, hace que el principal aportela principal fuente de DHA en la dieta humana sea el pescado azul: salmón, sardina, bacalao, atún, etc.

Hasta en la sopa
Pues sí, mantequilla, huevos, galletas, productos lácteos y ¡¡¡Cómo no!!! La leche de fórmula para bebés también está enriquecida con DHA. Y con AA, ya que parece que cuantas más siglas le añadan a las leches artificiales para alimentar a bebés humanos más tecnología hay en ellas o, ¿quién sabe? a lo mejor más excusas para subir el precio, hacer más publicidad y seguir aumentando las ventas.

Supongo que, un poco para contrarrestar la inquietud que podría producir en algunos padres la tabla de peores resultados en neurodesarrollo y cognición de los niños alimentados con leche artificial, y teniendo en cuenta que el DHA y el AA juegan un papel fundamental en el desarrollo del cerebro, la retina y el sistema nervioso central, los fabricantes de leche de artificial decidieron seguir "evolucionando" sus fórmulas para incluir estos ácidos grasos.

Pero, la verdad es otra muy diferente y es que "existe poca evidencia que demuestre que suplementar las leches de fórmula con LCPUFAs (ácidos grasos de cadena larga) conlleve algún beneficio significativo a largo plazo", según el libro Breastfeeding Managemente for the Clinician Using the Evidence.

Alimento vivo vs. producción en serie
El DHA y el AA de la leche materna varían en cantidad en función de las diferentes tomas y de la edad del bebé. Además, forman parte de un conjunto complejo con el resto de ácidos grasos y nutrientes presentes en la leche materna. Este tipo de consideraciones no se tienen en cuenta cuando, simplemente, se decide añadir a los polvitos blancos DHA procedente de microalgas fermentadas (Crypthecodiunium cohnii) y AA de hongos (Mortierelle alpina) a los aceites de soja, maíz, palma y coco que normalmente se usan para sustituir la grasa animal propia de la leche de vaca.

Por eso, son muchas las dudas que han surgido con respecto al uso de estos aditivos en la leche de fórmula. Y es que, no olvidemos, que cuando llevamos una dieta variada, el hecho de tomar algún alimento con aditivos no muy recomendables puede no tener grandes consecuencias; pero cuando este tipo de ingeniería se aplica a la leche de fórmula, el único alimento de un bebé durante seis meses y el principal durante al menos otros seis meses más, la peligrosidad aumenta exponencialmente.

Para reflexionar
Os dejo un listado de las principales "dudas" expresadas por la comunidad científica (no financiada por Danones, Nestlés y similares) respecto al uso de estos aditivos:
  • Niveles más áltos de LCPUFA en las membranas de las células musculares se han relacionado con un aumento de la sensibilidad a la insulina (Pan et al., 1994).
  • Se barajan posibles efectos en la transcripción de genes (Clarke & Jump, 1996).
  • Es posible que la sobresuplementación de potitos y leches de fórmula con ácidos grasos pueda haber contribuido a la actual epidemia de obsidad (Massiera et al., 2003). 
  • La fortificación de la leche con DHA es una preocupación añadida a las ya existentes sobre la ingesta excesiva/desequilibrada de ácidos grasos omega3 y omega6.
  • Un consumo desequilibrado de ácidos grasos puede producir patrones alterados de crecimiento (Carlson et al., 1992, 1993).
  • En los estudios que demuestran los beneficios de las fórmulas suplementadas, normalmente se detectan problemas de base como muestras insuficientes, confusión sobre las fuentes de DHA y AA en las comparativas de estudios, diferentes cantidades y ratios de ácidos grasos, diferentes composiciones en la fórmula base y distintas duraciones en el periodo en que la leche era consumida (Koo, 2003).
  • Muchos estudios comparan a bebés alimentados con fórmulas sin suplementar y fórmulas suplementadas, pero todos ellos carecen de un grupo de control de niños exclusivamente amamantados.
  • La exactitud y fiabilidad de las pruebas utilizadas para determinar los efectos cognitivos y visuales de los LCPUFAs durante los dos primeros años son controvertidas. 
  • Los criterios para incluir a bebés en los estudios normalmente excluyen a niños enfermos, gemelos o más múltiples y prácticamente cualquier bebé con algún tipo de problema. Esta selección arroja dudas sobre la idoneidad de estas fórmulas suplementadas para los niños excluídos, independientemente de la fuente de LCPUFAs.
  • Los meta-analisis de estudios aleatorios sugieren que cualquier beneficio funcional en la vista o el neurodesarrollo de la suplementación con LCPUFAs tendrá una trascendencia clínica menor, al menos para los nácidos a término (Koo, 2003).
  • Poca evidencia respalda que las fórmulas que contienen LCPUFAs mejoren la visión y la inteligencia en recién nacidos a término sanos. Sin embargo, el 25% de incremento en el coste puede suponer una carga para el presupuesto familiar.
  • La leche humana contiene otros LCPUFAs además de DHA y AA que pueden ser transformados en DHA y AA por el organismo y que intervienen en la conversión de los ácidos linolénico y alfa-linolénico en DHA y AA. La presencia de estos LCPUFAs adicionales puede explicar parcialmente la aparente necesidad de ingerir mayores cantidades de DHA y AA a través de la leche de fórmula para lograr el mismo contenido en plasma de esos ácidos grasos observado en los bebés amamantados (Clandinin et al., 1997).
  • La leche materna contiene lipasas que mejoran la digestión de las grasas en los bebés amamantados; la leche maerna es un líquido complejo que contienen numerosos componentes bioactivos, hormonas y células vivas que no se encuentran en la leche de fórmula. Este tipo de consideraciones no son tenidas en cuenta cuando simplemente se añaden LCPUFAs a la leche de fórmula (Oficina para la Seguridad de los Aditivos Alimentarios, 2001).

Y, también en los alimentos para adultos hay que desconfiar de las "recetas milagro". No es oro todo lo que reluce y ya lo adelantaban hace unos años en un artículo de la revista Consumer. Lo puedes consultar aquí.

lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Beneficios de la lactancia materna o riesgos de la lactancia artificial?

A riesgo de ser excesivamente autoreferencial, os recuerdo que hace unos días ofrecí una conferencia en la feria Bebés & Mamás sobre lactancia materna. La última parte de la presentación fue peliaguda desde su misma concepción, pero no quería desaprovechar una tribuna como la de ese encuentro para lanzar ese mensaje, por muy polémico que fuera.

Me refiero a que en las últimas diapositivas hacia una reflexión sobre los "beneficios" de la lactancia materna... Que en realidad no son tales. Si la lactancia materna es lo normal, el estándar, no se deberíahablar de beneficios de la lactancia materna sino de riesgos o peligros de la lactancia artificial.

Y es que vivimos rodeados del márketing de las fabricas de polvitos blancos a las que le interesa más que se hable de los beneficios de la leche materna que de los riesgos de las fórmulas que nos venden a precio de oro, intentando que cuele eso de "se crían igual de bien".

Acalorado debate
El primer debate sobre el tema fue con mi marido, al que le parecía excesivo hablar de los riesgos de la lactancia artificial, hasta que di con una metáfora que se lo dejo mucho más claro.

Imaginate, le dije, que de aquí a 50 años se pone de moda ir todo el día en silla de ruedas en lugar de andar (o en sillas flotantes, como en Wall-e). Entonces, después de unos años de furor en los que se venden las sillas de ruedas como la solución a los dolores de espaldas o la mejor ayuda para prolongar la salud muscular y mejorar la circulación, los médicos y científicos se echan las manos a la cabeza y empiezan a defender que se vuelva a andar, que andar es lo normal, y que desplazarse en silla de ruedas es una mala imitación y solo trae problemas.

En ese contexto, ¿se debería hablar de los beneficios de andar o de los riesgos de moverse en silla de ruedas? Para todo el mundo queda bien claro que sería lo segundo ¿no? Pues ¡¡¡Voilá!!! Lo mismo se aplicaría para la lactancia materna, ¿verdad?

Y debate otra vez
Cuando di la charla en la feria, al final de la misma se acercó una pareja para hablar conmigo. Me comentaron que les había gustado mucho la presentación pero que no estaban de acuerdo con la parte final. Eran tres diapos. En una ponía la típica tabla de las ventajas de la lactancia materna. En la segunda hacía una reflexión sobre que lo normal era el pecho y en la tercer ponía la misma tabla acompañada de otra en la que ponía "riesgos de la lactancia artificial" y les dije que lo único que había hecho había sido cambiar el verbo. Por ejemplo "Mejora la digestión" cambiaba por "Dificulta la digestión".

Decían que no era cierto que si la lactancia materna "prevenía" el cáncer de mama, la lactancia artificial "predispusiera" al cáncer de mama y les parecía poco apropiado que dijera eso. Y es que, parece que por muy concienciados que estemos, todavía pica un poco cuando alguien se sale del discurso políticamente correcto e intenta hacer ver la realidad de las leches de fórmula.


Yo les respondía que, desde luego, si una mujer que había amamantado tenía menos riesgo (digamos un 5%) de tener cáncer de mama que una madre que hubiera dado LA (digamos un 10%), para mi era evidente que si la LM previene la LA predispone. Si lo que molestan son las palabras, debería decirse que la LM reduce la posibilidad y la LA la aumenta. Tan falso es decir previene como que predispone. Pero las estadísticas están ahí y el que no quiera verlas, pues no tiene más que seguir tapándose los ojos.


Más argumentos
Además de estarme formando como asesora de lactancia, intento seguir incrementando mis conocimientos sobre el tema con todo tipo de lecturas. Y en el transcurso de ellas, el otro día me encontré con una bonita tabla que me trajo a la memoria ese debate. Y es que creo que era la primera vez que me encontraba una tabla en la que sin paños calientes o vendas se hablaba de los riesgos de la lactancia artificial.

"Los niños alimentados con fórmulas artificiales demuestran resultados diferentes en neurodesarrollo y cognición" era el evocador título de la tabla, que resumía, citando estudios científicos, las consecuencias de alimentar a los bebés con fórmulas artificiales en lugar de leche materna... Para que luego algunos periodistas (¿verdad Carmen Machado?) y comentaristas de blogs se llenen la boca diciendo que las supuestas ventajas de la lactancia materna no están demostradas científicamente.

En fin, que os dejo una lista de las diferencias en neurodesarrollo y cognición de los niños alimentados con leche artificial*:
  • Diferente composición del cerebro que en niños amamantados (Uauy, 1990)
  • Concentraciones reducidas de acido siálico en el cerebro, que producen déficits potenciales del desarrollo neuronal y cognitivo (Wang et al., 2003).
  • Organización neuroconductual más probre con una semana de edad (Hart et al., 2003).
  • Nivel de neurodesarrollo más bajo a los cuatro meses (Agostoni et al., 1995).
  • Menor desarrollo cognitivo observado entre los 6 meses y los 16 años (Anderson et al., 1999).
  • Peores puntuaciones en desarrollo mental y psicomotor a los 12 meses (Agostoni et al., 2001).
  • Sistema nervioso menos maduro con un año de edad (Khedr et al., 2004).
  • Menores puntuaciones de desarrollo mental a los 18 meses (Florey et al., 1995).
  • Peor desarrollo en niños nacidos con bajo peso a los 18 meses de edad (Vohr et al., 2006).
  • Puntuaciones más bajas de desarrollo mental a los 2 años (Morrow-Tlucak et al., 1988).
  • Menor desarrollo cognitivo a los 3 años de edad (Bauer et al., 1991; Johnson & Swank, 1996).
  • Menor función cognitiva en niños de bajo peso al nacer a los 5 años de edad (Tanaka et al., 2008).
  • Menor coeficiente intelectual a los seis años y medio (Kramer et al., 2008).
  • Menor coeficiente intelectual a los 7 años (Lucas et al., 1992).
  • Doble incidencia de disfunciones neurológicas menores a los 9 años (Lanting et al. 1994).
  • Menor coeficiente intelectualentre los 11 y los 16 años (Greene et al., 1995).
  • Menor coeficiente intelectualy peor rendimiento escolar a los 18 años (Horwood & Fergusson, 1998).
  • Peor desarrollo cognitivo en niños que nacieron pequeños para su edad gestacional (Rao et al., 2002; Slykerman et al., 2005).
  • Aumenta el riesgo de trastornos del lenguaje (Tomblin et al., 1997).
  • Presencia de la mitad de DHA que en el cerebro de un niño amamantado (Cunnane et al., 2000).
  • DHA significativamente menor en la materia gris y blanca del cerebelo (coordina el movimiento y el equilibrio) (Jamieson et al., 1999).
  • Maduración más lenta en el tronco cerebral en prematuros (Amin et al., 2000).
  • Aumento de anomalías en neurocomportamiento en prematuros (Brown et al., 2006).
  • Peor agudeza auditiva a los 3 años y medio y a los 6 años (Singhal et al., 2007; Williams et al., 2001).
  • Calidad de los movimientos generales por debajo del nivel óptimo, que se relaciona con un peor neurocomportamiento en niños en edad escolar (Bouwstra et al., 2003).
  • Aumenta el retraso en la psicomotricidad gruesa (Sacker et al., 2006).
  • Peor procesamiento del habla con la subsiguiente disminución potencial del desarrollo linguístico y cognitivo óptimo (Ferguson & Molfese, 2007).
  • Menor coeficiente intelectual en adultos jóvenes (Mortensen et al., 2002).
*Fuente: Breastfeeding Management for the Clinician. Using the Evidence. Marsha Walker. Second Edition. Jones and Bartlett.

N.del B. Cualquier error de bulto en la traducción o en la terminología médica se debe a mis prisas e inexperiencia con respecto al vocabulario científico en inglés.

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