viernes, 20 de julio de 2012

Lactancia materna a demanda en la UCIN: ¿Utopía o Realidad?

Concha de Alba, neonatóloga e IBCLC entre otras muchas cosas, participó también como ponente en el V Simposio Internacional de Lactancia Materna de La Liga de la Leche de Euskadi. He tenido la suerte de escucharla hablar en unas cuantas ocasiones y siempre da gusto escucharla expresarse con esas naturalidad y esa pasión de todo lo que implica la introducción y difusión de un paradigma completamente diferente en las unidades de cuidados intensivos neonatales.

Hitos como la obtención del certificado IHAN en el hospital 12 de Octubre o la instauración de los cuidados NIDCAP o que este hospital cuente con una consulta de lactancia materna son pequeñas muestras de todo el trabajo que hay detrás por parte del equipo humano del que ella forma parte.

Su exposición se centró en dilucidar si la lactancia materna a demanda en las unidades de cuidados intensivos neonatales es un mito o puede convertirse en realidad. Y para ello, no hizo una exposición al uso sino que contó una historia: la de la evolución de la política de la UCIN del 12 de Octubre.

Parte I: Ser o no ser
De Alba empezó su cuento, como todos deben empezar, con el protocolario "Erasé una vez". Pero en lugar de hablar de sapos y princesas o de sastrecillos y guisantes, ella habló de un hospital. Un hospital lleno de buenos profesionales, con ganas de ofrecer calidad asistencial basada en la evidencia científica, que empezaron a preocuparse al darse cuenta de que en su maternidad había muchos niños que no lactaban.

Para debatir el problema se creó un comité, que decidió trabajar con una herramienta más eficaz que cualquier hechizo mágico: los 10 pasos de la IHAN. Y es que estaban convencidos, porque la evidencia científica así lo demostraba, de que no había ninguna otra intervención o actuación que pudieran llevar a cabo que tuviera un mayor efecto en la prevención de la enfermedad. Ni tan siquiera las vacunas. 

Pero tenían que tener cuidado de no cuadricular demasiado todas estas actuaciones, ya que la lactancia materna no es simplemente una técnica o un protocolo, sino muchísimo más: una experiencia llena de vida y amor, que se toma gota a gota y piel con piel. Es única e irrepetible y tiene impacto tanto sobre el desarrollo del bebé como sobre la vida de la madre.

Parte II: Viviendo la crisis
Érase una vez un hospital con una puerta abierta; aunque a ratitos. En la unidad al principio la puerta estaba solo medio abierta porque había todavía personas que se resistían a invitar a las madres a ir a cualquier hora, del día o de la noche. Quizá, narró Concha de Alba, el problema era que les daba verguenza que les pudieran encontrar charlando en el pasillo o echados en un sofá. Hubiera resultado vergonzoso que todos estúvieramos charlando o durmiendo, pero no era así. Y el hecho de ir asumiendo la normalidad y naturalidad de todo ello fue la clave para poder tener la puerta abierta las 24 horas del día. Todo ello, de la mano de la certificación como centro NIDCAP, adecuando los estímulos a las necesidades de los prematuros e invirtiendo en la tecnología punta para el cuidado de prematuros: los cuidados madre canguro.

La evidencia científica, esa gran hada madrina de los grandes logros hospitalarios, dictaba, además, que era beneficioso que las madres estuvieran asesoradas durante el ingreso de su bebé en la UCI por personas con experiencia, que jugaran el papel de promotoras expertas, colaboradoras, educadoras, facilitadoras, investigadora y consultoras en cuanto a políticas institucionales.

El papel de la asesora es esperar, cuidar, entender, dotar a la madre de autonomía, cuidarla con competencia gracias a la formación continuada, mantener la confidencialidad con la madre atendiendo a su situación de vulnerabilidad. Las madres no solo necesitan información, sino también gestos, caricias, apoyo en la distancia y silencio, porque todo ello contribuye a que se sientan acompañadas y queridas.

III parte: ¿Principio o fin? 
El final de la historia que relató De Alba no es un final, sino un principio: Érase una ez un hospital con una puerta abierta, no solo físicamente, sino en el corazón de muchos profesionales, para coseguir en un futuro un inicio mejor para todos los bebés que allí nacían.

Y es que el impacto de todas las acciones implantadas se ha podido costatar y medir en la mejora de los resultados de lactancia, la disminución de los costes, el aumento de la satisfacción de los padres, un posicionamiento de liderazgo de la institución en su sector y una mejora en los programas y políticas de lactancia.

Esta entrada está dedicada a Elena y a Nico, que han podido disfrutar del final feliz de esta historia como telón de fondo para el principio de la suya.

martes, 17 de julio de 2012

Neurociencia de las emociones y de la afectividad (VSILM)

La primera intervención de Nils Bergman en el V Simposio Internacional de Lactancia Materna de La Liga de la Leche de Euskadi se tituló "neurociencia de las emociones y de la afectividad" y fue, desde mi punto de vista, otro de los momentos claves de un encuentro llenos de aportaciones intersantes. Bergman comenzó su ponencia recalcando que el ADN es la estructura encargada de la síntesis de proteínas y las proteínas son la base del cerebro, pero hay un factor adicional a tener en cuenta, que es el entorno: "el entorno hace que el ADN funcione y que el cerebro se adapte". Y el entorno natural del bebé es el cuerpo de la madre.

Con esta introducción, Bergman empezó a explicar los principios de la epigenética, una disciplina que estudia la influencia de distintos factores en la expresión del ADN. Es decir, que no todo está escrito en los genes, sino que el ambiente determina la forma en la que se expresa la información codificada en los cromosomas. Un ejemplo ilustrativo de esta influencia es que si cogemos a dos hermanos gemelos y los criamos en dos entornos completamente diferentes, parecerían diferentes.

Epigenética
La importancia de la epigenética en el ámbito de la crianza y la lactancia viene dada por factores como el estrés temprano, que altera la expresión genética y tiene un gran impacto en la salud durante toda la vida del individuo. En este sentido, Bergman citó las investigaciones de Michael Meany, psiquiatra, neurólogo y neurocirujano conocido por sus investigaciones en el campo del estrés, cuidado maternal y expresión de los genes. Citando a la wikipedia, su equipo de investigación "ha descubierto la importancia de los cuidados maternales a la hora de modificar la expresión de los genes que regulan las respuestas endocrinas y de comportamiento frente al estrés, así como al desarrollo sináptico del hipocampo".

Uno de los estudios de Michael Meany, que citó Bergman, constató que las cobayas (u otro roedor, ahora no recuerdo la especie concreta) que eran madres poco cariñosas tenían bebés más enfermizos y, a su vez, se convertían en madres poco cariñosas cuando llegaban a su edad fertil. En cambio, las madres cariñosas tenían bebés más sanos y se convertían en madres cariñosas. Hasta aquí todo tal y como lo esperaríamos. Pero el equipo de investigación descubrió que si cogían a un bebé de una madre poco cariñosa y se lo daban a cuidar a una madre cariñosa, este se convertía en un bebé sano y en una madre cariñosa cuando llegaba a la edad fertil. Por el contrario, los bebés de madres cariñosas, cuando eran cuidados por las cobayas poco cariñosas, se convertían en bebés enfermizos y en madres poco cariñosas.

Así pues, el destino no es inmutable cuando hablamos del ADN, sino que, con los mismos genes, la epigenética actúa cambiando la manera en la que se expresa el ADN para garantizar la adaptación al medio.

Neurociencia
Una vez establecida la importancia del habitat o el medio ambiente para la expresión de los genes, Bergman pasó a analizar los últimos avances en neurociencia y cómo han cambiado lo que hasta ahora se conocía sobre el desarrollo del cerebro. Así, el doctor sudafricano afirmó que "las neurona que se activan juntas, se enlazan juntas".

Pero en el desarrollo cerebral no todo es contar con los mejores ácidos grasos para construir el cerebro y las neuronas. A las 20 semanas, explicó, todas las partes del cerebro humano están en su lugar y, a partir de ese momento, el desarrollo no depende de la maduración sino de la estimulación de las conexiones entre las neuronas. El cerebro es un órgano sensorial y la activación repetida de grupos de neuronas al mismo tiempo, tiende a enlazarlas y a hacer que esa conexión sea más fuerte. Cuanto más fuerte es esa conexión, cuanto más a menudo se usa, más capacidad para transmitir y almacenar información.

Todo lo que un humano, desde el nacimiento e incluso antes, experimenta se almacena en el cortex cerebral y luego, durante la fase de sueño profundo, se transmite al hipocampo y a la amígdala, donde se forma la memoria. Solo después, la información vuelve al neocortex de manera organizada. Todo eso sucede durante el sueño, pero Bergman recalcó que es la CALIDAD del sueño la que permite que el ciclo funcione; calidad que también está muy relacionada con la segregación de la hormona del crecimiento. Pero, en contra de las doctrinas de Estivill y de supernannies varias, el sueño de CALIDAD, según Bergman y la mayoría de los investigadores en neurociencia, no se obtiene durmiendo según rutinas, sino que el sueño de CALIDAD es el que se realiza en el habitat natural del bebé... No me quiero adelantar en la argumentación, pero tampoco quiero que estas afirmaciones sobre el sueño den alas a los partidarios de métodos conductistas ;-)

¿Estoy seguro?
Esto es solo un 10% de nutrición y un 90% de estimulación
sensorial que contribuye a la autoregulación del bebé,
a proporcionarle un vínculo y apego seguro
y al desarrollo óptimo de su cerebro.
Bergman recordó que las sensaciones que el bebé experimenta en el útero están relacionadas con la presión, el tacto, el movimiento, los sonidos y el olor de la madre. Todo ello le proporciona un sentimiento de seguridad y bienestar, que activa la amigdala (emociones). Cuando el cerebro se desarrolla en un entorno seguro, se disparan las interaciones sociales y se forma un apego seguro. Así que la pregunta clave para todo este desarrollo cerebral es, en palabras de Bergman, "sorprendentemente simple" y se centra en la respuesta a la pregunta que se hace constantemente el cerebro: "¿Estoy seguro?".



Después del parto, cuando el bebé nace, está perfectamente consciente y alerta. Y su cerebro tiene dos necesidades sensoriales críticas: el olor y el contacto, que son las que le garantizan que está seguro. Así que, tal y como adelantábamos antes, el bebé solo duerme seguro y su cerebro se desarrolla en todo su potencial solo cuando siente la cercanía y el contacto de su madre.

Así pues, las primeras sensaciones del bebé en el mundo son emocionales y sociales. Si el bebé se siente seguro en contacto con su madre, desarrollará un vínculo emocional y una relación de apego seguro. En cambio, la ausencia de la madre es percibida con un peligro real para la supervivencia y cuando el bebé no se siente seguro (cuando está separado de su madre) la amígdala refuerza los circuitos de evasión del lóbulo frontal. Si este refuerzo continua por otras vías, el resultado es un apego inseguro.

Lactancia materna
En todo este proceso de apego y vínculo seguro, que garantiza un óptimo desarrollo del cerebro, la lactancia materna tiene un papel fundamental. Pero no, como decíamos antes, por los ácidos grasos óptimos para la construcción de los bloques del cerebro, sino porque el acto de amamantar es un 10% nutrición y un 90% estimulación: vista, olor, sensaciones, estímulos. Todo un cúmulo de reguladores maternos ocultos que controlan la fisiología del bebé, tal y como se ha demostrado en las investigaciones de Myron Hofer.

Sin embargo, cuando el bebé y su madre están separados, desaparecen estos reguladores y el bebé está perdido, su comportamiento no es fisiológico (normal) y, por eso, ofrece una respuesta de protesta-desesperación (llanto).

Neurociencia materna
Pero el contacto piel con piel, el correcto desarrollo del bebé en su habitat (un continuum con el cuerpo de su madre), no solo es necesario para el retoño, sino también para estimular el comportamiento maternal. En este aspecto, subrayó Bergman, no hay nada nuevo bajo el sol y citó un salmo de la Biblia que afirma "yo aprendía  a confiar en el pecho de mi madre".

Cuando el bebé succiona, estimula la areola y dispara la secrección de oxitocina. Esta hormona, a la vez, dispara el sentimiento de ferocidad y protección de la madre. El contacto piel con piel y el intercambio de miradas entre la madre y el bebé, hace que esta se vuelva "doblemente feroz" en la protección de su hijo. Es una madre sin miedo.

El estímulo del bebé dispara la secrección de tres importantes hormonas: oxitocina, prolactina y colecistoquina. La primer, como hemos visto, dispara el comportamiento de protección. La prolactina garantiza la producción de leche adecuada a las necesidades del bebé (nutrición) y la colecistoquina hace que la madre se sienta segura, regulada. Así, el bebé no está indefenso sino que viene "de serie" con los mecanismos que le garantizan que su madre le cuidará, le alimentará y se sentirá satisfecha y segura durante todo el proceso.

El bebé necesita a la madre, pero la madre necesita al bebé en la misma proporcion.

Lo que de verdad importa
Bergman concluyó que cada día es más importante mirar CÓMO nacemos, ya que es uno delos momentos más importantes. La separación del bebé de su madre es percibida como estrés, el estrés altera el ADN y por tanto el comportamiento y la salud a lo largo de toda la vida del individuo.

Al nacer, y después, la necesidad biológica del bebé es la madre.

Al nacer, y después, la necesidad biológica de la madre es el bebé.

Lo único que necesitan es permanecer juntos.



Y con esto y un bizcocho me despido, que al escribirlo me he vuelto a emocionar casi tanto como al escucharlo. ¿Os he dicho ya que quiero montar un club de fans de Nils Bergman?

Dedicado con cariño a Suu, ella sabe bien por qué y a toda mi tribu de vacas, tetas y brujas con las que hemos estado de akelarre en Endor este fin de semana.

viernes, 13 de julio de 2012

De vacaciones en Port Aventura

La oportunidad de hacer una pausa en el camino y relajarse con la familia y en familia es un regalo precioso y, si además, lo puedes hacer con amigas, mejor que mejor. El pasado mes de mayo, tras mucha expectacion, nos pusimos en camino hacia Zaragoza como primera etapa en el camino para luego reunirnos en Salou con Suu, su marido, Bichito y Pequeñín, como etapa preparatoria para el gran evento del pre-verano para nuestros hijos: un viaje a Port Aventura.

Al día siguiente nos reunimos con Treintañera con hijos y su familia y otro día después con La Mamá Vaca. Todo un encuentro entre madres, amigas, familias y niños, para estrechar lazos y compartir un encuentro sin hora de vuelta a casa, compartiendo jornadas enteras de risas, abrazos, anécdotas con nuestros hijos, millones de fotos y mucho más.

Y todo ello en un entorno incomparable que nos permitió chafardear y comadrear como nos apetecía, largo y tendido, y relajadamente, y teniendo a nuestros hijos contentos y entretenidos. Y todo ello gracias al entorno que nos ofreció Port Aventura. La zona de Sésamo Aventura fue en la que pasamos horas y horas con nuestros pequeños, montándose en las atracciones continuamente, gracias al hecho de que las colas en las atracciones eran casi inexistentes, y viendo el espectáculo de los personajes de Barrio Sésamo cantando y contando historias a los niños.

La Granja de Elmo, las sillas o la zona de columpios eran apuestas seguras. Lo peor, el hecho de que hubiera una gran cantidad de atracciones innacesibles para los niños más pequeños, lo que, en muchos casos, nos obligaba a separarnos en equipo papá con el mayor y equipo mamá con el pequeño para disfrutar de distintas diversiones. Por otro lado, esto causaba también algo de frustración en los más pequeños, que veían como les quedaban vetadas atracciones de las que disfrutaban mucho los más mayores.

Especial atención dedicaron los peques a la atracción de las canoas, donde pasaron casi una tarde entera dando vueltas y vueltas, en compañía ahora de unos y ahora de otros, pero siempre con risas, alegría chispeante en los ojos y miles de aventuras imaginadas que compartir con nosotros.

No hay que olvidar tampoco el hecho de que disfrutar de unas minivacaciones en Port Aventura también nos permitió divertirnos con ratitos de mayores en atracciones como las montañas rusas, llenas de emociones "para adultos" y de ratitos para nosotras y para nosotros mismos... Y todo ello gracias a esta inolvidable tribu que montamos, lo que nos permitió que nuestros hijos estuvieran siempre atendidos y disfrutando mientras otros nos podíamos ir un ratito sin problemas a disfrutar de las atracciones en las que no nos podían acompañar nuestros hijos.

Finalmente, no puedo evitar recordar de que esos días de encuentro y alegría estuvieron rodeados de una gran tristeza. El hecho de perder a mi bebé en un momento en el que yo no podía negar a mis hijos las soñadas y deseadas vacaciones fue como una trampa en la que quedé atrapada durante dos días. Pero la gran emoción de los encuentros y compañía de esos días y el hecho de ver a mis hijos sonreír y disfrutar ejerció un efecto balsámico sobre mi alma, permitiéndome afrontar con más fuerzas y energías todos los retos que me quedaban por delante.

lunes, 9 de julio de 2012

Frecuencia de las tomas basada en la evidencia y en la neurociencia (VSILM)

Nils Bergman comenzó su intervención recordando que el contacto piel con piel es fundamental para mantener la lactancia materna, ya que permite qu esta suceda al proporcionar todos los estímulos que necesita el cerebro. El cuerpo de la madre es el habitat natural del bebé, donde el recién nacido no solo satisface sus necesidades sino que también estimula el comportamiento maternal de su madre, garantizando así su propia supervivencia.

Además, cuando el bebé está en contacto con la madre está expuesto a estímulos visuales, olfativos, táctiles, auditivos, pero también el sabor, el movimiento, etc. Todo ello es necesario para que ocurra el vínculo, pero también para fomentar el desarrollo cerebral. Por eso, Bergman afirmó que la lactancia materna es "un diez por ciento de nutrición y un noventa por ciento de desarrollo cerebral".

A la hora de tratar de averiguar cuál es la frecuencia ideal de las tomas para un bebé, hay que tener en cuenta toda esta información.

Sueño
El primer factor que analizó para determinar la frecuencia de las tomas fue el del sueño, destacando que el ciclo de sueño de un bebé recién nacido dura aproximadamente una hora.

Funcionamiento del estómago
El estómago aparece en el feto a las cuatro semanas de la concepción y, tan solo con 11 semanas, ya es capz de contraerse. En el estómago del bebé actúan diferentes sustancias, entre ellas la quimosina, la enzima encargada de cuajar la leche, facilitando así la digestión. El estómago del bebé se vacía en menos de una hora cuado toma leche materna.

Tamaño del estómago
Hay evidencia científica con respecto a la mejor forma de comer de los recién nacidos (por ejemplo, es preferible la alimentación con vasito al biberón), pero no hay ningún estudio que demuestre cuál es la frecuencia óptima para la alimentación del bebé.

Por eso, Bergman se centró en el análisis del estómago del recién nacido y, sobre todo, en su capacidad, partiendo de la hipótesis de que los animales que comen a menudo tienen el estómago pequeño y los que se alimentan con menor frecuencia lo tienen más grande. Y presentó diversas pruebas sobre su tamaño:
  • Ecografías, con medidas del estómago, que confirman una capacidad de unos 20 ml.
  • Estudios postmortem en los que se infló el estómago del bebé con una jeringuilla y se midió una capacidad de 20 ml.
  • Otro estudio estableció que si se llena el estómago con agua a presión, puede albergar hasta 35 ml.
  • Un estudio midió la presión del estómago y se vió que con cinco, diez, quince mililitros, las medidas de presión no cambiaban. En 20 ml la presión empezaba a aumentar, por lo que Bergman estableció que, teniendo en cuenta esos datos, 15 era la medida confortable, aunque con veinte la presión todavía era aceptable.
  • También recalcó que el feto, en el útero, ingiere líquido amniótico en proporciones de unos diez ml. antes de vaciar el estómago. Además, el bebé puede tragar más de lo que cabe en su estómago.
Así pues, la evidencia científica disponible confirma que el estómago del recién nacido tiene una capacidad de unos 20 ml. Ingiriendo esa cantidad, los bebés deberían comer cada hora para alcanzar la ingesta calórica necesaria para su crecimiento, lo que coincide con los ciclos de sueño y la frecuencia de vaciado del estómago.

Implicaciones
Todo lo expuesto implica que el estómago es sometido a un estrés innecesario cuando se intentan alargar las tomas y que el bebé, por tanto, ingiera mayor cantidad de leche en cada una de ellas. Esto tiene varias consecuencias:
  • Regurgitación: el estómago en el que caen 60 ml, cuando su capacidad es de 20, se estira en la medida de lo posible y expulsa todo lo que no puede albergar. Esto produciría reflujo cuando la leche vuelve hacia la boca, pero también podría ser una causa de cólico cuando el estómago fuerza hacia el intestino leche que todavía no ha sido digerida.
  • Tamaño del estómago: tras días y semanas de someter el estómago a una tensión excesiva, este órgano se va agrandando para adaptarse a esta situación.
  • Glucemia: la composición de la leche implica que el azúcar en sangre empieza a bajar entre 60 y 90 minutos después de la toma. La mejor manera de evitar hipoglucemias es hacer tomas frecuentes: alimentar cada hora.
  • Epigenética: la epigenética es la importancia del ambiente a la hora de determinar cómo se expresa la información recogida en los genes. La alimentación en los primeros días es muy importante para el adulto: un estudio demostró que la ganancia de peso en la primera semana en bebés alimentados con biberón predecía siempre la obesidad en la edad adulta.
Los triglicéridos son el bloque básico
con el que se construye el cerebro, y son
básicos para la mielinización y
la dendrificación, un proceso que tiene picos
entre los dos y los seis meses y con máximos
al año.
Hasta los seis meses, la leche materna tiene
un 7,4% de grasa, y después de los doce
meses tiene un 10,7%, lo que significa que cuanto
más tiempo se amamante, mayor es el contenido
en grasa de la leche y más beneficios
para la mielinización del cerebro.
Esta es la causa de que los bebés amamantandos
tenga un mejor coeficiente intelectual.
"Los estómagos no deberían crecer tan rápidamente, sólo los cánceres crecen a ese ritmo" señaló Bergman, indicando el contrasentido que supondría que los bebés nacieran con un estómago tan pequeño para hacer frente a tomas cada tres horas. "Los horarios de limentación cada dos o tres horas son estresantes para el bebé", argumentó.

La consecuencia de toda la evidencia analizada es que los periodos que se tratan de imponer entre tomas son completamente irracionales. Los bebés deberían ser alimentados en intervalos de en torno a una hora, pero como los recién nacidos no tienen un reloj sino que se regulan por su propio sistema nervioso, la conclusión es que deberían ser alimentados cada vez que se despiertan... Todo ello, obviamente, teniendo siempre en consideración un comportamiento FISIOLÓGICO del bebé, es decir, un comportamiento NORMAL, que es el que se produce cuando el bebé está en su hábitat, es decir, en contacto continuo piel con piel con su madre.


La comparación más visual es poner al lado de un recién nacido una canica (20 ml) y un huevo de los que vienen dentro de los kinder (60 ml). De un solo vistazo se ve como el tamaño huevo es completamente inadecuado en proporción para el tamaño del bebé.

Una objección muy común a esto es que "no se puede permitir" porque supone invertir mucho tiempo... tanto para los padres como para las enfermeras que cuidan de neonatos ingresados... Pero Bergman demostró qu eno era cierto. Una toma de 20 ml dura unos 3 minutos, por 24 horas al día da como resultado una inversión de 72 minutos en la alimentación. En cambio, una toma de 20 minutos para darle a un bebé 60 ml cada tres horas supone un total de ¡¡¡160 minutos al día!!!

Hay una razón para todo en la naturaleza, recalcó Bergman. En este sentido, citó las investigación de Peter Harman y su equipo australiano que demuestran que el pecho tiene tres o cuatro reflejos de eyección de unos 20 ml cada uno... Demasiadas coincidencias ;-) Y esto es ya de mi propia cosecha y reflexión al hilo de todo lo expuesto por Bergman: ¿No estarán gran parte de los problemas de baja producción, excesiva producción de leche y todo el tiempo que tarda el pecho en regularse a la perfección relacionados con estas "malas prácticas" en la alimentación? Porque si en el estómago del bebé caben 20 ml y cada reflejo de eyección produce 20 ml, ¿no estaremos forzando al pecho a producir más eyecciones de la cuenta?

Así pues, y teniendo en cuenta la evidencia científica y la neurociencia, Bergman recomendó tomas pequeñas y frecuentes, adaptadas al ciclo de sueño del bebé. Lo que permite un comportamiento organizado, regulado, en contacto piel con piel, con la ingesta de leche pero también el resto de estímulos que fomentan el óptimo desarrollo del cerebro.

Además, Bergman reservó también tiempo de su exposición para recalcar que el sueño profundo del bebé solo se produce cuando está en contacto piel con piel, por lo que recomendó el colecho como manera óptima de descanso para la mamá y el bebé, teniendo siempre en cuenta las recomendaciones para colechar de manera segura.

"Cuando el bebé duerme separado de su madre no duerme, se apaga; por eso no sigue el patrón fisiológico y hay que despertarle para comer", subrayó Nils Bergman como respuesta a una de las preguntas del público. El comportamiento del bebé es organizado en el cuerpo de la madre y desorganizado fuera de él.  Cuando el bebé se apaga en lugar de dormir porque está separado de la madre, no se produce el sueño REM (a ver si se entera Estivill). Para que el comportamiento sea FISIOLÓGICO, el bebé tiene que estar en contacto con la madre.

miércoles, 4 de julio de 2012

El milagro de lo normal

Tengo muchas entradas pendientes por escribir de todo lo que aprendí durante el V Simposio Internacional de Lactancia Materna (VSILM) celebrado la semana pasada en San Sebastián por La Liga de la Leche Euskadi. Pero hoy me apetece hablaros de algo más normal, pero también más bonito, más bello, más enternecedor.

Ayer tuve reunión del grupo de lactancia (Multilacta Móstoles). Las reuniones de julio y agosto suelen ser pequeñitas y con poca asistencia y así se confirmó ayer, con la presencia de dos mamis habituales (aunque no por ello con menos dudas). Pero a última hora llegó otra familia. Una mamá, un papá y su pequeño retoño. Me habían llamado unos minutos antes porque habían estado en una reunión del grupo previamente.

La mamá había tenido una experiencia penosa en su lactancia anterior, pero había decidido que, con su segundo pequeño, quería luchar y estaba animada para intentarlo de nuevo. Y lo hacía con el mejor de los principios, acudiendo a un grupo de lactancia (Multilacta Alcorcón) durante su embarazo para resolver las dudas y las incógnitas que le habían surgido.

De este modo, se marchó a casa con al menos una cosa bien clara: si surgía algún problema en su lactancia, era de vital importancia que contactara con alguien cualificado cuanto antes para solucionarlo  de la manera más rápida posible y evitando que fuera a mayores.

Y así, me llamó ayer, con su peque de cuatro días, unas grietas terribles en el pezón y yo la invité a acercarse en el grupo, ya que en ese mismo momento estabe reunida con otras mamás. Y no cuento todo esto para tirarme el pisto o demostrar lo maja que soy o lo bien que se me da enseñar "cosas de tetas" a otras madres (ya veréis que, más bien al contrario, se lo han currado ellos solitos)... Lo cuento porque hoy me he sentido privilegiada al ver a ese pequeñín hacer un afianzamiento espontáneo en cuestión de segundos, presenciando uno de los momentos más mágicos que puede haber en cualquier lactancia materna.

No es la primera ni la segunda vez que veía a un pequeñín de apenas una horas de vida demostrar que, cuando se les deja en el lugar adecuado, son capaces de luchar con tanta fiereza como sus mamás por sacar adelante su lactancia. Una de las primeras veces que lo ví en vivo y en directo (que ya lo había visto antes en vídeo) fue gracias a Suu y a su Pequeñín, a los que me acerqué a ver y a confirmar lo bien que lo hacían al día siguiente de su feliz y risueño nacimiento.

Pero todas y cada una de las veces que he podido verlo, me he sentido igual de afortunada. En primer lugar porque las familias confíen en mi lo suficiente como para dejarme presenciar ese momento mágico de intimidad entre ellas. En segundo lugar, por constatar que los bebés no son unos seres desvalidos sino que son perfectamente capaces de luchar por su supervivencia siempre que estén en el lugar adecuado, en su habitat.

Mi felicidad (de asesora feliz, madre feliz y bloguera feliz) me ha durado unas horitas largas, hasta que me he puesto a rememorar y a pensar sobre el tema. La reflexión no me ha quitado la felicidad (que aquí sigue y me anima a escribir estas palabras), pero sí me ha servido para indagar por las razones de que algo que debería ser tan aparentemente normal -dejar que los bebés tomen las riendas de su propia lactancia- nos parezca tan mágico y sorprendente hoy en día... Y es que no he sido solo yo, sino que las otras mamis también estaban "embobadas" presenciando ese momento tan bonito.

Ni siquiera yo, en mi segunda maternidad, me atreví a confiar en los instintos de mi pequeña y la acerqué al pecho por iniciativa propia. Conocía el afianzamiento espontáneo y lo había visto, pero preferí tomar una postura más activa en el inicio de nuestra lactancia... (Aunque es cierto que el piel con piel sí que lo llevamos a rajatabla).

Hoy, casi tres años después del inicio de mi segunda lactancia, rememoro ese día gracias a esta familia y todas las que me han permitido colarme en momentos tan importantes como este de su vida. Hoy soy asesora de lactancia y me pregunto por qué yo misma lo califico como magia cuando es algo tan normal, que hoy me resulta tan evidente... Hoy me doy cuenta de la poca confianza que tenía en ese momento en la capacidad de mi hija para actuar por si misma, porque pienso que ese afianzamiento espontáneo es algo maravilloso cuando debería pasar todos los días y repetirse milllones de veces por todos los rincones del globo.

No debería ser maravilloso, deberíamos verlo como lo normal... con esa media sonrisa tonta que se me pone cuando veo a una madre mamar, o esa franca sonrisa y guiño que dedico a cada mamá que me encuentro amamantando orgullosa por la calle a sus bebés y niños mayorcitos... Porque si empezáramos a cambiar el paradigma de bebé indefenso que no sabe lo que quiere por el de bebé bien preparado que tiene muy claro lo que necesita para su supervivencia, quizás las madres tendríamos más confianza en nuestras maternidades, ya sean las primeras, las segundas o las terceras. Porque cuando transformamos el monólogo de la maternidad en un diálogo de tú a tú con nuestro bebé, tenemos mucho más claro lo que nos funciona como pareja, como duo o diada.

Hoy creo que he aportado un granito de arena a consolidar esa confianza entre esa madre (y ese padre) y su bebé. Y también, ¡cómo no! a confiar un poco más en mi capacidad para aplicar todos este aprendizaje en mis futuras lactancias.

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