jueves, 25 de abril de 2013

Se me cae la baba

Se me ocurren distintas maneras de titular este post, todas igual de evocadoras pero en mayores o menores niveles de "sonoridad lingüística" (por decirlo de alguna manera). Pero todos ellos se reducen en "se me cae la baba". Y es que a mí se me cae la baba con cosas muy raras. Obviamente, con mis hijos y todos sus logros, pero también viendo a señores mayores, con sus arrugas y sus canas, hablando de tetas.

Y no, no me refiero a esos "viejos verdes" que florecen con la primavera en los bancos de los parques lanzando piropos más o menos soeces a la concurrencia femenina. No. Me refiero a Señores, con mayúsculas, a Radicales de la Teta, como aquellos de los que os hablaba hace tiempo. Y entre ellos, algunos muy especiales, como Nils Bergam, por los que te recorres media geografía española para verlos en un congreso con la sensación de ser una fan adolescente...

Pero es que, chica, es oírlos hablar y quedarte extasiada... En fin. Que me pierdo. Que acabo de escuchar hablar a Peter Hartmann y ya me ha salido la groopie de la teta a la que se le cae la baba con cada frase y cada palabra... Gracias a las chicas de Medela (que todas ellas son fantásticas, pero en especial Mafalda y Maika) he tenido la oportunidad de escuchar a algunos de los ponentes del  8º Symposium Internacional de Lactancia, entre los que se encuentra Peter Hartmann.

Y es que este señor no se pone a hablar de términos científicos complicadísimos ni ha hacer trabalenguas técnicos. No, este caballero se va a un congreso internacional a resolver lo que nos preocupa a las madres lactantes en el día a día. Si es que me parece estar en el grupo de lactancia:

- Es que he ido al pediatra a decirle que me duele al dar el pecho y me ha dicho que es normal, que tiene que hacerse callo.
- Pues chica, a mí me parece que tu pediatra no tiene ni idea de lactancia.

Pues en resumen eso, pero dicho un poco de otra manera. "Si se mira la televisión y los medios de comunicación, se puede deducir que hay un gran interés en el pecho humano; pero en lo que se refiere al conocimiento científico del pecho humano, falta mucha información" comenzó. Irónico y directo al grano.

"Si vas a tu médico de familia con un problema de cualquier tipo te mandará al especialista, pero no hay ningún especialista en el “funcionamiento normal” del pecho humano", puntualizó.

"Si lo analizamos desde el punto de vista metabólico de la madre lactante, el pecho gasta en torno al 30% de la ingesta calórica, mientras que el cerebro solo gasta el 20%. Vemos, por tanto, que el pecho humano es un órgano tremendamente activo", prosiguió Hartmann, explicando que, desde el punto de vista evolutivo, cuando una función humana gasta el 30% de la ingesta calórica, tienen que ser tremendamente importante para la supervivencia de la especie.

Esta importancia biológica y evolutiva de la lactancia contrasta con la falta de investigación sobre la función y funcionamiento normal del pecho. "En las escuelas de medicina, se presta muy poca atención a la enseñanza de la función del pecho, la lactancia y el papel de la lactancia en el desarrollo del ser humano; por eso, las madres no tienen ningún lugar a donde cuando buscan apoyo o información sobre lactancia y los problemas que conlleva", argumentó.

El problema de todo esto es que, obviamente y como pasa con cualquier otro órgano, el pecho no funciona con un 100% de eficacia en el 100% de las mujeres. Por eso y para tratar de superar estos problemas de falta de conocimiento sobre el pecho, el equipo de Peter Hartmann ha diseñado la online LAMP (Lactation Assesment and Managemente Program).

La idea es ayudar a los doctores en la consulta, ofreciéndoles acceso a información sobre cualquier tipo de problema que puede tener la madre durante su lactancia. Por ejemplo, si una mujer acude a la consulta con dolor en el pezón, hacen click en la opción "dolor del pezón" y la pantalla les devuelve 12 causas de dolor en el pezón, desde las más comunes a las menos comunes. El doctor puede pinchar en cada una de ellas para obtener una descripción de la causa y una guía para tratarlo basada en las últimas evidencias disponibles, ya que es una herramienta basada en la evidencia.

En fin, un sueño hecho realidad. La mejor noticia, que en 2014 el Symposium Internacional de Medela se celebrará ¡¡¡En Madrid!!! Y yo, si viene Peter Hartmann, estoy dispuesta a empezar a hacer cola en la sede del congreso desde unas semanitas antes.

miércoles, 17 de abril de 2013

Actualizaciones sobre el uso de calostro extraído durante el embarazo

El otro día en la reunión de la comisión de lactancia de un hospital de mi zona se hablaba de cómo actuar en caso de niños con glucemias bajas durante los primeros días y el tiempo necesario para enseñar a esa madre a extraer la lecha para evitar dar suplementos de fórmula al bebé.

Esa conversación me recordó inevitablemente una de las intervenciones en el VII Congreso Español de Lactancia Materna, impartida por Adelina García, con el título “Actualizaciones sobre el uso de calostro extraído durante el embarazo”.

En su presentación, Adelina explicó que la extracción prenatal era normal hasta finales de los años 70, pero que se dejó de hacer por “presuntos riesgos” que nunca fueron documentados o respaldados por publicaciones científicos. De hecho, la literatura médica corrobora más bien lo contrario, con artículos y publicaciones que parecen evidenciar que, por ejemplo, no existe riesgo por continuar la lactancia durante la gestación en mujeres sanas y con embarazos normales. “¿Si no existe ninguna evidencia científica que diga que amamantar durante el embarazo es perjudicial para el feto por qué va a ser perjudicial la extracción de calostro?” era el interrogante al que Adelina García (presidenta de LLL de Euskadi) quería dar respuesta.

Hay pocos estudios al respecto, pero parecen indicar que la extracción de calostro durante el embarazo puede resultar beneficiosa porque incrementa conocimiento de la madre sobre función del pecho, mejora su confianza en la manipulación de sus pechos y el amamantamiento, el calostro extraído resulta muy útil para suplementar a los bebés en caos de diabetes o para los recién nacidos con diagnóstico precoz de fístula labial o palatina.

García presentó los resultados de distintos estudios sobre el tema, aunque sus conclusiones son poco concluyentes. En cualquier caso, describió la extracción de calostro durante el embarazo como una práctica fácil, sencilla y empoderadora, subrayando que no hay datos concluyentes ni sobre sus posible perjuicios en el pronóstico del embarazo.

Sus ventajas, en cambio serían evidentes en caso de madres con diabetes, cuyos hijos presentan un riesgo mayor de hipoglucemias en los primeros días y de presentar la enfermedad. La introducción de suplementos puede ser uno de los factores que predisponga a estos bebé a desarrollar diabetes, por lo que cualquier actuación encaminada a evitar los suplementos y a dotar a la madres de medios y cofianza para afrontar con garantías su lactancia es, indudablemente, beneficiosa.

En un estudio australiana realizado con mujeres diabéticas que se extrajeron calostro durante el embarazo, la intervención fue percibida positivamente por la mayoría de s mjeres. El 95% afirmaron que se extraerían antenatalmente de nuevo si se probara que la práctica era beneficiosa.

Duelos insospechados

Yo aprendí del duelo gestacional y perinatal hace un par de años, de la mano de Susana Cenalmor, en su preciosa comunicación libre "Pechos llenos, brazos vacíos" del Congreso de Fedalma en Castelldefels. Hasta aquellos entonces no me había planteado demasiado el tema y ni siquiera en la formación como asesora de lactancia se me había presentado este aprendizaje.

Una vez atravesado el espejo, el duelo empezó a estar más cerca. Le dí más importancia a publicaciones que antes había pasado por alto, entendía más y mejor el proceso por el que pasan las mujeres cuando pierden a un bebé que se está gestando, conocí más de cerca las dolorosas pérdidas que habían vivido algunas de mis más queridas mamis blogueras.

Y, aunque estaba ahí y había comenzado a ver el camino, nunca me imaginé que me podía pasar a mí. ¿Por qué? ¿Si yo había engendrado y parido dos hijos sanísimos sin ningún problema y sin sufrir ningún aborto antes?

Y en mayo del año pasado (en breve hará un año ya), entré en el mundo del duelo gestacional y perinatal de lleno, de morros, cuando después de un pequeño sangrado me confirmaron que mi embarazo había acabado cuando apenas acababa de empezar. Lo bueno es que entré "en buena compañía", sabiendo algo ya y guiada por mamis y compañeras en el camino.

Me dejaron el precioso libro "Las voces olvidadas" y aunque en él encontre consuelo y solaz había dos cosas que no dejaban de rondarme la cabeza:
  • Por un lado, uno de los duelos insospechados que dan título al post de hoy. Parecía que todas las madres que hubieran pasado por la penosa experiencia de un aborto o la muerte de su bebé lo hubieran hecho en su primer embarazo.
    No veía reflejadas en esas experiencias allí contadas la tremenda sensación de "traición corporal" que yo viví en aquellos momentos. ¿Por qué mi cuerpo que había engendrado, gestado y parido a dos niños preciosos fallaba ahora? ¿Qué había pasado?
    Yo me había sentido fuerte y poderosa siempre en ese ámbito, había confiado en mi útero, me sentía ahora perdida en un mar de inseguridades.
  • Por otro lado, el segundo duelo insospechado. El de encontrar que en algunas comunidades virtuales el hecho de sufrir un aborto por saco anembrionario o "huevo huero" era vivido com algo "de segunda". Si en realidad no había habido bebé, pues tampoco era tanta la pérdida. :-(
    De nuevo me encontraba perdida, confusa, falta de referencias o de personas que me pudieran acompañar en el camino.
Y así me las fui componiendo, con muchas lágrimas y mucho dolor para seguir adelante. Fue también un aprendizaje sobre la negación social del duelo, pero también un camino de hermanamiento con otras muchas mujeres que habían vivido la misma experiencia.

La vida quiso llevarme a un tercer duelo insospechado. El más doloroso de todos. El de acompañar a mi Pequeña Flor hasta su último suspiro dentro de mi útero. Un duelo insospechado porque se nos presentó en el mismo momento en que pretendíamos librarnos de los miedos que nos atenazaban en este cuarto embarazo, en esa eco de las 12 semanas que pensabamos enseñar orgullosos a amigos y familiares. Fue cuando nos dieron la terrible noticia de que algo iba "muy mal" y empezó el penoso camino del duelo.

Un duelo insospechado también porque fue un duelo en vida. Un duelo, llanto y tristeza por una bebita que todavía latía en mi interior pero cuyos días estaban inevitablemente contados. Un duelo insospechadamente lleno de alegría porque cada día que mi Pequeña Flor nos acompañaba era una experiencia que atesorábamos, agradecíamos y disfrutábamos.

Un duelo insospechado porque estuvo lleno de aprendizaje interior, sobre mí misma, mi familia, mi marido, los cambios experimentados por, para y gracias a la maternidad. Un viaje interior lleno de emociones y fatigas, pero, en el fondo, una aventura que no me hubiera perdido por nada del mundo.

Un duelo insospechado también porque estuvo lleno de amor, casi más amor que dolor. Porque el pequeño corazón de mi Pequeña Flor tocó a cientos de personas que no dudaron en hacernoslo saber y en hacer llegar todo su cariño, amor y abrazos virtuales. Un duelo insospechadamente acompañado por una gran tribu virtual conocida y anónima cuyo aliento continuado me daba fuerzas cada día para seguir adelante.

Y aquí termina, de momento, mi recuento de duelos, duelos insospechados y duelos contados por y para el Carnaval de Blogs sobre el Duelo Gestacional y Perinatal, creado por Mónica Ávarez con el objetivo de difundir desde una imagen positiva nuestras reflexiones acerca de la pérdida en el embarazo y parto.

Aquí tienes los links al resto de participantes en este carnaval de blogs.

viernes, 12 de abril de 2013

Reclamando que es gerundio

Las madres somos las que vivimos en nuestras carnes las buenas o malas praxis durante el parto, el respeto o falta de él en la atención médica... Y por eso está en nuestras manos cambiarlo. Madres y mujeres reunidas en torno a asociaciones con El Parto es Nuestro han sido uno de los motores del cambio de paradigma que se está viviendo en la atención obstétrica en España. Los grupos de apoyo a la lactancia organizados por madres también son uno de los principales agentes del cambio para la promoción y el apoyo a la lactancia materna.

Pero también, individualmente, está en nuestra manos el cambio. Estoy en el comité de lactancia de un hospital de mi zona y me harto de ver allí a algunos "responsables de servicio" que piensan que sus unidades de neonatos son de puertas abiertas o que en sus maternidades no se dan biberones a los bebés sin indicación médica... Y, después, en el grupo de apoyo de madres no hago más que escuchar a madres que son invitadas a abandonar a su hijo entre tomas, a dejarlo en la cuna (obviando los beneficios de los cuidados canguro e insinuando que los bebés no crecen si se les coje en brazos) o a las que incluso se les prohíbe directamente ir a las tomas de la noche.

Un hospital en el que, supuestamente, se están acreditando para ser un centro IHAN y parece que no han asumido que esta iniciativa, además de relacionada con la lactancia supone un compromiso profundo y real con la humanización del nacimiento... Y en el grupo de apoyo las madres me cuentan como rompen bolsas sin razón aparente que la de "acelerar" el parto y no se cortan de hacer Kristellers.

Por eso, últimamente, recomiendo a las madres que reclamen. Que se acerquen a las unidades de atención al paciente y/o al usuario y que reclamen, que dejen constancia por escrito de todas estas cosas y que usen esta vía para reclamar sus derechos como madres y como pacientes. Todo ello, amparadas por la ley, pero también por la estrategia de atención al parto normal del Ministerio de Salud, por la autonomía del paciente y por la evidencia científica.

Porque muchas veces los responsables de servicio solo obtienen una visión complaciente de lo que pasa en sus unidades y no tienen ninguna constancia de que el día a día sea distinto. Porque la única manera de cambiar una realidad es colaborar todos juntos. Porque callar solo contribuye a perpetuar estas prácticas y a legitimarlas. Porque no hacer nada y dejarse hacer da alas a los que se oponen al cambio, a los que piensan que así se ha hecho toda la vida y no ha pasado nada....

Y no solo hay que reclamar en los hospitales o centros de salud en los que queda mucho por hacer. También hay que hacerlo en los que tienen la acreditación IHAN, por ejemplo, porque muchas madres viven experiencias muy alejadas de la "humanización del nacimiento y la lactancia" en estos centros. La última de la que he tenido constancia, una madre que acude a urgencias a un hospital con calificación IHAN por dolor al amamantar y a la que se le administra Cabergolina para suprimir la lactancia y se le venda el pecho con la recomendación de abandonar la lactancia sin su consentimiento y sin explicarle nada.

Para las personas que han tenido una experiencia no acorde con los principios de la iniciativa IHAN en cualquiera de los centros acreditados, tiene una vía adicional para dejar constancia, a través del formulario enlazado en esta página.

Y, obviamente, la parte contraria también es cierta. Igual que podemos reclamar, hay que felicitar públicamente y por escrito a los profesionales que han destacado por su empatía, su atención, su lucha contra viento y marea por proporcionar una atención al parto humanizada.

Yo tengo una larga reclamación escrita y pendiente de enviar al Hospital Universitario de Móstoles con respecto a mi última experiencia allí. Se trata de dejar constancia de todo lo negativo (que fue bastante), pero también de dejar constancia de lo poco positivo, para ver si los gestores se dan por aludidos y deciden premiar la excelencia y retirar su apoyo a la negligencia... Pero eso es motivo de otro post que tengo pendiente, de momento me ando peleando con ellos para que me den todos los datos de mi historia clínica.

jueves, 4 de abril de 2013

Integración de genoma materno en el genoma del neonato a través de transporte de fragmentos de RNA en la leche materna

Llevaba unos cuantos días atascada con la ponencia de Susana Ares Segura en el VII Congreso Español de Lactancia Materna porque el tema era tan interesante como complejo a la vez: “Integración de genoma materno en el genoma del neonato a través de transporte de fragmentos de RNA a través de la leche materna”.

Pero, al final, he encontrado una gran salida: enlazaros la publicación de María Berrozpe, en su blog, Reeducando a Mamá: Lactancia y ciencia. Transmisión de información genética entre madre e hijo a través de la lactancia . Ella que es científica y asesora de lactancia tiene mucho más arte que yo explicando estas cosas.

Yo no puedo más que reiterarme en el tweet que recuerdo haber enviado en el congreso durante esa ponencia: parece ciencia-ficción pero es realidad. La leche materna contiene partículas (lactosomas) con características similares a los retrovirus que son capaces de transferir material genético de la madre a las células de su hijo (o de cualquier otro bebé que reciba esa leche materna).

Funcionan de tal manera que el material genético (ARN) que transportan está encerrado en una capsula que protege su contenido durante la digestión y el tránsito intestinal, de tal modo que llegan íntegras al torrente sanguíneo. ¡¡¡Alucinante!!! ¿Verdad?

Además del RNA, los lactosomas contienen proteínas que ayudan a que ese material genético se replique y se incluya dentro del genoma del recién nacido. Esto explicaría, por ejemplo, por qué se produce una mayor aceptación de aloinjertos de la madre a sus hijos cuando estos han sido alimentados con leche materna.

Según Susana Ares, estas investigaciones sobre la integración del ADN de la madre en el del bebé abre muchas posibilidades para estudiar la lactancia materna como vehículo para realizar terapia genética, con la ventaja añadida de que al realizarse en un lactante con un sistema inmune inmaduro este tipo de intervenciones lograrían mayor efectividad. En el caso de que la madre estuviera afectada de la misma enfermedad que el bebé, se podría realizar a través de un donante.

María y yo escuchábamos y charlábamos sobre lo que todo esto nos sugería. A mí me parecía casi tan alucinante como las noticias que leía recientemente que aseguraban que el bebé puede mandar sus células a los órganos de la madre. Porque esa noticia, combinada con esta otra, nos habla de un diálogo madre-bebé establecido al más puro nivel biológico desde el inicio de la concepción. El bebé da a la madre y la madre da al bebé, convirtiendo la inmersión en el otro que supone la maternidad en algo que trasciende lo “espiritual” para convertirse en pura física y química.

A María, en cambio, todo esto le traía a la memoria las grandes oportunidades que la lactancia materna ofrece a los bebés adoptados, como la oportunidad de tener un vínculo más físico e incluso genético entre el bebé y la madre. Teorizábamos también sobre cómo esta integración del ADN de la madre se relaciona con lo que nos dice la epigenética (que los mismos genes se manifiestan de manera diferente en función del entorno) y cómo la integración del ADN de la madre en el genoma del bebé podría ser una especie de “seguro de vida” para asegurarse de que el bebé “hereda” ciertas adaptaciones genéticas necesarias, por ejemplo, para el entorno en el que vive la madre (teniendo en cuenta que la mitad del material genético pertenece al padre, pero, lógicamente, los niños se pueden criar “lejos” de los padres pero siempre deben estar cerca de la madre)

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