lunes, 18 de julio de 2011

Buscando mi propio camino

Ahiṃsā, concepto religioso
que aboga por la no-violencia
y el respeto a la vida
(Wikipedia)
La maternidad me ha cambiado por completo. Ha vuelto mi mundo del revés. Hay días que miro hacia atrás y me asombro deteniéndome en lo que pensaba hace tan solo cinco o seis años sobre los niños, la educación, la maternidad y otros muchos temas; claro, eso era antes de ser madre de mis propios hijos. Y cuando reflexiono sobre esas ideas, no me reconozco. No me reconozco porque ahora me parece tan osado y atrevido hablar y opinar de familias y maternidad cuando no tienes hijos ni experiencia como opinar sobre maniobras de despegue y aterrizaje de aviones comerciales cuando ni siquiera te has leído un folleto de una escuela de vuelo. Tampoco me reconozco porque las ideas que tenía eran radicalmente opuestas a las que tengo ahora.

Analizando el tema, puedo llegar a algunas conclusiones. En primer lugar, tenía esas ideas (separación, dominación de los niños, exigencia de obediencia ciega, castigos, respeto hacia los mayores, cachetes a tiempo y demás) porque son los valores establecidos en nuestra sociedad. Las creencias mayoritarias. ¡¡¡Qué irónico hablar de creencias en pleno siglo XXI!!! Pero sí, son creencias, pues no hace falta más que bucear y encontrar documentación y "ciencia" para darse cuenta de que esas ideas no tienen ni pies ni cabeza, pero ¡¡¡Qué bien nos las han vendido que incluso sin tener hijos las defendemos a ultranza!!!

En segundo lugar, también aprecio el cambio que se ha operado en mi. Esas conexiones que durante el embarazo y el puerperio se establecen entre el neocortex y el sistema límbico para fomentar el comportamiento maternal y, por tanto, maximizar las posibilidades de supervivencia de nuestros retoños. Todos esos cambios, producidos por las hormonas del embarazo, del parto, de la lactancia, y ese remapeado del cerebro están ahí. Son una realidad insoslayable y creo que hoy en día la mayoría de las madres (y también de los padres) se nos platea una terrible disyuntiva a la hora de tomar decisiones sobre la crianza de nuestros hijos:
  • ¿Sigo los dictados de mi cuerpo y de mi corazón en cuanto a la crianza/cuidado/educación de mi hijo o confío en los consejos de sabios y gurús en libros de autoayuda? ¿Hago caso a mi instinto o realmente no existe ese instinto y esas cosas que siento no son más que imaginaciones mías? ¿Realmente en este periodo histórico de "luz y ciencia" pueden estar las ideas sobre crianza tan equivocadas?
Obviamente, hay dos caminos a seguir. Hacer caso a esa vocecita interior, instintiva, que se irá haciendo más fuerte y más segura a medida que pasa el tiempo, o ceder al miedo y la angustía y a los consejos del exterior que nos auguran grandes males si nuestro bebé no empieza a ser independiente nada más salir del útero. Si seguimos el segundo camino, esa vocecita irá desapareciendo y supongo que esas conexiones, ese remapeado, ya no tendrán tanta fuerza y poco a poco se irán desdibujando por falta de uso, como sucede por las sendas que ya no se transitan en mitad de un bosque.

Una vez perdido el "mapa maternal" supongo que tendemos a autojustificarnos, a gratificarnos leyendo libros, escuchando ideas y consejos que nos dicen que lo estamos haciendo bien, que puede ser una labor angustiosa oír llorar a tu hijo, pero que es un sacrificio que se hace en aras de un bien mayor.

Y ya lograda esa independencia artificial, y la distancia emocional que conlleva, podremos dar algún paso más allá, usando métodos de disciplina que parecen tener un resultado inmediato. Podemos tratar de enseñar a un bebé que no se pega censurando su acto con un azote (pensando que como lleva un pañal, no le duele), aunque a ése niño el poso que le queda es que los mayores SÍ pueden usar la violencia física, por lo que es solo cuestión de tiempo que esté socialmente aceptado que él pueda agredir a otros. También aprende que los adultos le castigarán SI le ven, con lo cual, podrá usar la agresión siempre que no sea a la vista de un "mayor"... Solo por poner un par de ejemplos rápidos entre otras muchas lecciones no intencionadas del famoso "cachete a tiempo".

Pasarán los años, muchos años. Quizás esa familia siga usando un azote, una torta, un cachete o unos cuantos para censurar, mostrar enfado, corregir actitudes, castigar, descargar la frustración de un padre o una madre... Quizás esa violencia cese en un momento dado cuando el niño alcance una cierta edad en la que ya no parezca aceptable usar la agresión física y se pase a otro tipo de agresiones... Quizás se grite, quizás no... Quizás se insulte, quizás no... Aunque, personalmente, tiendo a pensar que si el azote parece una herramienta válida para educar ¿por qué no van a serlo los gritos, los insultos, la agresión psicológica?

Pasarán mucho, muchos más años. Y ese niño o esa niña será adulto y se enfrentará a su propia maternidad. Y ahí llegará un dilema aún más terrible a la hora de elegir entre la pequeña vocecita y los gritos de la gran masa mayoritaria... Y es que si eliges la pequeña vocecita no solo tendrás que luchar contra corriente en la crianza de tus hijos, sino que además tendrás que justificarte ante tu propia familia y además tendrás que hacer un ejercicio de introspección para analizar qué fue lo que pasó en tu infancia y por qué no quieres repetir ese esquema con tus hijos.

Es un camino difícil, espinoso, ingrato y demoledor. Es un camino en el que hay que enfrentarse a todos los demonios que te acosan desde tu propio interior uno detrás de otro y en el que tropezarás más de una vez, dejando salir a la luz facetas de ti misma que creías haber desterrado para siempre. Es un camino en el que es fácil enfangarse, perderse, caer en las arenas movedizas de la justificación, de la complacencia. Pero es un sendero que, una vez iniciado, no se puede obviar... Y que, como esas sendas en los bosques de los que hablaba antes -a base de andar, caer y volver a empezar, andar desde el principio y un metro más allá, caer y volver a empezar, andar desde el principio y dos metros más allá, tropezar y volver a empezar- acaba convirtiéndose en una ancha avenida en sus orígenes, un camino trillado en las medianías y apenas un surco acosado por la maleza en los últimos pasos.

Supone no solo un aprendizaje en cuanto a nuestros hijos, sino también en cuanto a nosotros mismos. En como reaccionamos ante las cosas que nos suceden, pues cada uno de nuestros actos es una lección de humanidad para nuestros hijos. Es fundamental enseñarles que somos falibles, que nos equivocamos y que hemos de aprender a reconocer y aceptar nuestros errores y a pedir perdón por ellos.

Hoy me he enfrentado con temas de mi pasado de los que no me gusta hablar. Y he perdido los papeles. Me siento mal por ello, por no haber sido capaz de mantener las formas y defender de manera serena y pausada mi verdad, pero no me arrepiento del origen de mi rebelión, del mensaje que he intentado transmitir. Mi infancia no fue perfecta, hubo en ella muchas cosas que me marcaron como niña y que ahora, desde mi perspectiva de adulta, veo más condenables si cabe. Eso no implica que mi infancia fuera horrible día sí y día también, pero el hecho de que los golpes fueran esporádicos no implica que fueran menos golpes. El hecho de que el terror y la angustía se fueran desdibujando con el tiempo, no implica que no existieran. No pensar en ello, no hablar de ello, enterrarlo en el pasado, no logra borrarlo, sino posponerlo.

El hecho de mezclar amor y miedo hacia la misma persona no contribuye a forjar relaciones saludables, sinceras, respetuosas. El hecho de mezclar amor y dominación tampoco se caracteriza precisamente por sus consecuencias positivas en las relaciones interpersonales.

Es duro. Muy duro. Pero como los martillos de un herrero en el fuego de la forja, estas caídas, estos tropiezos no hacen más que "templar" al acero de mi convencimiento. Llámame intransigente. Lo admito, hay ciertos temas en los que ya no admito medias tintas, ni ligeros tonos de grises. O es blanco, o es negro. No hay más que hablar.

Lo mejor de todo esto es la recompensa. La sonrisa de tus hijos. El amor en su mirada. Sus abrazos cuando les pides perdón, su sinceridad cuando te lo piden ellos a ti, el convencimiento de que eso que tienes, eso que acaricias y que a veces se escapa, pero que con calma y paciencia vuelve otra vez, esa armonía familiar merece la pena. Es algo importante por lo que luchar, aunque a veces te tengas que revolver gruñendo como una loba.

Y volvemos a la segunda disyuntiva. A la que se enfrentaba esa hija "esporádicamente" educada con métodos "socialmente aceptados" en la década de los 80. A veces pienso... ¿Y si hubiera dicho que no a esa vocecilla? ¿Y si me hubiera rendido antes de empezar el camino? Sería más feliz con mi familia, pues no tendría que cuestionar nada de lo establecido y estaría en consonancia con la única "armonía" conocida hasta ese momento... Pero, ¿Y mis hijos? Y si pasaran otros veinte años y mis hijos eligieran una opción distinta a la mía, ¿Sería capaz de aceptarlo con dignidad? ¿De discutirlo calmadamente? ¿De aceptar las críticas? Con casi toda probabilidad, no.

Quizás esta reflexión me ayude mejor a entender lo que ha pasado hoy. Quizás no. Quizás dentro de 20 años nuestros hijos, convertidos en delicuentes juveniles, personas sin límites y sin disciplina, nos echen en cara nuestra falta de criterio para haberles dado un "cachete a tiempo" cuando fue necesario. Quizás dentro de 20 años nuestros hijos, con una mente modelada por el pensamiento dominante, renieguen de nuestros métodos y aboguen por seguir otras teorías. Quizás. Pero confío en que serán capaces de tomar sus propias decisiones con rigor y criterio, basándose en sus sentimientos genuinos y siendo fieles a sus principios. Y espero saber reaccionar antes sus decisiones y sus elecciones con el mismo respeto que trato de imprimir, hoy en día, en mi forma de maternar, criar y educar a mis hijos.

15 comentarios:

  1. Uf! Eloisa, cuanto remueve este post en mi también, siento tan cerca tus palabras que parecen mis propios pensamientos/sentimientos.
    Yo también defendí situaciones, actos y métodos antes de ser madre, que ahora intento eliminar, no ya de mi vida, sino tb de los seres a los que quiero....
    También critiqué lactancias prolongadas, colechos y brazos, que me parecieron desproporcionados, sin saber nada de la naturaleza, del porqué de los instintos, sin fijarme en nuestros vecinos altriciales.
    Qué féliz soy de haber visto la luz y como tú, me pregunto...Qué hizo que cambiara? Qué hizo que no siguiera lo "socialmente aceptado" por una la gran mayoria del sistema...fueron los malos tragos de mi infancia?
    Efectivamente, no eran todos los dias, pero alguno recuerdo pensando tras la humillación recibida "esto no se lo haré a mis hijos".
    Y doy Gracias por no hacerlo!
    Un saludo querida.

    ResponderEliminar
  2. Gran forma de explicarlo, preciosa. Yo apuesto como tú, apuesto por mis hijos y por agachar las orejas y pedirles perdón cuando me equivoco.
    El otro día levanté la voz a mi pequeña, es algo que me sale muy habitualmente, en mi casa siempre se habló a gritos. Y la eché en la cama porque era hora de acostarse y dos segundos después la pedí perdón, la di un montón de besos y la pedí perdón por mi comportamiento mientras la acariciaba el pelo y la daba besos. Y se durmió con mis caricias.
    Ella hace poco me pegó, me dio en la cara y yo me llevé mi mano a la cara y me sorprendió, su cara cambio de repente, rápidamente subió al sofá y no paró de pedirme perdón. Me dio un montón de besos y puedo asegurarte que yo no la llegué a decir nada, ni que eso no se hace ni la levanté la voz, sólo me llevé mi mano a la cara y ella supo que no se hacía. Mi hija se hace mayor y se está convirtiendo en una gran niña.

    Gran post Elo, no sólo me encanta escucharte sino que leerte hace que se me encoja el corazón. Ánimo preciosa, sé que a veces el día es más duro de lo normal. Un millón de besos con el corazón

    ResponderEliminar
  3. Me ha encantado tu reflexión de hoy, me es tan familiar lo que cuentas...
    Yo creo firmemente que si hemos tratado con respeto a nuestras hij@s se convertiran en personas con una fuerte autoestima y respetuosas con los demás (sean niñ@s o adultos).
    Como dices a veces es un camino difícil, porque en determinadas circunstancias nos dejamos llevar por el lado oscuro con el que crecimos, pero trabajándolo y reconociendo nuestros errores antes nuestr@s hij@s damos un gran paso hacia delante.

    ResponderEliminar
  4. Me encanta esta entrada Eloísa. La maternidad es una carrera de larga distancia y durante ese tiempo nosotras mismas nos enfrentamos a diversas crisis de crecimiento y fantasmas varios. Yo misma, cuando me planteo, ya con mis hijos adolescentes, tu reflexión final (¿me reprocharán mi estilo de crianza? ¿resultará al final que fué contraproducente?) tengo que enfrentarme al siguiente dilema: mi hijo ¿es un proyecto o una persona?, ¿busco un resultado (que mi hijo "me salga bien")? ¿o busco participar en la formación de una vida (que mi hijo sea una persona con los atributos y las habilidades para ser feliz)?
    Muy a menudo me tengo que recordar que mis hijos son seres independientes de mi, con sus propios caminos, desafíos y aspiraciones. Ahora pienso que tendré suerte si he conseguido fortalecer sus capacidades innatas y si mis propias limitaciones les han hecho el menor daño posible.
    También sé que habrá épocas, que yo misma he pasado, en que maldecirán mis carencias, y una vez atravesada esa fase podrán, quizá, empezar a ver al ser humano que los crió y que les amó lo mejor que fué capaz, saltándose por el camino todos los peduscos visibles.

    ResponderEliminar
  5. yo creo que nos ha pasado a muchas, por lo menos a las que estamos por aquí. teníamos unas ideas preconcebidas y nos ha cambiado la maternidad por dentro!! yo tengo ansias de saber, de aprender más de ver qué puedo mejorar para que mi hijo sea una buena persona, cuando digo buena es que tenga respeto, que opine sin insultar, que no use la violencia, que sepa antes de juzgar,...
    en mi casa no era habitual la violencia, pero sí que había gritos de vez en cuando, así que a veces se te escapa. la maternidad creo que nos ha mejorado, aunque nos haya tumbado del revés!!

    ResponderEliminar
  6. Porteame, me alegro de que nuestra generación suponga una "rebelión" -aunque tímida y moderada- frente a ciertas actitudes y sistemas pedagógicos trasnochados. Me alegra no ser la única y sentirme acompañada en este camino. :-D

    Suu, preciosa, me falta otro gran emoticiono de abrazo para ponerte aquí. Aunque lo bueno es que en breve te los daré en vivo y en directo. Me encanta poder hablar contigo de estas y tantas otras cosas. ¡¡¡¡Muacks!!!

    Carol, el lado oscuro está ahí y mi esperanza es que mis hijos lo vean tan de vez en cuando y lo rechacen tanto como yo para que cuando ellos sean padres/madres ya nisiquiera alberguen ese "lado oscuro" en su interior... Qué gran esperanza por la que luchar.

    Patricia, desde luego, tienes toda la razón. Mis hijos no son la medida de mi éxito ni mi proyecto de realización personal. Solo aspiro a contribuir a que entiendan e incorporen valores fundamentales como la bondad, el respeto, que el fin no justifica los medios y otros muchos que no imperan en los métodos de educación actuales. Porque son los que mi marido y yo tratamos de vivir en nuestra familia y ellos, al fin y al cabo, también forman parte de la familia aunque su objetivo final sea emprender el vuelo y buscar sus propios caminos. Mi "pasión" es que sean felices consigo mismos, que sean fieles a sus propios principios y si algún día vuelven a mi argumentando, criticando, discutiendo en defensa de valores de este tipo, aunque entendidos de otra manera, espero ser capaz de asumirlo con la misma filosofía. No soy perfecta, pero eso no me impide tratar de implicar a mis hijos en valores que considero fundamentales. De todo esto, al final, puedo colegir lo afortunada que soy de tener hijos que me siguen enseñando y de tener todavía espacio de maniobra en un yo todavía en construcción como para ir incorporando nuevos esquemas, desaciéndome de los viejos y cambiando otros en los que creía anteriormente.

    Estanjana, me siento orgullosa de sentirme tan bien acompañada en esta lucha por "no perpetuar" por seguir siempre evolucionando, mejorando, cambiando. Gracias por tu apoyo y comprensión.

    ResponderEliminar
  7. Uff! Eloísa, hablas tan desde el corazón que es imposible y con tanta sinceridad que es imposible quedarse indiferente ante tus palabras. Me he sentido muy identificada con todo lo que has dicho. Yo también tenía ideas preconcebidas sobre lo que era la maternidad y la crianza y educación de los hijos, pero ser madre, ha cambiado mi mundo. Y aunque sea luchar contracorriente tengo claro que esa vocecilla de la que hablas, se hace cada día más fuerte en mi interior y es a la que voy a escuchar. Eso no significa que la preocupación y la inseguridad de si lo estamos haciendo bien en cada momento, no vayan a estar ahí. Ser padres no es una tarea sencilla, je, je. Un beso

    ResponderEliminar
  8. Se me ha puesto la piel de gallina. Es así, es tan duro y tan difícil cuestionar los métodos que empleaban con una y decidir que NO, que ese no es tu camino. Dudar tantas veces y luchar tantas otras con esa impronta que ha quedado en mí, ese comportamiento que veo como "normal", reconocer que no quiero ser así, que es duro y difícil y que hay que luchar.

    Pero sé que vale la pena. Mostrarte humano, pedir perdón, dar la razón a un ser pequeñito y admitir que tú no la tienes. Es el mejor poso que podemos dejarles.

    ResponderEliminar
  9. Preciosa esta entrada!
    Efectivamente: uno debe CRECER como persona, no por nuestros hijos, sino por nosotros mismos. En la medida en que nos vamos abriendo, algunas cosas muy desagradables van apareciendo, pero es un camino sin vuelta atrás, que a la larga, no da más que satisfacciones y liberación.
    Como dice Patricia, creo que los hijos no se pueden tomar como un "proyecto". ¿Me habré equivocado? Claro que sí, nos habremos equivocado en muchas cosas. ¿Nos criticarán cosas? Claro que sí. Mi hija ya me critica y aún no ha cumplido 4 años: "Tengo ganas de deshacerme de los adultos" dijo el otro día, jejeje... A pesar de mis intentos de crianza respetuosa y todo: "Los adultos me obligan a peinarme, a bañarme, a apagar la tele"... y eso que sólo son pedidos y sugerencias!!! Sin amenazas, ni chantajes, ni imposiciones...
    A mí, eso me parece sanísimo. Señal clara de que tiene su esqueleto emocional íntegro: percibe perfectametne cuando la quieren presionar a hacer algo que no desea. Y además, siente la confianza de expresarlo.
    El crecimiento personal uno lo siente como certeza. Todo el que lo experimenta, avanza en la misma dirección y lo siente con una fuerza tan grande, que no puede ser de otra manera. Da igual lo que diga la ciencia o la moral, o la mayoría de la gente...
    Gracias, amigas, por acompañarnos y escribir lo que todas sentimos.
    Un abrazo!!!

    ResponderEliminar
  10. No tengo ni idea de dónde estaremos dentro de 20 años pero pienso que es difícil que nos puedan reprochar haberlos educado con respeto, considerándolos siempre como pequeñas personitas (y no ciudadanos de segunda) y sabiendo reconocer nuestras debilidades o errores. Comeremos muchos errores, no cabe duda, pero espero no cometer algunos de los más gordos que durante tanto tiempo se han venido cometiendo.

    ResponderEliminar
  11. Me ha encantado tu reflexión!! Yo como tantas otras mamás por aquí tuve mis dilemas al poco de nacer la pequeña y ahora estoy tan orgullosa de haber seguido mi instinto y no unas ideas preconcebidas, tal vez me haya equivocado pero somos felices haciendo las cosas así.
    Como bien dices es difícil hacer las cosas diferentes de como las hemos vivido de niños porque es una forma de decir a nuestros padres que no nos gustó lo que hicieron con nosotros (algunas cosas) pero ahora los padres somos nosotros y las decisiones nuestras.

    ResponderEliminar
  12. Uyyy que identificada me he sentido, como me ha movido tu reflexión. Yo tb fui una de esas niñas criadas por lo socialmente aceptado, tuve una infancia feliz pero si que es verdad que hubo momentos que me marcaron, mi padre era una persona muy autoritaria y en más de una ocasión me pegó, aparte del miedo y el sentimiento de inferioridad que eso generó yo penasaba que era algo normal. Menos mal que mi madre me hizo siempre ver que eso no era bueno ni era forma de tratar a un niño, siempre me defendió, se puso delante y fue capaz de proporcionarme todo el cariño del mundo. Mi padre nunca me pidió perdón cuando metía la pata, no aceptaba equivocarse y no nos lo permitía a los demás... A día de hoy, hay momentos que pierdo la paciencia con la gorda, la habló mal y me coloco por encima de ella, menos mal que me doy cuenta pronto y cambio mi actitud y mi tono, siempre pidiendole perdón antes porque yo sí que quiero que ella sea consciente que su madre se equivoca pero q es capaz de reconocerlo y pedir perdón. En esos momentos los fantasmas de mi pasado se me echan encima y lo paso mal, me siento mala madre, mala persona, no me gusta esa parte de mi, no me gusta, no me hace sentir bien y hace daño a los demás...

    Una de las cosas por las que Besame Mucho es tan importante para mi fue porque me dio otra visión totalmente opuesta de la que yo estaba acostumbrada, me permitió quitarme obligaciones impuestas por la sociedad y me ha permitido seguir mi instinto... aún así sigo trabajando interiormente en ello.

    Gracias por la reflexión. Un besazo

    ResponderEliminar
  13. Me siento muy identificada con tu post.
    En poco tiempo mis ideas entorno a la maternidad han dado un giro de 180º… y ahora me doy cuenta que cosas que consideraba “normales”, como un grito o un cachete, no lo son en absoluto; Ahora sé que mi infancia feliz ,quizá no lo fue tanto. Me ha costado tiempo ( y terapia) admitirlo, porque en cierta forma me avergüenza, aunque fuera “lo normal” .
    Pensé que el hecho de ser madre me acercaría más a mi familia biológica y curiosamente está siendo lo contrario… seré una hippy intransigente pero, se pongan como se pongan ¡llorar no ensancha los pulmones!
    Seguro que me equivocaré un montón de veces y probablemente cuando nené sea mayor me hablará de lo que necesitó y no le supe dar… ¡prefiero errar con el corazón que acertar con la cabeza!
    Menos mal que tengo el apoyo de mi familia ecológica. Suerte que encuentro blogs como el tuyo que me hacen sentir que no soy tan rara, ni tan loca ni estoy tan sola…
    Gracias por compartir!

    ResponderEliminar
  14. Soy fiel seguidora de tu blog (hablamos 1 minuto en un descanso del Congreso Fedalma!), pero en esta entrada te has superado, Eloísa. Me has hecho llorar, me has leído el pensamiento... Sí, es un camino duro, pero... menos mal que vamos por él;)
    Un abrazo enorme

    ResponderEliminar
  15. Hoy tengo el dia asi asi, gracias por este post, Elo. A veces salirte de la linea es mas dificil que otras...

    Un abrazo

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Otros post interesantes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...