Que el hospital madrileño de La Paz cuenta con algunos de los mejores especialistas en pediatría del país es algo que casi todo el mundo da por supuesto. Cirujanos pediátricos, neurocirujanos pediátricos, etc. Pero que en este mismo hospital se olvidan sistemáticamente de los derechos de los niños hospitalizados comienza a ser una realidad de la que cada día son conscientes más personas.
No en vano hay iniciativas de recogidas de firmas como esta de Change.org en la que explican muy bien las razones de la petición.
En el Hospital de La Paz de Madrid, el restrictivo horario de visitas de la Unidad de Anestesia y Reanimación Pediátricas hace que los padres apenas puedan ver a sus hijos enfermos allí ingresados: sólo una hora y media por la mañana y una hora y media por la tarde. Asimismo, en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos los padres sólo pueden acceder a estar con sus hijos tres horas por la mañana y tres por la tarde.
Esto conlleva que los niños pasen muchas horas solos, se sientan desamparados y que en el caso de los bebés se dificulte en gran medida el mantenimiento de la lactancia materna. También se aumenta de modo innecesario el sufrimiento de los padres que no pueden estar acompañando a sus hijos en esos complicados momentos. En otros hospitales los horarios son flexibles dentro de una política de puertas abiertas, e incluso, en el mismo hospital, en la UCI de neonatología el horario de visita para los padres es las 24 horas del día. Además, es conocido que el contacto, el apego y la lactancia materna son métodos de comprobada eficacia para acelerar la recuperación de los niños enfermos.
Por eso pedimos al hospital de La Paz, que por coherencia con su propia política de respeto de la Carta Europea de los Derechos del Niño Hospitalizado y con la política de la Comunidad de Madrid de fomento de la lactancia materna, flexibilice las visitas en estas unidades para que aquellos padres que lo deseen puedan acompañar a sus hijos cuando más lo necesitan y colaborar en su recuperación.Yo conocía ya esta situación por Belén, Mamá sin complejos, que sufrió con un pequeño Rayo de 15 meses este régimen draconiano de visitas. Y no es que lo sufriera por ella sino por su hijo, por el desamparo, la soledad y el abandono que supuso ese tiempo de separación de sus padres siendo tan pequeño.
Pero es que ahora es mi sobrino el que se ha tenido que someter a una intervención quirúrgica en este hospital y sus padres me han contado, con pelos y señales, unas prácticas que me horrorizan y me crean un desasosiego tremendo.
Un bebé de apenas siete meses, recién operado, sin poder ver a sus padres más que unos pocos minutos al día separados en dos veces, atado a una cama de pies y manos durante todo el día, con personal médico que advierte a sus padres de que el niño es un manipulador porque se nota que está acostumbrado a los brazos 0_0 ... Y todo ello durante dos días infinitos para los padres, que son los que pueden expresar, pero aún más para ese niño trasladado a planta quejoso, con la mirada perdida y con su pequeño mundo vuelto patas arriba.
Lo que es, si cabe, más sorprendente es que el propio Hospital de la Paz cuelga en su web un extracto de los Derechos del Niño Hospitalizado. Debe de ser una de esas declaraciones grandilocuentes de los gestores, que nada tienen que ver con la realidad y que se quedan en agua de borrajas en el día a día de las unidades de las que hablamos.
Aquí os dejo una carta al hospital, para que envíen a través de atención al paciente, con referencias a los derechos de los niños hospitalizados y en comparación con la realidad que se vive día a día en el hospital. Al igual que les he dicho a los papis de mi sobrino, os animo a todos los padres en situación similar, a dejar por escrito vuestra reclamación a este servicio. Los desahogos con el personal hospitalario o quien está de servicio en Atención al Paciente se quedan en palabras que se lleva el viento. Los papeles, y más si siguen los canales oficiales, quedan archivados y guardados para los responsables de servicios, gestores del hospital e inspectores que analicen la calidad del servicio.
¿De qué vale que 100 familias se quejen amargamente cada semana con palabras que se lleva el viento? ¿Vosotros creéis que esta situación seguiría así si esas 100 familias presentaran una reclamación bien fundada? Pues eso, que espero que esta carta pueda ayudar a alguien que pase por una situación similar, pero que no se vea con ánimos para escribir al respecto.
Tal y como publica este hospital en su página web, los niños hospitalizados tienen unos derechos reconocidos por la Carta Europea de los Niños Hospitalizados (Resolución del Parlamento Europeo del 13 de mayo de 1986). Como ven, se trata de una ley que tiene ya 26 años de vigencia y que, por tanto, debería haber sido interiorizada por todos los hospitales.
Pero, lamentablemente, hemos visto como algunos de estos derechos se quedan en simple papel mojado en su propio hospital, que tanta gala parece hacer de ellos. Nuestro hij@, fue ingresado el día X en su servicio X. Cuál fue nuestra sorpresa al enterarnos de que todo el tiempo que el pequeño estuviera en reanimación solo podríamos verle durante 3 horas al día repartidas en dos turnos de mañana y de tarde.
Esta organización no solo es nefasta y garrafal para las familias, sino que no tiene en cuenta las necesidades de los pequeños en su servicio así como tampoco los derechos fundamentales de los niños hospitalizados. De nuevo, una vez más, les recuerdo que, tal y como vds. publica en su web, los niños hospitalizados tienen derecho: “A estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el hospital, sin obstaculizar la aplicación de los tratamientos necesarios para el niño”.
Como ejemplo de la implantación de esta política tienen vds. los casos de decenas de hospitales españoles que han implantado políticas de puertas abiertas en las UCIS pediátricas e incluso neonatales. Sin ir más lejos, el Hospital Gregorio Marañón es un buen ejemplo de cómo un hospital grande y con muchísimos pacientes a adaptado sin mayor problema el servicio para la presencia de los padres.
Este derecho es bueno para los niños, que así no tienen que pasar días enteros después de una intervención quirúrgica no solo sintiéndose mal físicamente, sino también abandonados por su familia e ignorados por el personal que los atiende. Pero también es bueno para el personal que atiende el servicio, que cuenta con la ayuda de los padres en las tareas normales de cuidado del bebé.
Tenga en cuenta que los niños no son adultos, no entienden lo que les está pasando, y la situación prolongada de abandono puede tener consecuencias en el desarrollo de los pequeños. No en vano, el cortisol, la hormona que segregan las personas en situaciones estresantes y en casos de estrés continuado, puede causar la destrucción de las neuronas.
Además, cuando un bebé hospitalizado, sea en el servicio que sea, está acompañado con sus padres, estos son aliados y no enemigos del personal sanitario. Un padre que acompaña a su hijo evita que se tengan que realizar nefastas prácticas rutinarias, como por ejemplo, atar de pies y manos a un bebé con el único objetivo de que no se quite las vías. Y esto durante varios días seguidos.
Otro derecho de los niños hospitalizados contemplado en esta carta implica que los pequeños tienen derecho “a una recepción y seguimiento individuales, destinándose en la medida de lo posible los mismos enfermeros y auxiliares para dicha recepción y los cuidados necesarios”. Nos gustaría reclamar también este derecho, ya que, en nuestro caso, la información de los profesionales encargados de los cuidados del pequeño hacia nosotros, los padres, ha sido confusa y deficitaria en algunos casos, sembrando las dudas sobre si la atención que estaba recibiendo el pequeño era la más adecuada para la afección que se le estaba tratando.
Los niños hospitalizado tienen derecho, además, “a ser tratado con tacto, educación y comprensión y a que se respete su intimidad”, un derecho que no es compatible con las prácticas de su reanimación pediátrica, ya que la separación de los padres supone una falta de tacto tremenda y de comprensión hacia las necesidades del bebé. En cuanto al respeto a la intimidad, poco pueden saber unos padres que son alejados del cuidado de sus hijos de una manera tan radical.
Un último derecho que me gustaría comentar es el que reconoce que los niños deben “recibir los cuidados prodigados por un personal cualificado, que conozca las necesidades de cada grupo de edad en el plano físico y afectivo”. Me reitero en mi apreciación de que la separación de los niños de sus padres, tengan la edad que tengan, pero especialmente en bebés que son incapaces de comprender la razón de la separación, supone una descarada negación de las necesidades de los niños, en el plano físico y en el afectivo.
Sin más, me gustaría solicitarles, al igual que muchas personas han hecho ya, que, yendo más allá de todos estos derechos, HUMANICEN la atención a los más pequeños. Porque en un estado de indefensión total en el que están gravemente enfermos o han sido sometidos a una intervención quirúrgica, la mejor medicina para asegurar una pronta recuperación de los pequeños es el cuidado amoroso, el cariño y la presencia constante de sus padres. Ciertamente, el sentimiento de abandono y soledad, por muy afectivo que sea, no deja de tener reflejo en el plano físico, dificultando la recuperación de los niños.